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Metió las llaves en la cerradura y abrió. El olor a casa le asentaba bien. Después de un día entero redactado cosas para el señor McCain, no había mejor cosa que llegar a casa.

Cerró la puerta tras ella, y guardó las llaves de nuevo en su bolso. Cuando miró la hora, pudo notar que se habían hecho más de las seis de la tarde. ¿De qué servía haber regresado temprano si igual había tardado? Negó con la cabeza interiormente.

Caminó exhausta por la cocina y tomó una soda del refrigerador. Abrió con cuidado la lata de Coca-Cola y tomó un sorbo de esta. Mientras ingería, un hombre a medio vestir apareció tras ella.

- Sevilla. - le llamó tras ella. Karol dió un salto en su sitio. Abrió un poco más los ojos y se volteó ante el llamado. Oh por Dios, Agustín.

Este la recibió con una sonrisa fina en los labios. Tenía el cabello ligeramente mojado y algunas gotas de agua cayendo en todo el torso. Aquel bóxer caía de entre sus caderas y hacía imaginarse a cualquiera el gran volumen de su miembro. Y esos ojos, cafés, lindos, que la miraban a ella con todo el deseo del mundo. Aunque Karol, no se atreviera a aceptarlo todavía.

Pero mierda… ¿Por qué se fijaba en Agustín de esa manera? Parpadeó y golpeó interiormente sus pensamientos.

- ¿No vas a desearme feliz cumpleaños? - dijo y abrió los brazos. Karol negó con la cabeza en su interior. No, no podía…

- Feliz cumpleaños. - le dijo aún manteniendo una distancia prudente. Lo miró despectiva y se dio vuelta para no prestarle atención.

Atrás, Agustín sonreía de oreja a oreja.

- ¿Solo así, Karol? - le preguntó con una voz ronca y (aunque ella no quisiera aceptarlo) muy, muy sensual.

- ¿Qué esperabas? - le retó ella. Volvió a voltearse. Encontrándose una vez más con la sonrisa maliciosa de Agustín y sus ojos puestos en ella. ¿Qué buscaba? Se preguntó a ella misma.

- No lo sé, un abrazo… ¿tal vez? - enarcó una ceja.

- Ha sido mucho que te haya dicho feliz cumpleaños. - lo miró una vez más, esforzando sus ganas de parecer despectiva con él. Con mucho esfuerzo, pudo lograrlo. Dejó la Coca-Cola en la encimera de la cocina y quiso dirigirse a su habitación, caminando decida y pasando por su costado.

La mano de Agustín la tomó del codo, volteándola para él. Una electricidad poderosa se abrió entre ellos. Oh, mierda…

- ¿Por qué siempre tan molesta conmigo? - enarcó una ceja. Ambos rostros peligrosamente cerca. Ambas respiraciones chocando y juntándose peligrosamente.

- Suéltame. - le pidió Karol. Apenas podía utilizar su voz. Y al hacerlo, notó la poca fuerza que su garganta le proporcionaba.

- ¿Por qué? - enarcó una ceja de nuevo. Karol quiso gritar. - ¿Por qué siempre tan enojada y de mal humor conmigo?

- Eres insoportable, es todo.

- ¿Lo soy?

- Sí, y ahora suéltame o te juro que grito. - le advirtió ella. Podía sentir el cuerpo húmedo de Agustín tocar el suyo. Aquel sentimiento le provocaba cosas que jamás imaginó con él. ¿Por qué? Se hacía esa pregunta.

- Grita, me gusta cuando haces eso. - le sonrió y apretó el brazo de Karol un poco más, incluso hasta llegar a lastimarla.

- Eres tan repugnan…

- Oh… muñeca, perdóname. No soy un príncipe azul, pero sé hacer algunas cosas que podrían quedar en tu memoria para toda la vida.

Ambos sostuvieron la mirada. Joder, rayos, maldición… ¿Qué pasaba? ¿Qué empezaba a pasar entre ellos?
Karol dudó por un segundo si escapar sería su mejor opción, tal vez la idea de quedarse ahí… le gustaba… un poco.

Mafia Tentation 2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora