El huevo dorado

359 36 4
                                    

Pasaron un par de horas desde que terminé la fatídica primera prueba.

Tras una reunión con Perro loco en su despacho, me dirigí con el huevo a la sala común de Gryffindor.
Tras pasar el umbral del cuadro, pude escuchar dos pequeñas explosiones antes de ver como pequeños trozos de confeti volaban ante mis ojos.

Todos mis compañeros habían preparado una pequeña fiesta sorpresa en mi honor.
Todos aplaudían y me vitoreaban.
Una enorme sonrisa cruzó mi rostro mientras alce el huevo dorado con orgullo.
-¡Si pequeñaja!- dijo mi primo George sentándome sobre su hombro a la vez que Fred.
-¡Sabíamos que no morirías!- respondió George.
-¡Gracias chicos!- reí.
-¿Cuál es la clave (T/N)_____?- preguntó Seamus.
-¡¿Queréis que lo abra?!- chillé.
-¡Si!- gritaron todos a coro.
-¡Una... dos... y tres!- dije deslizando la clavija que cerraba el huevo.

Al abrirse, comenzaron a escucharse unos terribles chillidos mientras que un montón de burbujas se agitaban en el interior.

El ruido era tan molesto que tuve que taparme los oídos al igual que los demás, por lo que terminé en el suelo cuando mis dos primos me dejaron caer.
Rápidamente agarré el objeto y lo cerré.
-¡¿Qué demonios ha sido eso?!- dijo una familiar voz ante la cuál mi cuerpo se petrificó.
-¡Venga chicos, cada mochuelo a su olivo!- dijo mi primo Fred despejando la multitud.
-Bastante tenso se pondrá el ambiente ahora como para convertirlo en espectáculo- respondió John.

El joven Holmes avanzó hacia mí con la mirada clavada en el suelo.

Se le notaba triste y avergonzado por lo que sabía perfectamente a que venía.
-Reconozco- suspiró -que hay que estar muy loco para meter tu nombre en el cáliz de fuego-
-Has tardado mucho en entenderlo- dije seriamente.
-Todos lo han dicho a tus espaldas- habló Sherlock mirando a todos -no solo lo pensé yo-
-Genial- suspiré -me siento mucho mejor-
-Al menos...- dijo con una leve sonrisa -te avisé sobre los dragones-
-En realidad fue Hagrid- repliqué.
-¡Que va! ¿No te acuerdas?- contestó - le dije a John que te dijera que Kevin me había dicho que a Amelia Jones le habían dicho que Hagrid te estaba buscando, realmente Kevin no me dijo nada así que realmente que fui yo-
-¿Y cómo pretendes que lo supiese?- protesté -era una locura Sherlock. Además mi cerebro no podía procesar tanta información cuando estaba a punto de pasar la primera prueba-
-Ya... tienes razón- suspiró llevándose las manos a los bolsillos -supongo que estaba hecho un lio-
-Lo sé...- dije extendiendo mi mano -¿Amigos?-
-Siempre- dijo estrechando su mano contra la mía con fuerza.

De pronto su brazo tiró de mi cuerpo con fuerza haciendo que mi rostro impactase contra su hombro.

Mi pulso había subido de golpe, podía notar como las palmas de mis manos, aún cubiertas por los guantes sudaban y como mis mejillas se sonrojaban.
Cuando sus brazos rodearon mi cintura en un fuerte y dulce abrazo que correspondí, una dulce sonrisa se dibujó en mis labios.
-¡Oh venga ya!- protestó George -¡Me habéis hecho perder doce galeones! ¡Quería ese maldito beso!-
-Te lo dije- rió Fred extendiendo su mano -págame-
-Me alegra que volváis a hablaros- dijo John -lo de ser una lechuza no es lo mío-
-Si John- dijo Mary dándole unos toques en la espalda a modo de consuelo -lo sabemos-
-Te va mas ser nuestro Hobbit particular- reí.
-¡Eh!- protestó mientras nos reíamos -pronto daré el estirón-
-Si claro- rió Sherlock -tengo que irme ya-
-¿Tan pronto?- respondí -pero si acabas de llegar-
-Paso de que Filch me eche la bronca- rió antes de besar mi frente -nos vemos mañana-

Nos despedimos de nuestro amigo y nos fuimos a nuestro dormitorio.

Antes de ir a la cama, tuve que darme una buena ducha y curar las pequeñas heridas de mi rostro, pero aquella noche puedo decir que dormí como un auténtico tronco.

A la mañana siguiente me levanté muy temprano para ayudar con los cuidados del dragón.
Todos estaban asombrados con mi enorme habilidad.
-Vaya eres muy buena- dijo un chico de mi misma edad de cabello castaño con toques de pelirrojo.
-Gracias- sonreí -las criaturas mágicas son una de mis pasiones-
-Entonces te llevarías muy bien con mi tatarabuelo- rió -Soy Newt por cierto-
-Así que eres Scamander- sonreí -he oído hablar de ti-
-Normal- sonrió -ambos tenemos familiares famosos-
-Si- reí -pero... eso no quiere decir que seamos como ellos-
-Bueno...- habló rascándose la nuca -en un futuro me gustaría ser como mi tatarabuelo-
-Es normal- reí -a mí también me gustaría ser así-
-¿Y por qué no estudias para ello en un futuro?- dijo el muchacho -creo que hay un programa de becas para poder estudiar con mi tatarabuelo-
-¿Lo dices en serio?- dije sorprendida.
-Pues claro- sonrió -mucha gente quiere que mi abuelo les enseñé pero mi abuelo sabe perfectamente quien tiene vocación y quién no. Por eso solo le da la oportunidad a unos pocos-
-¡Sería uno de mis sueños!- me emocioné.
-Yo creo que tienes muchas oportunidades- respondió Newt mientras se arrodillaba a mi lado -vi como tratabas a este animal, como casi podías sentir su sufrimiento y como corriste en su auxilio cuando nadie más lo hizo. Eso querida es de tener un corazón muy noble y una gran pasión por las criaturas-
-Si- sonreí al escuchar las campanas indicando las primeras clases -em... tengo que irme a una reunión con McGonagall. ¿Nos vemos por el castillo?-
-¡Por supuesto!- sonrió para hacerme una reverencia -¡Un placer haberla conocido señorita Potter!-
-Lo mismo digo señor Scamander- reí antes de ir corriendo a la reunión.

Al llegar allí, todos los alumnos de Gryffindor se acumulaban en la puerta.

Todos parecían nerviosos, suponía que era por algo relacionado con la navidad.
Mi abuelo solía contarme que después de la primera prueba, se celebraba el baile de Navidad y tendría que invitar a alguien para ir conmigo como mi pareja de baile.

Normalmente los chicos se lo pedían a las chicas, y yo era demasiado tímida como para pedirle a un chico que fuese mi pareja.

La magia de la deducción (Parte 4) (Sherlock Holmes y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora