Los mundiales

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Hice caso omiso al gesto de mi amigo y continue la charla con Michael.
-Hace mucho que no hablamos realmente ¿Verdad?- dijo el chico.
-Si, bastante- reí -¿Cómo te van las clases?-
-No me quejo- rió -aunque para ti tiene que ser duro lidiar con todo lo que te pasa-
-Ni lo menciones- suspiré -por suerte puedo arreglármelas gracias a mis amigos-
-Chicos, ya hemos llegado- dijo mi padre con una sonrisa.

En la cima de una colina, descansaba una vieja bota mugrienta.

Todos nos quedamos extrañados, excepto Michael que parecía acostumbrado.
-Es un traslador- dijo con una sonrisa el muchacho -el viaje suele ser muy movido, pero si quieres puedes agarrarte a mí-
-Creo que eso no será necesario- dijo Sherlock con molestia.
-¡Es la hora!- dijo el padre de Michael -agarraos todos a la de una... dos... ¡Tres!-

Todos nos agarramos rápidamente al objeto el cual comenzó a elevarnos en el aire mientras giraba.

Todo daba vueltas, nuestros cabellos se alborotaban e incluso parecía más complicado respirar.
De pronto nos dimos de bruces contra el suelo, exceptuando a mi padre, mi abuelo, mi tío Ron, Michael y Sebastian.

Nos levantamos del suelo y al caminar unos metros, descubrimos el enorme campamento que se había preparado para los mundiales.
La emoción invadía mi cuerpo, tanto que tenía ganas de saltar de alegría.
-Podeis ir a dar una vuelta- dijo mi abuelo -vosotros ya sabéis donde esta la tienda-
-Si abuelo- respondimos mis primos y yo a coro.
-Vamos chicos- dije arrastrando a John, Mary y Sherlock mientras seguíamos a los gemelos.

Todo aquello era increíble, música, gente volando en escoba, malabaristas, alcohol... ¡Era fantástico!.

Decidimos parar en un pequeño puesto para comprar unas empanadas de carne y unas manzanas de caramelo, pues el viaje nos había dado muchísima hambre.
Ver aquel ambiente, me hacía querer ir siempre a los partidos, a pesar de que mi abuelo casi siempre nos llevaba.

Se hacía tarde y debíamos volver a la tienda por lo que corrimos hasta au localización.
Al ver una pequeña tienda de campaña, Mis amigos se quedaron extrañados.
Pero al entrar descubrieron que en realidad era casi tan grande como la casa de mi tío Ron.
-¡Me encanta la magia!- dijo Sherlock emocionado.
-Chicos pies fuera de la mesa- dijo mi tío Ron a los gemelos.
-Pies fuera de la mesa- dijeron a coro quitándolos y cuando dejó de mirar volvieron a su antigua posición.
-Ven Mary- dije sonriendo -te enseñaré nuestras camas-

Nuestra parte era enorme y tenía dos camas para nosotras bastante grandes.

Mi abuelo nos llamó para cenar antes del partido y así lo hicimos.
Mis primos tenían la cara pintada con los colores de Irlanda y mitad de la cara de John era de color rojo en honor a Bulgaria.
La conversación, al igual que aquella misma mañana, volvió a girar en torno al partido.

Cuando terminamos de cenar, agarramos nuestras cosas y nos fuimos al campo.
Según Ron, nuestros asientos eran los mejores para aquella ocasión.
Estábamos arriba del todo del estadio y teníamos una perfecta vista del campo.
-¡Es genial!- gritó mi primo George.
-Menos mal que me traje el abrigo- dijo John -aunque es una pasada-
-Ya os dije que Ron sabía lo que hacía- dijo mi abuelo pasando sus brazos alrededor de mi abuela para besar su cabello.
-¿Tienes frío (T/N)____?- dijo Sherlock al verme tiritando.
-Un poco- dije mientras mi padre me ponía un abrigo.
-Toma- dijo quitándose su bufanda para ponerla alrededor de mi cuello -esto te ayudará un poco-
-Gracias- sonreí.
-Vaya, vaya- dijo una desagradable voz conocida -pero si son el cuarteto de oro-
-¿Qué haces tú aquí Adler?- dijo Mary.
-Tenemos reservado asientos en el palco principal junto a la mismísima Hermione Granger- dijo ella alardeando -aunque vuestros asientos no son nada malos. Si llueve seréis los primeros en saberlo-
-No alardees Irene- dijo su padre dándole una leve colleja en la nuca -dejémosles ver el partido tranquilos-
-No le hagáis caso chicos- dije a mis amigos.
-Y a ti señorita- dijo el hombre clavando la empuñadura de su bastón en mi mano haciendo que le mirase -más te vale andarte con cuidado-
-¿Estás amenazando a mi hija?- dijo mi padre molesto -porque puedo meterte en graves problemas Adler. Incluso podría mandarte a Azkaban-

El hombre no dijo nada y se fue con su insoportable hija.

De pronto, los fuegos artificiales comenzaron a llenar el estadio, pues los Irlandeses habían salido al campo.
Las chispas verdes y blancas formaron un enorme Leprechaun que bailaba sin parar, era muy simpático.

Sin lugar a dudas aquel era un sitio excelente debido a la perfecta vista del espectáculo.
-¡Ahí vienen los Búlgaros!- gritaron mis primos emocionados mientras hacían desaparecer el enorme Leprechaun.
-¡Qué pasada!- gritó John al ver como los jugadores de Bulgaria hacía piruetas sobre sus escobas.
-¡¿Quién es ese?!- dijo Mary al ver a un chico haciendo el pino sobre su escoba.
-¡Es Krum!- gritó Sherlock para que pudiésemos oírle -el mejor jugador de Bulgaria-

De pronto, en los palcos comenzó a aparecer la imagen de jugador Victor Krum junior.

La imagen recorrió toda una fila de asientos mientras todos los hinchas de los Búlgaros coreaban su nombre.
Era un chico fuerte, de aspecto serio, perilla y cabello rapado.
Sin lugar a dudas iba a ser un encuentro fascinante, ya que los jugadores de Irlanda tampoco se quedaban atrás.

Al terminar el partido con la victoria de Bulgaria, todos volvimos a la tienda.
Estábamos descansando y bailando como Irlandeses cuando John habló.
-Krum es el mejor- dijo John levantándose.
-¿Krum?- dijeron los gemelos para repetir el nombre varias veces como si fuesen indios bailando a su alrededor.
-Su forma de jugar era increíble- respondió John.
-¡Victor te aaaamooo!- canturreó George.
-Yo no he...- dijo John molesto.
-¡Victor te aaaamooo!- volvió a cantar.
-¡Eres mi amoooor!- canturreó Fred.
-¡Y mi corazón solo es para ti!- canturreamos los demás a coro para reír.

De pronto se escuchó un gran alboroto afuera.

La gente parecía alterada y corría de un lado para otro.
-Menudo cabreo tienen los Irlandeses- dijo Fred.
-¡No son  los Irlandeses!- dijo Ron -¡Rápido coger vuestras cosas!-

La magia de la deducción (Parte 4) (Sherlock Holmes y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora