Capítulo 4: Sorpresa.

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Después de estar un rato replanteándoselo, Saga se decantó por ir a ver a Camus. Con todo lo que había pasado esos dos días, ver al francés le traería una pizca de felicidad.

Decidió que vestiría de incógnito para no llamar la atención, temía con toda su alma que Shura le viera e intentara hacerle algo de nuevo. Quizá era un poco paranoico ya que Atenas era demasiado grande como para encontrárselo, pero estaba aterrado y prefería prevenir. Así que vistió ropas oscuras, recogió su cabello en una coleta baja, se colocó gafas de sol, un sombrero negro y, así tal cual, salió de casa.

Mientras iba caminando, miraba como un poseso hacia todos lados y pensaba en la locura que estaba haciendo al salir de casa en ese estado de pánico, pero dicen que por amor se cometen muchas locuras. En ese momento en el que estaba inmerso en sus pensamientos, su móvil comenzó a sonar y sobresaltado, dio un brinco en el sitio y lo cogió corriendo.

- ¿Sí? - preguntó con voz temblorosa.

- Saga, soy Kanon. Quería hablar contigo, me tienes preocupado, ¿por qué no has ido hoy a clase? - Kanon necesitaba hacerse el desentendido para que su hermano le contara por fin lo que había pasado.

- Uf... - suspiró Saga tocándose la frente - Es una historia larga de contar...

- Pero soy tu hermano, tendré que saber qué te pasa.

- Quería contártelo, pero... No sé cómo vas a reaccionar.

- Pero debo saberlo.

- Ya... Verás...

Durante todo el recorrido hasta el Starbucks, Saga le estuvo contando a Kanon lo ocurrido la noche anterior y por qué había faltado a la universidad esa mañana.

A pesar de que Kanon ya conocía lo ocurrido gracias a Milo, escucharlo con todo detalle y de la boca de Saga hizo que su corazón se comprimiera, se hiciera pequeñito, y una lágrima resbalara de sus ojos.

- Ese degenerado debería pagar por lo que ha hecho, ¿por qué no le denuncias?

- Porque no, Kanon. ¿Tú te imaginas lo que pasaría si le denunciase? ¡A saber que me haría! Podría ser mucho peor.

- Pero todos te protegeríamos...

- No quiero implicaros en esto, y ya he tomado mi decisión, no pienso volver atrás.

- Está bien... Déjame al menos contárselo a mamá.

- Como quieras. - dijo Saga mientras ya abría la puerta del Starbucks - He de dejarte que ahora no puedo hablar. Hasta mañana, Kanon.

- Adiós.

Guardó el teléfono en el bolsillo y se dirigió a la barra, donde vio a Camus preparado para recibirle con su hermosa sonrisa.

- Hola Saga, qué alegría que hayas venido.

- Te dije que vendría a devolverte la camisa y aquí estoy. - dijo mientras sacaba de su mochila la camisa de Camus bien doblada y limpia.

- Gracias. - dijo el francés cogiéndola - Espera aquí un momento.

Dejó la barra y se dirigió al cuarto donde se cambiaba antes de fichar para dejar la camisa en su taquilla. Después volvió con Saga y comenzó a prepararle un café.

- Déjame invitarte a un café, por las molestias.

- No hace falta, Camus...

- Tú me invitaste el otro día, ahora me toca a mí.

- Está bien. - dijo el griego con una sonrisa.

Cuando Camus hubo acabado de preparar los cafés, subieron al piso de arriba y se sentaron en el sitio donde ya acostumbraba a hacerlo Saga.

Esta es la historia sobre cómo conocí a un francés.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora