Las tres escuelas

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El día de partir hacia Hogwarts llegó con muchísimas ganas como todos los años.

Según el profeta nadie en el ministerio sabía quien había conjurado aquella marca de los mundiales a pesar de haber puesto muchísima seguridad.

El trayecto se me hizo eterno pero ver de nuevo aquellos pasillos, hacían que la felicidad, después de todo lo que había pasado, volviese a mi cuerpo de nuevo.

Al llegar a la escuela vimos como un enorme carruaje tirado por unos magníficos pegasos descendía torpemente a los campos de la escuela.
Del lago negro surgió un enorme barco de aspecto antiguo, era precioso.
No teníamos ni idea de que hacían allí, pero estaba segura de que sería por una buena razón.

Todos los alumnos del colegio entramos en el enorme comedor y tomamos asiento en nuestros respectivos lugares.
La profesora McGonagall se levantó de su asiento y habló.
-Alumnos- habló -a pesar de la enorme tragedia sucedida hace 61 años aproximadamente, el ministerio ha decidido volver a celebrar el conocido Torneo de los tres magos. Hogwarts acogerá a dos escuelas y un alumno de cada una participará en una serie de retos mágicos. Pero el elegido estará solo y he de decir que estos retos no son para pusilánimes. Los detalles los daré más tarde. Ahora demos una calurosa bienvenida a las alumnas de la Academia de magia Beauxbatons y a su directora Madamme Maxim-

De pronto un enorme grupo de bellas muchachas con uniformes azules entraron en la sala con una enorme giganta ante la cual Hagrid estaba embobado.

Todos los chicos se quedaron embobados ante tal belleza, pues tenía que admitir que las chicas era impresionantes.
-Tras este recibimiento- dijo la directora -demos otra cálida bienvenida a los alumnos de Durmstrang y a su director Gregory Vólkov-

De pronto un grupo de chicos entraron en la sala golpeando unos enormes bastones de los que salían chispas al tocar el suelo.

Los chicos hacían unas impresionantes piruetas pero junto a su director, cuya cara producía escalofríos, entro una persona ya conocida.
-¡Mirad es él!- dijo John emocionado -es Victor Krum-
-John... controla a tu Fanboy interno- dije mientras hacía reír a Mary y mis primos.
-Como si fuese fácil señorita Holmes- dijo con burla.
-Vete a la mierda Watson- dije seria.
-Bien- dijo la directora dando una palmada -ahora espero que tengamos una convivencia en armonía. Ahora de las tres escuelas aquí reunidas solo uno de los alumnos podrá levantar ¡La copa de los tres magos!-

Filch quitó un enorme trapo que cubría una columna sobre la que descansaba una hermosa copa plateada que desprendía un fuerte destello azul.

Era tan hermosa que todos los alumnos la moraban fascinados.
De pronto, un hombre se levantó de la mesa.
-Por orden del ministerio- dijo aquel hombre -ningún mago menor de diecisiete años podrá participar en este acontecimiento-
-¡¿Pero que dice?!- dijo un alumno de Ravenclaw en señal de protesta.
-¡No es justo!- replicó otro poniendo en revuelo a todos los magos hasta sexto curso.
-¡Discriminación!- gritaron los gemelos.
-¡Silencio!- gritó la directora McGonagal instaurando de nuevo el orden en la sala -para asegurarnos de que sea así, cada alumno meterá su nombre en este cáliz de fuego para asegurarnos de que ninguno hace trampas-

La directora siguió con su discurso y cuando terminó, me fijé en una muchacha de Beauxbatons de cabello rubio con algunos reflejos pelirojos.
Cuando nuestras miradas se cruzaron, una enorme sonrisa cruzó nuestros rostros.

Ambas nos levantamos del asiento y corrimos a encontrarnos.
Los brazos de la muchacha se abrieron de par en par y me estrujaron con fuerza.
-¡Dios mío como has crecido preciosa!- dijo ella besando mi cabello con suavidad -¡Estás estupenda!-
-¡Te extrañé tanto Dominique!- dije abrazándola de nuevo -tienes que visitarnos más a menudo-
-¿Siguen molestándote los gemelos?- preguntó ella con una dulce sonrisa.
-¡Que va!- reí.
-¡Prima!- gritaron ellos corriendo a estrujarla.

John y el resto de alumnos nos miraban extrañados, pues ninguno conocía a aquella muchacha.

Dominique era la hija de Fleur y Bill Weasley y, por tanto, prima lejana mía.
Era una muchacha bellísima de ojos tan azules como el cielo.
Como en su sangre corría el gen Veela, por parte materna, a todos los chicos les parecía inhumanamente hermosa.
Tenía una hermana mayor, Victorie, que había salido con el profesor Lupin años atrás, y un hermano menor, Louis, un par de años más pequeño que yo.
De las dos hijas, ella era la única que había querido asistir a BeauxBatons siguiendo los pasos de su madre, pues Victorie había estudiado en Hogwarts.

Al parecer ella iba a presentarse voluntaria, pues cumplía los requisitos para ello.
Entendía que solo participasen los mayores, ya que eran pruebas muy duras y peligrosas.
Pero por otro lado, también comprendía a los alumnos, puesto que un evento así no se ve todos los días.

Todos los alumnos charlaban entre si y el ambiente era mucho más agradable que de costumbre.
La mayoría de los chicos hablaban con Krum y sus amigotes mientras que las chicas charlaban con las alumnas francesas de como eran sus clases, su colegio, etc.

Entre todo aquel tumulto, una mano se posó en mi espalda con determinación haciendo que me sobresaltase.
-Tranquila que no te voy a comer- rió Sherlock sentándose a nuestro lado.
-Joder Sherlock- suspiré aliviada -me has asustado-
-Así que...- dijo Dominique con una pícara sonrisa -tú eres el famoso Sherlock Holmes ¿No?-
-El mismo que viste y calza- respondió con una sonrisa.
-Las cartas que recibí no hacen justicia ante tu presencia muchacho- dijo ella con una sonrisa mientras yo enrojecía terriblemente -mi primita sabe escoger-
-¿Perdón?- dijo confuso.
-¡Nada!- dije con una risa evitando que se enterase de que yo había escrito esas cartas y mirando mal a mi prima -está bromeando. Dominique es así-
-Es cierto- rió ella -cielo ¿Me acompañas al baño por favor?-
-Claro- dije levantándome al mismo tiempo que ella.

Cuando llegamos a los baños de Myrtle Dominique se lavó las manos.

Al darse la vuelta me miró.
-¿No le has dicho nada?- dijo ella con seriedad.
-No me atrevo- dije suspirando -tengo miedo de que si algo sale mal no quiera verme nunca más-
-No puedes saberlo si no lo intentas- sonrió -pero estoy segura de que a él también le gustas-
-Prefiero ir con calma- dije -todo se terminará sabiendo con el tiempo pero no ahora-

La magia de la deducción (Parte 4) (Sherlock Holmes y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora