Capitulo 16

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                    La semana se había ido tan rápido ya estábamos en viernes a un día de regresar a Honduras, las horas pasaban tan rápido que no las sentía. Me volví a encontrar con Denali platicamos, reímos y ella me pregunto cómo me sentía respecto a Albert. Le dije que simplemente estaba resignada, que aún estaba esa parte de mi corazón que lo quería, pero sentía esa otra parte que me decía que no volviera. Porque para él nunca había sido nada, mientras él para mí era todo. No digo que nunca hubo cariños, porque si los hubieron pero ¿Para qué? si al otro segundo seguía la pesadilla, los insultos, las manipulaciones y los mensajes sin responder. A mí me encantaba pasar tiempo con él aunque fuera por medio de un teléfono, no me explicaba como lo quería tanto.

Peleaba con Denali, con Yampuir, con Mariana solo porque me decían que lo olvidara, que no valía la pena. Y al final termino siendo cierto, nunca fui lo suficiente bonita para él, no era el amor de su vida, no me eligió. Pero todo paso porque era una tonta fácil de ilusionar, y me di cuenta que aunque me dolía en el alma, lo mejor era poner punto y final esta historia. Denali me sonrió y me dijo que estaba feliz que pensara de esa manera, que él no valía la pena, nos despedimos porque ella tenía un compromiso. Mientras yo regrese al hotel, Mariana se arreglaba para ir por última vez a la discoteca, yo estaba sentada con la carta esperando que hacer con ella, cuando de pronto, me llamo Yampuir y me dijo que la mama de Albert estaba mal y que tal vez el necesitaba mi apoyo.

Yo le dije que en cinco minutos estaría lista para que me pasara recogiendo para ir a la casa de Albert, no me importaba encontrarme a su esposa, pero simplemente quería que supiera que yo estaba con él hasta en los momentos difíciles, aunque él no hubiera estado conmigo. Le dije a Mariana que se fuera tranquila, que luego llegaría yo al bar, tome la carta en mis manos, salí a la autopista y ya estaba Yampuir esperándome. Íbamos en camino a la casa de Albert y él me pregunto qué era lo que llevaba en las manos, le dije que era una carta de despedida. Cuando íbamos llegando a la casa de Albert miramos que iba Denali con dirección a la casa de él, le dije a Yampuir que se detuviera que allí iba Denali. Que me imaginaba que iba para donde Albert para apoyarlo como su mejor amiga, me baje del carro y le dije. — ¡Denali!—Mientras ella se detuvo asustada.

— ¿Vas para dónde Albert?—Le dije seria.

—Si es que la mama está mal, pero voy como su amiga. —Dijo titubeando.

—Obvio que vas como su amiga. —Dije riéndome. —Yo también voy para allá, si quieres te acompaño. —Dije tomándole de la mano.

—No suéltame. —Dijo algo disgustada. — ¿Piensas ir después de todo lo que te hizo? ¿Estás segura que quieres ir? Recuerda que estará su esposa y lo estará consolando, no te sigas humillando Elizabeth.

—Tienes toda la razón, no pensé en eso. —Dije bajando la mirada muy triste. —Me haces un favor, le puedes dar esta carta a la esposa de Albert, sin que él se dé cuenta ¡Por favor!

—Si está bien yo se la doy, pero vete antes que te vea Albert. —Dijo indiferente.

Regrese al carro y le dije lo que había pasado a Yampuir, el enojado me dijo que no podía creer como existiera tanta hipocresía en este mundo. El arranco el carro y lo parqueo enfrente de la casa de Albert, yo le pregunte que porque lo estacionaba allí, le dije que ya no iba a entrar. Él me dijo que el día de mañana me iba, y que tenía que cerrar un ciclo que para eso debía saber todo. Yo le pregunte ¿saber qué? él me dijo que solo observara. Estaba Denali tocando la puerta de la casa de Albert, salió Anjali para abrirle, ella vino a acariciarle la panza y le dijo "Como esta mi sobrino bonito" pensaba que le decía de esa manera por cariño, entraron a la casa y sin querer dejaron la portón abierto. Yampuir vino y apago el carro y me dijo que íbamos a entrar y acabar con esta mentira de una vez por todas, yo le preguntaba que cual mentira, él no me contestaba solo me decía que me bajara del carro. Estábamos entrando a la casa de Albert como todos unos ladrones, nos dirigimos al jardín donde estaba sentada Denali. Ella estaba leyendo la carta que yo le había dicho que le diera a la esposa de Albert, pensaba que la estaba leyendo por curiosidad. En ese momento llego Albert y le pregunto qué era lo que leía.

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