- Huevos revueltos.
Me sonríe. Yo también lo hago. Desde que hemos solucionado nuestros asuntos anoche no hemos dejado de sonreírnos por motivos obvios.
- Suena bien. - agarro el plato y lo pongo sobre la mesa. Saco una silla y me siento sobre ella. No podría describir cuan sexy está esta mañana. Cada vez que lo hace conmigo, es como si le proporcionara naturalidad y más belleza de la que ya posee. Me gusta. - ¿No vas a sentarte?
- Como si pudiera. - pone los ojos en blanco y me rio solo sobre la mesa.
- ¿No puedes? - le pregunto y enarco una ceja. - Tampoco hables como si hubieras follado descomunalmente anoche. - le sonrío de oreja a oreja y observo como los colores se le vienen al rostro.
- Tu amigo está durmiendo en medio de la sala ¿sabes? No creo que quiera escuchar esto.
Y sí. Agustín se encuentra aún dormido en el sofá más grande de la sala. Ojala no despierte, no tengo ganas de desearle feliz cumpleaños todavía, o más bien… que Karol se los desee tan cariñosamente.
- ¿No lo vas a despertar? - enarca una ceja y sirve el huevo revuelto sobre su plato.
- No, y la verdad me siento muy culpable. - admito y meto una cuchara llena de huevo revuelto a la boca.
- ¿Qué? ¿Por qué? - me pregunta realmente preocupada. Me pone verla así, cuando se preocupado por mí, se ve tan tierna.
- Ya sabes… seguramente ayer no lo hemos dejado dormir bien.
Vuelve a ponerse colorada. Frunce el ceño y me lanza una de esas miradas que solo me provocan callarme.
Camina con el plato en sus manos y se sienta cuidadosamente a mi lado. De acuerdo, esta vez sí es culpa mía.
- Te han quedado muy bien… - le sonrío al verla comerse los huevos revueltos. - estos huevos. - sonrío y la miro perversamente de nuevo. Karol no puede evitar sonreír y enrojecerse de nuevo. - ¿De qué te ríes? - sonrío y trato de disimular.
- ¿De verdad te han gustado?
- Sí, por supuesto.
- Es la primera vez que cocino algo bien.
- Pues estas mejorando.
Sonríe una vez más. Con ese aire angelical y mañanero que la hace ver jodidamente preciosa. Espero a que termine de sonreír y me inclino un poco hacia ella para darle un beso en los labios, totalmente imprevisto. Karol parece sorprendida, pero me corresponde el beso de la misma manera.
- Lamento mucho que estés dolorida.
- No lo lamentes mucho.
- Vale, eso me gustó.
- En serio… - acaricia mis brazos descubiertos, pues traigo puesto un polo sin mangas, y posiciona su cabeza sobre mi hombro. - Gracias por ser tan paciente conmigo.
- Jamás lo he sido con nadie. - admito con muchísima sinceridad. Nunca he tenido tanta paciencia con alguien o algo. He sido siempre de esos hombres autoritarios y poco tolerantes. - Pero… tú eres especial.
Nos quedamos callados, sé que ella quiere decir algo. La conozco muy bien.
- Y… - no me equivocaba. - ¿cómo estuve anoche? - me pregunta con timidez y a la vez recelo. - Sé que no soy la mejor mujer con la que has estado pero…
- Eres la única mujer con la que he estado, literalmente, eres la primera novia que tengo y lo sabes muy bien. - le digo mirándola a los ojos. - Y Karol... - me aclaro la garganta. Nervios. Muchos. Mis manos empiezan a sudar y mi boca se seca. Joder. ¿Cuándo voy a superar esto? - tú… Karol, tú… eres lo mejor que me ha pasado.