Capitulo 11

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Mis padres al ver la situación que me encontraba, me obligaron a regresar a la universidad. ¿Cómo es posible que te obliguen hacer algo que no quieres? cada quien es responsable de sus actos, yo no quería estudiar ¡No tenía ganas de nada! Estaba en depresión, sentía que nadie me entendía. Mi papa llamo a Mariana le dijo que me invitara a salir algún lugar que me gustara, que él ya no me podía ver en la situación en la que estaba sin vida en el alma. Mariana sabía que lo que más me gustaba era ¡bailar! que ese era mi único vicio, antes que el tomara ese puesto de ser mi "vicio" Ella le dijo a mi papa que me dejara quedarme en la casa de ella, mi padre acepto. Cuando estábamos en su casa me dijo que nos alistáramos porque saldríamos de fiesta. Pero simplemente no tenía ánimos para salir de fiesta, lo único que quería era que Albert me llamara. Mariana se había hecho las ondas, con maquillaje excesivo, y un vestidito en color café, acompañado de unos grandes tacones. Mientras yo solo me había lavado el cabello, me había aplicado labial, y me puse un pantalón jean, una blusa de chiffon, y unas zapatillas. Mariana me quedo viendo de pies a cabeza y me dijo que por ningún motivo, iba a ir vestida de esa manera.

Le dije que yo no me estaba cambiando de vestuario que si no era de esa forma, mejor no iba, ella me dijo que estaba bien pero que me pusiera unos tacones para disimular lo mal arreglada que estaba. Y acepte ponerme los tacones, fuimos a una discoteca de San Pedro Sula. Entramos al lugar y me sentía extranjera. ¡Si extranjera! sentía que no pertenecía a ese lugar. No me gustaba la música, quería que pusieran una hindú, no me gustaba como andaban vestidos, no me gustaban como hablaban. Mariana pidió una cerveza para ella, y para mí una Coca-Cola pero no le sentía el mismo sabor, le sentía un sabor ácido, así como el momento que estaba pasando.

Pasaron las horas y yo sin bailar, solo estaba sentada viendo a la nada, pensando en Albert y con el teléfono en la mano, esperando que él me llamara. En ese momento estaba sonando "El viejo del sombreron" de la Sonora dinamita, una canción que siempre me hacía levantarme del asiento para poder bailarla, Mariana insistía que fuéramos a bailar, pero simplemente ¡no quería! escuchaba rara la música, no era lo mismo como antes. Albert me había quitado todo lo que me gustaba, por eso tenía que estar con él.

Seguían pasando las horas y yo sentada viendo a todos, viendo cómo se comportaban. Viendo como unos chavos estaban bajándole las estrellas a las chicas para después de salir de la disco llevárselas a la cama. Viendo la envidia de unas chicas al ver la belleza de las otras. Viendo como había personas que se la tiraban de dinero, y días atrás los había visto pidiendo prestado en una casa de empeños. Viendo a "niñas" que se creen grandes ingiriendo productos alucinógenos. Viendo a los gay tratando de acaparar a un hombre. Pensaba que todos tenía problemas, pero en ese momento todos reían y disfrutaban, pero ¿Por qué prometer algo que no podemos cumplir? ¿Por qué tanta inseguridad por nuestro cuerpo? ¿Por qué aparentar algo que no es? ¿Por qué las niñas no disfrutan su niñez? ¿Por qué aparentamos estar felices si la verdad estamos rotos? ¿Por qué los seres humanos somos tan hipócritas? Me gustaría que fuéramos, lo que aparentamos, que estuviéramos felices como lo hacemos creer. ¡Ya no soportaba más! Estar en ese lugar, salí a la calle tome mi teléfono y llame llorando a Denali. Le dije como me sentía, que por favor hiciera que Albert me llamara, que solo quería escuchar su voz, ella me dijo que me calmara que mañana iba ver que podía hacer para que Albert se animara a llamarme.

El hablar con Denali me trasmitía paz, ella se había vuelto mi mejor amiga. No me sentía cómoda con Mariana, sentía que no me entendía. En eso salió, Mariana a buscarme yo le dije que ya me iba, que no quería estar más en ese lugar. Ella accedió no podía dejarme regresar sola, íbamos en el taxi, había un silencio incomodo hasta que Mariana me dijo.

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