Esta historia comienza con un chico llamado Saga Dalaras. Saga era estudiante de la facultad de medicina en la Universidad de Atenas. Su mayor era llegar a ser un gran médico y salvar muchas vidas. Muy buen estudiante, y con notas excelentes, era de los primeros de la clase. Además de todo eso, Saga era una persona amable, comprensiva y muy generosa, sobre todo con sus amigos, quienes eran un gran apoyo en su vida. Pero como todo en esta vida, también habían cosas malas, y es que Saga sentía últimamente que todo se le venía encima y estaba un tanto agobiado.
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Saga cruzó la puerta de la universidad a toda velocidad. Se sentía agobiado, asfixiado, tenía muchas ganas de gritar. Incluso sin querer por el camino chocó con un chico.
- Eh, tío. ¡¿De qué vas?! ¡Mira por donde andas!
- Lo siento, de verdad que lo siento. Tendré más cuidado. - se excusó Saga.
Siguió caminando rápidamente, pero con más cuidado. Incluso pasó por delante de la universidad donde su mejor amigo, Milo, estudiaba Derecho, pero no se detuvo para entrar a saludarle. Llegó urgentemente a la parada de taxis, y buscó por uno alzando la mano.
- ¡Taxi! ¡Taxi!
En pocos segundos, un taxi aparcó frente a él, y abrió la puerta para meterse corriendo, pero un brazo le detuvo.
- ¡Saga! Mira que irte sin decir nada... - dijo Milo con una sonrisilla.
- Lo siento Milo, pero no me encuentro muy bien. Cuando llegue a casa te llamo.
- De acuerdo. Sea lo sea espero que después te encuentres mejor.
Saga asintió y se metió en el taxi. ¿Pero a qué iba ahora a casa? ¿Para encerrarse en su cuarto y comerse la cabeza con las cosas que le tenían agobiado? No, necesitaba dar una vuelta y despejarse.
- ¿A dónde le llevo? - preguntó el taxista.
- A Gran Vía, por favor.
El taxista asintió y condujo hasta allí. Comenzó a caminar pensativo por aquella gran calle. Le gustaba porque había tanta gente que podía pasar desapercibido sin que le molestaran.
En ese momento, pasaba frente a un Starbucks, y se paró a contemplar el edificio.
- Quizá no me siente mal un café...
Se acercó a la puerta y la empujó con fuerza entrando. No había cola, algo que le alivió ya que no tenía ganas de esperar. Así que se acercó a la barra y un chico serio de cabello aguamarina le atendió.
- Buenos días, ¿qué desea tomar?
- Un mocha blanco, por favor.
El chico cogió un vaso de cartón, preparó el café añadiéndole mucha nata, le puso la tapa y se lo entregó a Saga que le pagó.
- Muchas gracias... - dijo Saga mirando la placa que llevaba el chico - ...Camus.
Camus le sonrió y Saga subió al segundo piso con el café en la mano. Divisó una mesa al fondo del todo, junto al gran ventanal, que estaba vacía y se sentó allí.
Mientras tomaba su café y observaba el exterior a través de la ventana, percibió un olor a tabaco. Se giró y comprobó que en una de las mesas centrales había un grupo de chicos riendo a carcajadas y uno de ellos estaba fumando.
- Los chicos de hoy en día ya no tienen respeto por nada... - murmuró Saga con desprecio
En ese momento, el chico de cabellos aguamarina subió las escaleras y se dirigió al grupo de chicos.
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Esta es la historia sobre cómo conocí a un francés.
FanfictionSaga, un chico apuesto, bueno en los estudios, amable, educado... Prácticamente con una vida perfecta, se ve de repente agobiado por todo lo que le rodea. Pero inesperadamente conocerá a un chico que le ayudará y apoyará, y del que es muy probable q...