-Señorita Archivald, mi nombre es Jason. Debemos partir ahora sí desea ver pronto al menor. El señor Miller y su hijo ya se encuentran en Italia. Ahí es el destino.
¿Italia? Le doy una mirada desconfiada y por un momento pienso en Mirco. Apuesto que él sería el encargado de éste movimiento sí siguiera con vida. ¿Stephan habrá sufrido su pérdida? De seguro si. Camino detrás de Jason hasta una de las camionetas y me subo en la parte trasera como me lo pide.
-¿Mi hijo está bien?- le pregunto anhelante.
-Por supuesto, el señor Miller sería incapaz de herir a su propio hijo.- me asegura confundido.- Así que puede estar tranquila.
Aprieto los labios con fuerza al escucharlo. A pesar de mi calma por saber que está bien, me ofende que haga referencia de Noah, cómo "El hijo del señor Miller". Pero enseguida le pierdo importancia.
No tardamos en llegar al aeropuerto y sólo es necesario que Jason tenga una pequeña charla con unas personas para que subamos al Jet. Me niego a la oferta de bebidas y comidas, no quiero terminar inconsciente como siempre.
-El celular.- me pide Jason.
Pongo los ojos en blanco y le entrego el aparato. Lo toma y se vuelve a sentar a su sillón. Yo sigo viendo por la ventana mientras despegamos. No aparto la vista de las nubes, menos cuando las lágrimas recorren mis mejillas con disposición. Sabia que todo esto pasaría, claro que lo sabia, pero no era de piedra y había deseado cientos de veces que no fuera así. Todos se encargaron de advertirme que Stephan no se detendría y menos sí yo tenía al niño, pero mi voluntad no fue lo suficiente para tomar una decisión tan fuerte. Y ahora debía volver mansamente con Miller, a pesar de las veces que intenté escapar de él. ¡Maldita parodia! No me arrepentía de Noah, pero sí de Stephan. Realmente esperaba que durmiera con un ojo abierto de ahora en adelante, porque no dudaría en apuntar a su cabeza.
La primera vez luche con todo lo que tenía y le hice la vida miserable, y ahora, había mucho más en mí de lo que él podría soportar.
No había mártir ahora.
-¿Qué sentirías sí de pronto te informaran que él murió y que ahora eres libre?
Sopeso por un momento la situación simulada y me doy cuento de la amargura que comienza a tener mi boca al contestar:
-Saltaría de la felicidad.- respondo sin mirarla.
-¿Y sí te dijeran que él simplemente no volvió, que te olvidó y que a pesar de estár en el mismo planeta ya no le importa volver a verte?- me pregunta, haciendo más anotaciones.
Sin poder evitarlo, comienzo a reírme.
-Ya veo tu nivel de seguridad.- cruza las piernas elegantemente.
-Lo odio.- susurro al dejar de reír.- Nunca nadie va a entender lo mucho que me hizo sufrir. Las lágrimas que derrame estando con él y el peligro en el que estaba. Stephan es un hombre enfermo y me estaba enfermando también. Incluso una vez tuve sexo con él y me gustó... ¡Maldita sea!, ¿Se da cuenta de lo mal que eso se escucha? ¡Me vuelve loca!
-Charlotte...
-¡Lo odio por cómo me hace sentir!- grito furiosa.
-Lo sé...
-Señorita Archivald...
Abro los ojos de golpe al escuchar que me llaman. Jason me mira desde arriba.
-Hemos llegado.- me orienta.
Asiento aún atolondrada y me levanto del asiento con cuidado. Mi trasero se durmió y me hace sentir incómoda. Bajo con atención las escaleras y me subo a la camioneta que está parada cerca del avión. Jason se vuelve a poner a mi lado.
-En diez minutos estaremos con ellos.- murmura.
-Yo sólo quiero ver a mi hijo.- mascullo exasperada.
-Y lo verá.- afirma.
El recorrido por las rocosas y algo frías calles de la ciudad hace que mis nervios se calmen un poco. Jason habla por teléfono y no me mira siquiera, lo que me parece bien.
De pronto, me extienden un pañuelo y frunzo el ceño molesta, pero no digo nada. Me lo pongo en los ojos de manera que no veo nada. La camioneta comienza a dar muchas vueltas y por un momento pienso que voy a vomitar. Me concentro en mi respiración hasta que nos detenemos. Cuando Jason me da luz verde, me quito el pañuelo y parpadeo para poder ver bien.
-Uno de los hombres la transportaran al despacho. Enseguida la atenderán.- baja de la camioneta y se va.
Yo bajo después de él y evito tocar al guardia que me ofrece su mano para ayudarme. Otro me saluda fríamente y me lleva dentro de la casa. El sitio es tan inmenso que me canso de solo llegar a la sala principal. Cruzamos dos piscinas hasta llegar a una puerta de madera. Me señala que pase y yo lo hago.
El despacho es muy grande y cada rincón grita lujo. Sí Stephan puede costear todo esto a pesar del dinero que le fue quitado...
Me acerco al escritorio y no puedo evitar contemplar la carpeta que lleva mi nombre impreso. Maldito demente. Observo las fotos que hay dentro y me pongo cadavérica cuando caigo en cuenta del tiempo que llevaba en su mira. Bajo la carpeta, sólo para encontrarme con una de Adam. ¿Así que trabaja para Miller?
Dejo ambas carpetas y me paso las manos por el cabello. No necesito todo éste drama, yo sólo quiero ver a mi hijo.
La puerta chilla cuando es abierta totalmente y de pronto el sitio ensordece por la fuerza con la que es cerrada.
Puedo sentirlo demasiado cerca. Su humor, su olor, su mirada. Todo. -¿Quién te creíste para esconder a mi hijo, Charlotte?
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Ahí estaré
RomanceElla lo tiene muy en claro volveré por lo que me ha quítado volveré por la revancha Charlotte sabe que iré por ella... se qué me esta esperando No importa dónde esté.... Ahí estaré Segunda parte ✓