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Hoy se cumplían dos días desde que Ruggero había partido a New York. Y las horas pasaban tan lento. El clima se había vuelto peor. El ambiente pesado. La gente tensa y llena de problemas. El trabajo le aturdía y solo deseaba irse a casa y hundirse en la cama para llamarle y saber cómo le había ido. ¿Era el mundo? ¿O era Ruggero, que le hacía muchísima falta? 

Suspiró y miró la hora una vez más. ¡Vaya! Las ocho y treinta y cuatro de la noche. El día se había pasado igual de lento que el día anterior. No había motivación que la mantuviera alegre o con ganas de algo. 

Se estiró en la cama. Había llegado hace más de una hora del trabajo y desde entonces miraba un programa basura que pasaban todos los días a la misma hora. Mientras el sonido le acompañaba, decidió taparse hasta el cuello. Que frío hacía. Ni siquiera le apetecía comer. Le extrañaba tanto… ¡y solo habían pasado dos días! 

Según le había contado, ayer todo había sido un exito. El lugar en el que Ruggero cantaba temporalmente en New York, se había llenado de gente por el anuncio de su llegada. Así de especial y mágico. Habían anunciando su llegada desde mucho antes de que este hubiera aceptado el trato. Negociadores y sus formas de comprar gente. Lo único que temía de todo eso era a las fans locas y desesperadas... frunció el ceño y se dio una bofetada mental que le ayudó a posicionarse en el lugar que le correspondía. "Por favor, eres su novia, te ha hecho el amor las últimas noches que ha estado contigo, ¿qué podría salir mal?" con una sonrisa en los labios estiró su brazo y logró tomar su bolso de mano, lo abrió y sacó su móvil localizado al fondo.

"¿Qué podría salir mal?" pensó de nuevo. Además, Ruggero había demostrado tanto cambio desde que lo conocía. Recordaba los primeros días en los que se habían encontrado. Tan metódico, duro y sin preocupaciones. En esos días cualquier mujer se hubiera preocupado por una infidelidad. ¿Pero ahora? Ahora no era lo mismo. Su cambio había sido tan drástico. No era el mismo Ruggero al que todos temían. Era su Ruggero. Cambiado para mejor, dulce, romántico, lleno de detalles. Un tipo preocupado por los demás y preocupado por sí mismo, pero sobre todo por ella. La quería muchísimo. Podía notarlo. Pero… algo no andaba bien en todo aquello. ¿Qué era? Se hacía esa pregunta desde que se habían mudado a Atlanta. Desde que Ruggero la había rescatado en Paris, después de pasar dos semanas llenas de adrenalina en Tentation. Y ahora, teniéndolo lejos, podía reflexionar por fin sobre ese pensamiento ¿Qué podía estar saliendo mal? Ella había pedido todo esto. Ese cambio. Ese Ruggero nuevo. Esos detalles. ¿Por qué ahora se sentía en la necesidad de querer todo lo contrario? Recordar al otro Ruggero le llenaba de deseo. Quería también esa parte negativa de él, es que ahora mismo es donde se daba cuenta que se había enamorado de todo lo que él le había ofrecido en un primer momento. De lo bueno y de lo malo. Que deseaba ambas partes de la misma manera. Con la misma intensidad. Deseaba ser tratada por ese Ruggero detallista y romántico, pero a la vez sentir cerca…muy cerca de ella, a ese Ruggero frío e inescrupuloso. 

¡No! 

Buscó en su agenda telefónica los últimos números que había marcado, encontrando el de Ruggero primero en la lista. Presionó el botón verde. 

"Deja de pensar tonterías, Karol. Tú no quieres a ese Ruggero de vuelta"… pensó desesperada. Y rogaba en su interior porque Ruggero contestara su llamada. Pero escuchaba alerta las veces en las que timbraba, sin contestarle. "¿Dónde estás? Te necesito". Necesitaba una demostración de que era feliz con ese Ruggero nuevo. No necesitaba más.

"Sí necesitas más"… una voz en su interior le hizo dudar una vez más. Haciéndola cerrar los ojos y luchar contra sus propios pensamientos incorrectos. Intentó llamar a Ruggero una vez más. Con muchísima esperanza. Tal vez eso solo se debía a que estaba dejando volar su imaginación demasiado alto. Ella no deseaba al antiguo Ruggero, no deseaba a ningún chico malo… 

Mafia Tentation 2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora