La pesadilla

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Narrador Omnisciente

El señor Brown estaba preparándose su habitual taza de té antes de irse a la cama junto a su esposa, como cualquier otra noche normal.

Puso el hervidor en el fuego para calentar el agua y contempló el nocturno paisaje.
Algo había cambiado aquella vez, pues la antigua casa de los Riddel, la cual vigilaba y llevaba abandonada décadas desprendía luz en un par de las ventanas del piso superior.

"Malditos adolescentes" pensó el hombre antes de agarrar su arma y abandonar su hogar.
Cruzó el paraje y entró en aquella vieja mansión.

El polvo se acumulaba en todos los rincones, parecía que allí no había entrado nadie, pero las voces que escuchaba hacían ver que era todo lo contrario.
Lentamente y con sigilo, subió las viejas y polvorientas escaleras.
Al llegar al último piso, vio como la puerta de una de las habitaciones estaba entreabierta.

Podía verse una vieja butaca con una huesuda mano reposada sobre el brazo.
Un hombre gordo y de aspecto desaliñado con dentadura descuidada se arrodilló junto a la butaca.
-Mi señor- dijo el hombre -no debe impacientarse, pronto nos haremos con la chica-
-Acércate Edward- dijo una tenebrosa voz -tengo una tarea importante para ti.

De pronto el anciano sintió como algo se deslizaba entre sus piernas.

Al volver la vista al suelo, su cuerpo se paralizó al ver como una enorme serpiente se arrastraba hacia la habitación.

Mientras el animal trepaba por la butaca, un hombre delgado y de aspecto demacrado se arrodilló junto a la butaca ocupando el lugar del anterior.
El animal comenzó a sisear algo a aquella pequeña figura sentada en la butaca.
-¿Qué ocurre mi señor?- dijo el hombre arrodillado.
-Nagini me dice- dijo la tenebrosa voz -que el anciano que cuida la casa está en el umbral de la puerta-

El hombre dio un paso atrás pero ya era tarde.

El hombre gordo con unos enormes dientes y malvada sonrisa abrió la puerta.
-Hazte a un lado colagusano- dijo la voz -quiero darle la Bienvenida a nuestro invitado. ¡Avada Kedabra!-

Un destello de luz verde fue lo último que pudo ver aquel hombre antes de caer el el polvoriento suelo tras haber expirado su último aliento.

Narras tú

Otra vez aquella horrible pesadilla volvía a mi mente mientras una voz familiar me despertaba.

Abrí los ojos desconcertada mientras el sudor bañaba mi cuerpo.
Sherlock me miraba con aspecto preocupado mientras sujetaba una vela en su mano.
-(T/N)_____ ¿Estás bien?- dijo sentándose a mi lado -estabas gritando otra vez-
-Era otra vez ese sueño- dije incorporándome.
-Tranquila- dijo acariciando mi cabello para sacudir a Mary que dormía a mi lado -¡Mary arriba!-
-¡Maldita sea!- dijo ella al despertarse mientras se cubría, pues dormía con una camiseta de tirantes.
-Tus primos esperan abajo- dijo Sherlock mirándome -todos están despiertos y listos-
-Vale- dije levantándome.

Las mejillas de Sherlock se sonrojaron mientras sus ojos recorrían mi figura.

Llevaba un pijama muy corto, pues el calor había sido horrible aquel verano.
Al verle en aquella situación no pude evitar reír y me acerqué lentamente a él.
-Mi padre te matará si te ve espiando- dije empujándole lentamente hacia el pasillo.
-No... eh... esto... yo...- dijo aún más sonrojado mientras colocaba su cabello, ahora corto.
-Nos veremos abajo señor pervertido- reí antes de cerrar la puerta.
-Te encanta jugar con él- rió Mary -pobrecito-
-Estará bien- sonreí para ir al baño a darme una rápida ducha.

Un grito se escapó de mi garganta cuando el agua congelada golpeó mi cuerpo.

Como siempre, los idiotas de mis primos habían gastado todo el agua caliente dejándonos a mi y a Mary sin ella.
Terminamos de arreglarnos y nos reunimos con mi familia.
-¡Buenos días chicas!- dijeron todos a coro.
-¡Buenos días!- respondimos aún somnolientas, ya que eran las cinco de la madrugada.
-Cielo- dijo mi padre mientras me sentaba -¿Acaso no estás emocionada por los mundiales de este año?-
-Claro que lo estoy- dije bostezando -pero hasta las 11 de la mañana no soy una persona aún-
-O tras un buen desayuno- dijo mi abuela besando mi cabello para servirme unas tostadas -toma princesa-
-Gracias abuela- sonreí.
-¿Quién creéis que ganará este año?- dijo mi primo Fred.
-Apuesto por Bulgaria- dijo John -tienen a Krum, el mejor buscador del mundo igual que su padre-
-Irlanda tiene muy buenas tácticas- dijo Sherlock -seguro que les dan una paliza-
-Que os lo habéis creído- dijo Mary -Bulgaria tiene unos jugadores buenísimos-
-Lo importante es la estrategia- dijo mi primo George.
-Dejad de discutir- dijo mi tío Ron -ya veremos que ocurre esta noche-
-Va siendo hora de ponernos en marcha- dijo mi abuelo -los Evans nos esperan-

Todos nos levantamos de la mesa y ayudamos a recoger las cosas.

Tomamos nuestras mochilas cargadas de ropa, comida, etc y emprendimos el rumbo hasta el punto de reunión.
Cuando llegamos a un bosque cercano a la casa, un hombre de unos cuarenta y cinco años de edad nos esperaba.
-Albus- dijo abrazando a mi padre -que alegría verte-
-Lo mismo digo Sebastian- sonrió mi padre -¿Y tu hijo?-
-¡Michael baja ya!- dijo el hombre de gafas y pelo largo castaño.
-¡Voy!- se escuchó una voz sobre nuestras cabezas.

De pronto, un chico de unos dieciseis años de edad cayó de pie frente a nosotros.

Era alto, de ojos marrones y cabello castaño claro.
Parecía se bastante ágil por la soltura de su caída.
-Que mayor te has echo Mike- dijo mi padre estrechando la mano del chico.
-Un placer verle de nuevo- sonrió el chico con unos dientes perlados.
-Es muy guapo- me susurró Mary mientras ellos conversaban.
-Cállate que te va a escuchar- dije golpeando su costillar con suavidad.

Continuamos caminando con todos los demás.

De pronto, el chico se acercó a mí mientras charlaba con Sherlock y John sobre el quidditch de esta temporada en el colegio.
-Hola (T/N)____- dijo con una sonrisa.
-Hola Mike- dije cordialmente mientras Sherlock se ponía más serio que nunca.

La magia de la deducción (Parte 4) (Sherlock Holmes y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora