El cementerio

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Narras tú

Al ver a mi prima en aquel estado lance el hechizo Periculum para que la recogiesen.
De pronto un enorme viento comenzó a soplar y vi como el pasillo comenzaba a cerrarse sobre mí.
Corrí todo lo rápido que pude para zafarme de quedar atrapada y logré salir.

Continué caminando por aquellos amplios, fríos y lúgubres pasillos.
De pronto un gritó sonó a mi derecha y vi a Krum con los ojos casi blancos apuntándome con su varita.
-¡Agáchate Potter!- escuché a Michael haciendo lo que me pedía asustada -¡Expelliarmus!-
-Dios mío- dije al ver salir volando a Krum.
-¿Estás bien?- dijo el Hufflepuff corriendo a mi lado.
-S... si- respondí -estoy bien. Estaba hechizado ¿Verdad? Sus ojos...-
-Si- confirmó mi compañero -vaya jueguitos nos hacen pasar-
-Ya te digo- dije continuando caminando para ver un destello azul -¡La copa!-

Ambos corrimos a toda velocidad hacia ella.

Sin esperarlo, los árboles se abalanzaron sobre nosotros y las raíces intentaban atraparnos mientras un fuerte viento soplaba con intensidad.

Al llegar, miré a Michael dubitativa.
-¡Tócala!- gritó -te mereces ganar el torneo-
-¡Juntos!- chillé -Uno... dos... ¡Tres!-

Al posar nuestras manos en la copa todo daba vueltas, nuestros cabellos se alborotaban e incluso parecía más complicado respirar.
De pronto nos dimos de bruces contra el frío y húmedo suelo.
Miré alrededor y me horroricé, pues ya no estábamos en Hogwarts.

Un montón de tumbas nos rodeaban entre una espesa y fría niebla.
-Mike- susurré -escóndete rápido-
-¿Dónde estamos?- susurró para dirigirse a una tumba excavada a bastante profundidad.
-No te muevas y no hables por mucho que oigas- hablé en voz baja -volveré a por ti-
-Vale- respondió.

Caminé unos cuantos metros hasta una enorme cripta donde un caldero descansaba justo en el centro de un circulo.

Las antorchas se encendieron y un personaje conocido emergió de las profundidades de la cripta cargando con un ser extraño y demacrado.
-¡Expeliarmus!- gritó Petterson desarmandome y empotrandome contra una columna.

Una enorme estatua rodeó mi cuerpo contra la fría roca mientras colagusano lanzaba a aquel ser al caldero.

Pronto comprendí quien era aquel ser tan demacrado.
-Ya está listo amo- habló Petterson.
-Hazlo ahora- ordenó el demacrado Voldemort.

De pronto desenvolvió el cuerpo y lo arrojó al caldero, en aquel momento deseaba con todas mis fuerzas que se ahogara en el agua hirviendo.

Petterson se llevó la mano al bolsillo y dirigió su varita a una tumba y comenzó a hablar.
-Hueso del padre involuntariamente otorgado, renovarás a tu hijo- dijo lanzando un hueso al caldero -carne del vasayo voluntariamente sacrificado revivirás a tu señor-
-¡Oh Dios!- grité al ver como el hombre se cortaba una mano y gritaba con una gran agonía.
-Sangre del enemigo tomada por la fuerza- dijo el hombre con voz dolorida clavando un cuchillo en mi muñeca haciendo un corte que me hizo sangrar -resucitarás al que odias-

Cuando la sangre del cuchillo cayó en el caldero, el agua comenzó a hervir violentamente siendo rodeado por unas fieras llamas.
Una extraña masa comenzó a formarse poco a poco tomando la forma de un cuerpo humano que finalmente terminó siendo envuelto entre sombras que formaron una túnica tan negra como el carbón.

El hombre dio un par de pasos hacia su vasallo y habló.
-Mi varita Petterson- dijo haciendo que obedeciese-extiende el brazo-
-Gracias amo- dijo extendiendo su brazo sin mano.
-¡El otro brazo!- ordenó.

El hombre extendió su brazo donde llevaba tatuada la marca tenebrosa.

Voldemort acercó su varita y un silbido llenó el cielo.
De pronto 7 hombres aparecieron rodeandoles.
Una siniestra sonrisa cubrió el rostro del señor oscuro.
-Bienvenidos amigos- sonrió -13 años han pasado desde nuestra última reunión. Aunque he de admitir que estoy muy decepcionado con vosotros, con todos y cada uno de vosotros-

Fue diciendo los apellidos de los presentes y arrebatándoles sus mascaras hasta que se paró frente a un hombre de cabello negro.
-Sobretodo contigo Adler- dijo arrancándole la máscara.
-Mi señor- habló el hombre -un susurro de vuestro paradero habría sido suficiente para acudir en su búsqueda-
-No era necesario- se molestó -sois unos traidores-
-Yo regresé- habló Petterson.
-¡Pero por miedo!- habló Voldemort corriendo a su lado -¡No por lealtad!-

Intenté soltarme antes de que se percatara de mi presencia pero el abrazo de la estatua era demasiado fuerte.

Cuando Voldemort se giró, dirigió sus fríos ojos hacia los míos.
Su rostro era pálido casi cadavérico, sin nariz y aspecto reptil.
-¡(T/N)______!- exclamó -¡Casi se me había olvidado que estabas ahí! Aquí tenemos a la niña que vivió. Hace 14 años una madre inocente se sacrificó por salvar a su pequeña hija escondiéndola en un armario, ahora ya nada puede impedirme matarla. Luchemos en un duelo ¿Te parece bien? Será rápido-

Con un movimiento de varita, la estatua me liberó haciéndome caer al suelo.

Rápidamente me incorporé y saqué mi varita.
-¡Vamos (T/N)_____!- dijo Voldemort -en un duelo primero ha de hacerse la reverencia al rival ¡Inclínate!-
-Aaaaaah- grité al notar como mi cuerpo se doblaba involuntariamente con el hechizo imperio.
-Muy bien ahora...- habló dirigiendo su varita hacia mi -¡Avada Kedabra!-
-¡Expeliarmus!- grité.

Ambos hechizos chocaron entre si formando una gran línea de luz continua.

Ambos estábamos poniendo mucho esfuerzo en el combate.
Los mortifagos intentaron ayudarle pero él quería matarme solo, aunque no sería aquella noche.

A medida que mi hechizo se acercaba a la varita del señor oscuro, unas pequeñas bolas de luz salieron de ella situándose a mi alrededor.
Uno era un hombre de cabello corto y gafas redondas, una mujer de pelo largo, el anciano que había visto en mis sueños y a mi derecha la mujer más bella del mundo.
-Mamá- sollocé.
-Tienes que correr mi niña- dijo ella.
-Cuando el hechizo golpeé su varita podremos quedarnos un instante- habló el hombre de gafas -solo un instante-
-De acuerdo bisabuelo- sonreí.
-¡Suelta ya!- dijeron todos a coro.

Al soltar, todos se abalanzaron sobre el señor oscuro y yo corrí junto a Michael donde juntos tocamos de nuevo la copa.

La magia de la deducción (Parte 4) (Sherlock Holmes y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora