Under The Pain Of The Moon [omegaverse] [Viktuuri] #LoveAndLifeAwards2018

Capítulo 17: "Sentimientos a flor de piel"

El viento agitaba su pelaje mientras el amanecer empezaba a pintar el cielo. Había estado tan concentrado en medio del desastre que no había notado el detalle que los cielos empezaban a aclarar, demostrando su plena belleza entre las blancas montañas, como si la actual ventisca nunca hubiera ocurrido y no fuera más que una ilusión. Sus patas se profundizaban en la gran capa de nieve, sintiéndose angustiado de lo que podría o no encontrar en su guarida.

Su cabeza no dejaba de formular ideas con respecto a lo pasado y todas lo dirigían a un mismo destino: Aiday. Sabía que aquella mujer era sumamente peligrosa, y hasta había previsto que ella haría aquel desastre nuevamente, haciéndole sentir aquel deseo de herirla que había evitado esos días.

Una vez pudo vislumbrar la casa frente a él, tomó forma humana corriendo hacía el porche, donde los demás permanecían sentados en las escaleras de madera o recostados contra la baranda dentro de esta. Phichit se encontraba abrazando a Chris mientras intentaba darle más calor del que aquella sábana podría proporcionarle; dejando que las lágrimas de aquellos ojos grises mojaran su hombro. La mano del hombre acariciaba su espalda de arriba a abajo, en un gesto de completo consuelo.

Por otro lado, Mila recostaba su cabeza en los pasamanos de la corta escalera, cubriendo su desnudez con una manta de color chocolate, demostrando el increíble cansancio que la invadía. Aceleró sus pasos en búsqueda de Yuuri, empezando a desesperarse al no verlo cerca y empezar a llamar a su nombre con el tono de voz alto, necesitando con suma desesperación oírle.

Pasó por un lado de una dormida Mila, encaminándose dentro de la casa y de repente, la vio recostada en la pared con Eleni en sus brazos. Poseía la sábana, que pudo reconocer como suya, cubriendo su cuerpo mientras la chiquilla tanteaba su piel amoratada y cortada en la mejilla, incluido el labio roto. Pudo notar las manchas de lágrimas en los arrebolados cachetes; acercando sus tiernos labios a la herida para depositar un inocente beso y enredando los bracitos en su cuello, haciéndola soltar un pequeño gemido de dolor.

La rabia tomó control de él, liberando aquellas feromonas con el propósito de hacerle notar su presencia e intimidarla; pero, aunque logró llamar su atención, era consciente que él no le asustaba en los más mínimo. Se acercó a ella con paso rápido, por lo que ella colocó a la niña a un lado, alejándola.

No le había dado tiempo siquiera de pararse sobre sus pies, ya que le había agarrado de los hombros, enterrándole las garras en la piel y elevándola para golpearla con fuerza sobre la pared. Ignoró el grito de dolor que salió de su esbelta garganta, al igual que ignoraba los gritos de la niña que le golpeaba los muslos con las manitas.

―Rata asquerosa ―insultó apretando su agarre―, de todas las bajezas que pudiste cometer en el pasado, no creí que pudieras hacerlo dos veces. Eres verdaderamente despreciable. ―La rabia llenaba sus ojos enormemente, dando imagen del depredador aterrador al que todos temían―. ¿Dónde está? Si no me lo dices voy a descuartizarte ahora mismo.

La mujer solamente le veía, con aquellos espectaculares ojos vacíos. Parecía un alma muerta, un alma que no poseía nada y harta de todo. Bajó la mirada, ocultándose con su larga melena, soportando el dolor en los huesos de sus hombros y tan quieta como una muñeca de trapo.

―¿Viktor...? ―escuchó aquella voz dulce llamándole―. Amor, por favor detente.

Las alertas de su cuerpo se activaron instantáneamente al reconocer aquella preciosa voz que susurraba su nombre. Dejó caer el cuerpo níveo sobre el suelo mientras se daba levemente la vuelta para mirarlo. En sus brazos había cobijas limpias y el bolso de cuero que guardaba las medicinas.

Con el corazón frenético, caminó hacia su pareja, arrojando lo que portaba en sus brazos al suelo y apretándolo contra su pecho con fuerza, dejando escapar los sollozos que estaba conteniendo. Besó su cuello y clavículas con vehemencia, subiendo por sus mejillas y atacando su boca en un beso desesperado.