I Want to Save You

Capítulo IV: Aléjate de mí

Apenas pude dormir en toda la noche. Habían sido demasiadas emociones por un solo día, y precisamente, no muy buenas. Eso de haber estado a punto de morir por una banda de delincuentes... Había sido demasiado para mí.

Primero, tuve que vérmelas con mi hermano, que después de decir mi mentirijilla de que me iba a la enfermería por encontrarme mal, se pasó por allí para ver si estaba mejor, encontrándose con que no había nadie allí.

Me echó una buena bronca, y para colmo, se lo contó a mis padres, que me llegaron a preguntar cosas como si no estaba metida en problemas, si fumaba, bebía o hasta si tenía que ver con drogas. ¡Pero bueno, yo no hago esas cosas!

Por otro lado, no me había quedado muy tranquila con Ash. Su banda daba totalmente mucho miedo. Y no podían ser más repugnantes. Pero yo a él lo veo totalmente diferente a ellos... No sé, es como si estuviera obligado a pertenecer a ella.

Después de remolonear un poco más de la cuenta, me levanté de la cama e hice el mismo proceso que todas las mañanas. Bajé a desayunar y mi hermano volvía a estar solo desayunando. Me senté enfrente de él, en mi lugar en la mesa.

Noté cómo no me dirigió la palabra en todo el tiempo. Sólo me dedicaba miradas un poco fulminantes. Terminamos y nos dirigimos a la secundaria. En el coche tampoco se dignó a hablarme, y, aunque me dolía que no lo hiciera, en parte lo agradecía porque si no, empezaría con alguno de sus sermones.

Llegué a clase y en seguida May y Dawn se acercaron a mí a preguntarme cómo me encontraba del día anterior. Yo contesté con un simple "estoy bien, no fue nada del otro mundo" y me senté en mi lugar.

Vi que Ash aún no había llegado a clase. Pasó el tiempo y entró el profesor en el aula, pero Ash no daba señales de vida. Pasó el resto del día y no vino a clases. Es raro, porque se supone que es buen estudiante. ¿Tendrá que ver con algo de ayer?

No le di mucha importancia, y mi día terminó tranquilo. Ya, si me hizo sospechar que faltara a clase dos días consecutivos seguidos. Era extraño. Me tiré todo el día en clases peleando con mis pensamientos.

De seguro tenía algo que ver con lo que pasó el otro día, pero no tenía manera de averiguar si estaba bien, a no ser que me presentara en su casa. Pero ir a su casa implicaba tener que ir a su barrio. Poder encontrarme con su banda. Y ahí no iba a estar él para defenderme.

¡Lo decidí! Cuando sonó el timbre, recogí mis cosas y me fui dirección a mi hermano, que me estaba esperando para irme con él. Le dije que no lo haría hoy, que iba a una librería a por un libro que quería buscar, y que llegaría más tarde a casa.

La idea o no le sentó muy bien, o no se lo llego a creer mucho. Pero la cosa es que sólo asintió y me dejó total libertad. Lo tenía decidido; iba a ir a su casa a averiguar por qué no había ido en estos dos días a clase.

Era arriesgarme a dos cosas, si iba a su casa. La primera que me gritara y se enojara conmigo, por entrometida y por pisar su barrio cuando me dijo bien claro que no volviera, y segundo, que me encontrara con su dichosa banda e intentaran algo conmigo.

Pero eso es un riesgo que estoy dispuesta a pasar. Empecé a caminar en dirección opuesta a mi casa. Creo recordar que era por aquí, y que iba en el camino correcto. A medida que avanzaba y me acercaba a ese barrio, me recorría un miedo por todo el cuerpo. Además, el cielo se estaba nublando y pareciera que iba a desencadenar una fuerte tormenta de un momento a otro.

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Esto de estar todo el día en casa es totalmente aburrido. Me levanté con dificultad de la cama y fui hacia la cocina, no había comido en dos días, no me apetecía, así que ahora, tenía hambre. Me tenía que topar precisamente con la inútil buena para nada de Delia, que estaba pintándose los labios de un color rojo muy llamativo. De seguro irá a vender por ahí su cuerpo porque se habrá gastado su sueldo de cajera de supermercado en tonterías.