Capitulo 10

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-¿Qué es lo que realmente te molesta, Charly?

El pequeño ratoncito se detiene un momento en la rueda, pero casi enseguida retoma su recorrido. ¿Será consciente de que jamás va a llegar a ningún sitio?

-¿Puedes percibir su frustración?- me pregunta la doctora Eunice, captando por fin mi atención.

-Más de lo que quisiera.- admito molesta y ella asiente.

El malestar dentro de mi pecho vuelve a extenderse hasta envenenar cada centímetro de mi cuerpo. Cierro los ojos con fuerza y respiro lentamente, justo como se me dijo.

-¿Le temes?

La observo fijamente y puedo ver el esfuerzo que hace por leerme. Pero yo no necesito nada más que respuestas. Quiero que ella me explique por qué demonios me siento tan miserable. Tuve al bebé hace sólo unas semanas y ni siquiera soy capaz de darle pecho sin llorar. Pero debía ser paciente, lo prometí. Así que contesté la pregunta que me había formulado anteriormente.

-Estoy furiosa conmigo, con mi familia, con el bebé. Pero más que nadie, estoy furiosa con Stephan Miller.- me detengo cuando siento el temblor en mi mandíbula.

Respiro lentamente, sintiendo cómo sí mis pulmones se estuvieran quemando. Pero de pronto, ya no puedo parar.

-Y claro que ya no le temo al maldito Miller. De hecho, muy dentro de mí, espero que vuelva pronto. Así podré poner un arma en su cabeza.- finalizo.

Miro fijamente a mi hermana jugar con Noah. Llevo aproximadamente media hora viéndolos. Mi mente está casi en blanco, no quiero pensar en nada, no quiero preocuparme por nada, pero es imposible.
Stephan me encontró.
Stephan sabe de la existencia de mi hijo.
¿Por qué? ¿Por qué a mí? ¿Por qué tenía que volver? No hace mucho desee que volviera, pero no ahora.

-Charly.

Volteo lentamente hacía la puerta de la casa. Ahí de pie se encuentra la coronel con unos policías y eso me hace sentir más segura.

-¿Todos se encuentran bien?- pregunta atenta a cada uno de nosotros.

Mis padres asienten y todos posan sus miradas en mí.

-Si.- contesto fríamente.

Un balbuceo de Noah llama mi atención y no puedo evitar sonreír.
Jamás me perdonaría que algo le pasara. Él ahora es mi vida.

-¿Qué pasará ahora?- pregunto sin despegar la mirada.

-Se volverán a mudar pronto. Ya está todo en movimiento para que puedan íse sin problemas.- responde la Coronel.

-¿En cuánto tiempo nos vamos?- pregunta mi hermana.

-Mañana mismo.

-A empacar sólo lo necesario, familia.- ordena mi padre.

Soy incapaz de tener una conversación con la Coronel, por lo que término subiendo a mi habitación con Noah.
Comienzo a hacer las maletas y antes de medianoche, todo está hecho. A pesar del cansancio, no puedo dormir, por lo que me paso la noche en vela, cuidando inútilmente los sueños de Noah. Y pensando tristemente en que debo decir adiós a mi nuevo amigo Adam. Pero supongo que es lo mejor.

-Quisiera que no tuvieras que pasar por esto.- susurro, rozando su mejilla.- Perdóname mi niño...

Mi celular comienza a sonar. Contesto al ver que se trata de Adam.

-Justo iba a llamarte.- le digo en cuanto descuelgo.

-Te he ganado.- ríe.- Oye, quería saber sí quisieras ír al parque mañana. Tu, yo y ése encantador bebé.

-No podemos Adam, tenemos que salir a un sitio con mis padres.- miento.

-Oh, vamos. Por favor, ¿A qué hora tienen que estár con tus padres?

-En la tarde, creo.- titubeo.

-Ven a verme temprano jugar Fútbol. Solo tú y así no te tardas mucho. Es que tengo que contarte lo ocurrido en mi viaje a España.- me pide.

-¿Mañana?, bien. Me pasas la dirección del lugar.

-Vale. Los quiero, descansen.- se despide.

-Igual.- cuelgo la llamada.

Bien, mañana será el momento de la despedida.

Salgo de mi casa, después del desayuno. Me dirijo al lugar dónde se encuentra Adam. Noah se quedó con mis padres y el resto de los guardaespaldas. Esperando con las maletas preparadas para irnos. Llegamos al parque y bajo de la camioneta en busca de Adam. Sólo camino unos metros cuando lo escucho.

-Hey, bonita.

Frunzo el ceño cuando noto que no lleva ropa deportiva.

-¿Así juegas?- le pregunto.

Sus ojos se llenan de lágrimas y niega con la cabeza. Ese gesto hace que mi piel se erize.

-Perdóname. Yo... yo no quería.- se excusa, llorando.

Leo y Alex intercambian miradas y me hacen un gesto para que nos vayamos.

-¿Qué has hecho, Adam?- pregunto más para mí, que para él.

La radio de Alex empieza a sonar. Se escuchan voces, no entiendo lo que dicen, hablan muy rápido.
Vuelvo a mirar a Adam.

-¿¡Qué has hecho!?- le vuelvo a preguntar, más alterada.

-Lo siento, Charlotte.- se disculpa, mirándome a los ojos.

Mirespiración se corta y todo mi cuerpo vibra.
Antes de que pueda reaccionar, Leo me lleva hacía la camioneta.
Cuando vuelvo a buscar a Adam, ya no está. Mi pecho duele mucho. ¿Qué estapasando?

Alex y Leo se suben después de mí.
Alex maneja cómo maniático, igual que la vez que nos perseguían las camionetas.

-¿Qué está pasando?- pregunto ansiosa.

No responden y eso solo hace que me entren más nervios. Cuando estamos cerca de casa, puedo ver patrullas destruidas, policías muertos, y a personas observando todo, con rostros asustados. No, no, no, no.
Cuando la camioneta se detiene, yo bajo corriendo cómo chiflada a mi casa. En la puerta están mis padres y mi hermana, llorando inconsolables. La coronel trata de calmarlos. ¡Mierda!.
Cuando me ven, lloran más fuerte.

-¿Qué ha pasado?- los enfrento.- Noah, ¿Dónde está?

Mi pecho duele mucho, al punto de ser insoportable. Por favor, no.

-Charly, tienes que ser fuerte...

-¡Ya basta!- grito fuera de mí.- ¡¿Dónde está mi hijo?!

-Se lo llevó.- gimotea mi madre.- Miller se lo llevó... nadie pudo detenerlo.

¡No!
¡No!

Mis sollozos comienzan a ser más intensos y tengo que cerrar los ojos con fuerza cuando todo se vuelve rojo.

¡¡Maldito seas, Stephan Miller!!

Ahí estaréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora