Capitulo 10: La Familia Cullen

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Al día siguiente desperté con el olor a quemado, lo único que quedaba era polvo. Me levanté con dificulta y empecé a recoger cada ceniza, guardándolo en una hoja de banano sin tener más nada para ofrecer. Abrí un hoyo en las raíces del árbol para introducir los restos y en ella tallé  "Elena, tu hijo nunca te olvidará"

Cuando había terminado, no me percataba de que tenía hambre, y sin fuego no quería pescar, teniendo que resignarme a buscar frutas. Luego recordé que en la cueva dormía una de las vampiras, a que la humanidad creía ficticio. Sabía que no tenía ropa y con la escusa de no comer más frutas decidí salir a la ciudad. Recordaba a Susan decir que la calle estaba al norte de ese lugar y así hice.

Caminé lo más rápido que pude hasta llegar a una carretera desierta, miraras por donde fuera no podías ver el final y al frente solo se veía una colina repleta de rocas, no sabía en qué dirección ir. Entonces me pregunté ¿como Susan supo tomar la dirección correcta? No podía preocuparme por ella, ya no más. Me fui a la suerte y decidí tomar la izquierda.

El cielo se tornaba de un gris amenazante, sabía que pronto llovería, aceleré el paso, lo menos que la herída de mi blazo se infectara. Después de horas caminar, veía a lo lejos un pueblo  no muy grande, pero se notaba agradable.

   -Solo espero no encontrarme a Susan. –Pensé.

Normalmente cuando caminaba kilómetros me cansaba a la media hora, pero esta vez tenia la resistencia de un leopardo, entonces recordé que en el hotel, levanté a Susan sin mucha dificulta. Mi cuerpo estaba cambiando y me daba cuenta por completo. 

Había muy poca gente por la calle y sin llamar mucho la atención me entré con normalidad. No era tonto, sabía que sería reconocido de inmediato, el pueblo no era muy grande, así que todos debían conocerse. A demás el pueblo en sí, se saludaban con agrado. Mucho de las mujeres corrían a meter los niños a la casa. No me sorprendía, realmente un tormenta se aproximaba. Agarré un saco para alimento de gallinas y lo vacié por completo, luego me aproximé a los mercados. Tenía que buscar alimento y ropa. Lo vi facil a darme cuenta de que los mercantes jugaban cartas despreocupadamente, de seguro no hay había ladrones en este pueblo.

Por más desagradable que fuera metía todo lo que podía en el saco, no sabía que, pero toda una mesa de mercancía entraba a la bolsa. Ya tenía lo suficiente para ese día, lo que importaba ahora era buscar ropa, y sería otro trabajo sencillo a ver montones de tendederos con ropas en ellas. No sabía nada sobre moda, pero me imaginé que no le habría de importarle mucho. Agarraba todo lo que podía, pantalones, faldas, bruzas, vestidos. 

    -¿Si sta facendo? –Preguntó un chico que se asomaba por la ventana, llevaba un libro en la mano.

Me sorprendió por completo, mi instinto fue correr lo más rápido que pude del lugar. La lluvia empezó a caer y todos los negocios y casa cerraban sus puertas haciendo que mí huída fuera sencilla, entré por un callejón para estar más seguro. No había duda de que estaba lejos y a salvo, volteé a ver que nadie me siguiera y justo en ese momento tropiezo con una persona.   

   -Nessuno ruba dalla sua famiglia –dijo el mismo chico de la ventana.

Me levanté con rapidez y corrí a darle un golpe, tenía la ventaja de detenerme, pero dejó que lo hiciera muy confiado, mostrando una sonrisa maquiavélica. Pero no pensó que podría tener más fuerza de lo que podría tener un niño común. El golpe lo lanzó con fuerzas hasta unos escombros y aproveché el momento para salir huyendo. Pero justo antes de que pudiera salir del callejón, volví a tropezar con el mismo sujeto, pero esta vez se sujetaba el estomago con gesto de dolor. Corrí hacia el otro lado pero el ya estaba ahí, volví a intentarlo y el ya estaba en el medio.  

Crónicas de Ráziel - El Secreto de un MestizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora