La lechuzería y el baño de prefectos

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La noche siguió avanzando y la gente se lo pasaba en grande.

Mary y yo decidimos ir a ver a los chicos mientras Newt y Victor iban al servicio.
Los dos estaban sentados en una mesa con unos vasos de ponche.
-Hola- dijimos sonrientes.
-Hola- dijeron los dos muy serios.
-¿Que os pasa?- dijo Mary sentándose junto a John.
-Nada- respondió Sherlock con un pequeño gruñido cuando me acerqué.
-¿No quieres hablar conmigo?- dije extrañada.
-En este momento- dijo con tono estúpido y prepotente -es lo que menos deseo gracias-
-Oh...- dije con una risa sarcástica -¿Celoso de que Newt sea mi pareja?-
-Para nada- dijo bebiendo tranquilamente.
-No lo creo- sonreí villanamente -¿Arrepentido?-
-No- respondió -si lo quisiese ahora mismo tendría a todas las mujeres de la sala a mis pies-
-Sherlock...- dijo John intentando calmar el tenso ambiente que se había generado.
-¿Sabes qué?- hablé muy molesta -yo no tengo la culpa de que estés tan amargado desde que Irene te pidió salir-
-¿Pues sabes una cosa?- habló iracundo -que la prefiero mil veces antes que a ti-
-Bien- dije notando como mi corazón estallaba en mil pedazos y las lágrimas luchaban por salir de mis ojos -no vuelvas a dirigirme la palabra en tu vida Sherlock... nunca...-
-Eso esta hecho- dijo sentándose de nuevo mientras yo me metía entre la gente para huir de aquella situación tan horrible.

Salí del castillo a toda velocidad hasta la lechucería.

Cuando llegué, dejé caer mi cuerpo en un pequeño asiento mientras una lechuza blanca se posaba en mi hombro para secar mis lágrimas con su plumaje.
-Gracias Hedwig- sonreí suavemente -al menos tu no me dejarás de lado-

El animal soltó un suave gorjeo en señal de apoyo al cual correspondí con un beso en su cabeza.

Ya estaba cansada de llorar por culpa de los celos de Sherlock y no debía ser débil, mucho menos participando en el torneo.

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Pasaron un par de semanas y tan solo quedaban unos días para la segunda prueba.

Yo seguía sin pistas de lo que trataría aquella dichosa etapa del torneo.
Cuando estaba en el puente de madera, Evans corrió a mi lado.
-¡Potter!- sonrió el joven -oye no he tenido tiempo de agradecerte lo de la primera prueba-
-No tienes que decirme nada- sonreí.
-Mary me ha contado que sigues intentado descifrar lo del huevo- habló.
-Si- suspiré -me resulta muy difícil.
-Conoces el baño de prefectos en la quinta planta ¿Verdad?- sonrió.
-Claro- dije confusa -¿Qué tiene que ver?-
-Sube con el huevo y relájate- respondió el adonis -obtendrás allí la respuesta-
-Gracias- dije corriendo a la sala pues era ya casi de noche.

Al llegar, coloqué mi ropa en un pequeño vestuario y salí con mi bañador contemplando las hermosas vidrieras de sirenas que cepillaban su melena y sonreían.

Estaba totalmente sola en aquella sala donde solo se escuchaba el relajante ruido del agua chocando contra el borde y los grifos cargando la enorme bañera mientras pompas de jabón flotaban en el aire.

Las luces del fondo dibujaban unas hermosas figuras que hipnotizaban.
Sin querer, el huevo se resbaló de mis manos cayendo al agua.
-¡Oh no!- grité antes de zambullirme.

Al sumergirme, me di cuenta que el huevo estaba abierto y de él provenía un dulce sonido.

Escuchando atentamente pude escuchar la letra de la melodía que sonaba.
"En la tierra nuestras voces no se escuchan en ningún lugar. Si quieres lo que más valoras, una hora has de aguantar"

Salí del agua con el huevo en mis manos por falta de aire y lo cerré.
Rápidamente me aclaré en una ducha, me vestí y fuí a buscar a Mary a la biblioteca.
-¡Lo tengo Mary!- dije entusiasmada.
-Señorita Potter- respondió la bibliotecaria -¡Shhhh!-
-Disculpe- dije llevando a Mary a la zona de libros de criaturas -tengo la clave-
-¿Y bien?- habló mi amiga.

Rápidamente me puse a ver libros de criaturas mágicas.

Mary me miraba atónita.
-¿Qué buscas?- dijo ayudándome a sacar libros de las estanterías.
-Algo que me ayude en la prueba- respondí.
-¿Qué averiguaste?- preguntó ansiosa.
-En la tierra nuestras voces no se escuchan- cité -si quieres lo que más valoras, una hora has de aguantar-
-Es obvio que habla sobre el lago negro- suspiró -pero... ¿Lo que más valoras?-
-Tampoco lo he entendido- bufé -¿Vas a ir a la cocina?-
-Si...- respondió -¿Quieres que te traiga algo?-
-Por favor- sonreí antes de que se fuese.

Mary abandonó la biblioteca y yo me quedé buscando información.

Al ver que apenas había libros que hablasen de otras criaturas, solté un pequeño grito que hizo que llamase la atención de la bibliotecaria.
Pedí disculpas y comencé a buscar métodos para aguantar la respiración bajo el agua durante una hora.
-Hola (T/N)______- dijo una voz masculina.
-Hola Thomas- respondí con una sonrisa.
-¿Buscas algo?- dijo el chico recogiendo algunos libros.
-Oye... tu sabes mucho de herbología ¿Verdad?- pregunté.
-Por supuesto- respondió -¿Recuerdas quién es mi abuelo?-
-Ya... claro- reí -y no sabrás de alguna planta que pueda ayudarme a respirar bajo el agua-
-Pues claro- sonrió -las Branquialgas-
-¿Donde las consigo?- pregunté.
-Puedo entrar en el invernadero- sonrió -mi abuelo las cultiva-
-Gracias- sonreí para abrazarle -eres el mejor-
-Si quieres acompañarme- dijo agarrando su mochila.
-Vale- sonreí para tomar mi mochila -¿Tu abuelo no dirá nada?-
-No porque primero le preguntaremos- sonrió -venga vamos-

Abandonamos la biblioteca rumbo al despacho de Longbottom.

De pronto, al doble una esquina choqué contra alguien que hizo que se desperdigasen sus apuntes.
-Perdón- me disculpé -no te había visto-
-Se nota- respondió una voz grave mientras Thomas recogía los apuntes conmigo.
-Ah... eres tú- me levanté para darle los apuntes a Sherlock.
-¿Dónde vais?- preguntó serio.
-No te importa- respondí -y te dije que no volvieras a dirigirme la palabra-
-Vamos (T/N)_____- dijo Thomas agarrando la manga de mi túnica con suavidad.
-Si- caminé -no quiero seguir aquí-

Continuamos la marcha por los pasillos del castillo hasta el despacho de Neville.

Que Sherlock y yo estuviésemos enfadados de nuevo me dolía muchísimo, pero después de aquellas palabras que me había dicho le iba a costar recuperar mi confianza.

La magia de la deducción (Parte 4) (Sherlock Holmes y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora