Capítulo 5: Noche de fiesta.

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A la mañana siguiente, Saga fue el primero en despertar. Sentía una sensación muy agradable, y se preguntaba porque sería. Abrió sus ojos y se encontró medio cuerpo de Camus encima de su pecho. El francés dormía plácidamente con su cabeza y sus manos en él.

Era el momento más feliz de su vida y deseaba que no acabara nunca. Al estar Camus dormido, se tomó la libertad de acariciar su cabello delicadamente para no despertarle. Era increíblemente suave y liso, le gustaba su tacto. En ese momento, sitió como Camus se movía un poquito y suspiraba de placer inconscientemente, seguramente por sus caricias.

Saga quiso saber más del tacto de Camus y acarició de manera muy suave sus mejillas y sus labios. La tentanción de probarlos era irresistible, pero ésa vez si que Camus se movió más y finalmente despertó.

Se restregó un poco los ojos, ya que acababa de despertarse y su vista todavía no era muy nítida y entonces se dio cuenta de donde estaba.

- Yo... Lo s-siento, no sé cómo he llegado hasta aquí – dijo con la cara roja y apartándose.

- No pasa nada, supongo que eso significaba que estabas cómodo.

- Sí, supongo es que... suelo moverme mucho mientras duermo.

- Bueno tranquilo, no pasa nada, son cosas que pasan.

Los dos se levantaron de la cama y fueron a desayunar.

- Café, ¿no? - le preguntó Saga mientras ponía en marcha la cafetera.

- Por supuesto, paso la mayor parte de mi día rodeado de café – comentó Camus riendo.

- Ya, aunque seguro que este no está tan bueno como el de la cafetería.

- ¿Por qué no? Un amante del café tiene que preparar un buen café.

- Bueno, entonces comprueba tú mismo como está – dijo Saga, que cogió el café recién hecho, llenó una taza, le añadió leche, azúcar, un poco de nata por encima, chocolate espolvoreado encima de la nata y como toque final, una pizca de canela, y se lo entregó a Camus.

- Vaya, un café completito – dijo Camus realmente impresionado, y probó un sorbo para después poner plena cara de satisfacción – Está más bueno que el del Starbucks.

- Vamos, es un halago pero no seas tan modesto conmigo.

- Que no, va en serio, pruébalo.

Camus se dirigió a Saga y le dio a probar el café.

- Bueno, quizá sea verdad que está muy bueno.

Camus en ese momento no pudo evitar soltar una risita.

- ¿Por qué ries? - preguntó Saga curioso.

- Es que... se te ha formado un bigote con la espuma del café.

- ¿Qué? ¡No, qué vergüenza!

- No pasa nada, espera – dijo Camus riéndose, mientras pasó un dedo por la zona del bigote para quitarle la espuma, aunque sin querer rozó un poco los labios de Saga y eso le produjo escalofríos - Ya está.

- Gracias - respondió Saga algo sonrojado, se había dado cuenta.

Los dos tuvieron un desayuno muy agradable después de eso. Sentían que poco a poco iban cogiendo confianza.

Poco después, Camus se marchó a su casa ya que allí tenía las cosas de la universidad y mientras, Saga se dirigía a la suya. Ese día, no se encontró con sus amigos por el camino, pero sí a Kanon.

- ¡Saga! - exclamó su hermano abrazándole - Por fin te has decidido a volver. ¿Tu enamorado Camus ha tenido algo que ver? Anda que me lo cuentas, me tuve que enterar por Milo.

Esta es la historia sobre cómo conocí a un francés.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora