Under The Pain Of The Moon [omegaverse] [Viktuuri] #LoveAndLifeAwards2018

Especial: ''Espinas del pasado.''

''Este especial ocupa vivencias de estos personajes en tiempos anteriores, por lo tanto no se asusten si ven cosas extrañas que aún no se han mencionado con claridad. 

También quiero informar que este pasado y algunos personas nuevos mencionados aquí son parte esencial para la historia a futuro y quisiera darles un pequeño vistazo antes de que todo estalle en el presente. 

Este especial es algo triste ya que quiero hacer ver como solía vivir Pichit antes de que Viktor y el resto les rescataran de las garras de una vida cruel y bastante solitaria, cargada de abusos o encierros.

Sin nada más que decir, me retiro"

    Si algún día tuviera que escoger entre su pasado y morir, prefería mil veces morir. 

     Había vivido una vida llena de abusos y humillaciones de parte de quienes debían protegerlo; recordaba haber tenido ocho años cuando todo ocurrió, un recuerdo que se mantenía latente para herirle casi todas las noches, pero que eran espantadas al sentir el calor de su pareja a su espalda brindandole protección. 

   La mirada despreciante de su padre, la indiferencia de su madre y la asquerosa lujuria en los ojos de aquel hombre le perseguirían toda su vida. Recordaba haber forcejeado inútilmente con sus pequeños brazos, retorciéndose en los brazos de uno de aquellos lobos repugnantes que habían preferido llevárselo a él que a quien debía las deudas. 

  También recordaba como ambos hombres, humano y animal, se habían tomado de las manos como si cerraran un trato de forma pacifica aunque habían llegado con el propósito de asesinar a toda su familia. Su progenitor estaba ocupado protegiendo al nuevo cachorro que había concebido y que no era más que un pequeño bultito envuelto en las blancas sábanas que la mujer beta apretaba contra su pecho. Siempre había sido consciente de que para ellos el tener un omega en la familia había sido una vergüenza de la que quería liberarse, pero nunca creyó que lo harían de esa forma. 

    La manada le había encerrado en un cuarto muy oscuro al llegar a la guarida, donde le amarraron con cuerdas apretadas de las que aún conservaba la marca en las muñecas. 

  Aveces recordaban alimentarlo y otras le obligaban a beber de la misma agua pútrida durante tres días; si, a eso se había reducido su infancia, a vivir encerrado en una oscuridad arrolladoramente cruel. Los integrantes de dicho grupo apenas y entraban a verle y cuando lo hacían no eran más que para burlarse de él o golpearle sin motivo. 

—¡Eres asqueroso!—Grito uno de los alfas un día luego de haberle estampado una patada en el estomago.—Deberían haberte matado. 

  Ciertamente ya se había acostumbrado a dicho trato y no podía hacer nada más.