Capitulo 9: Una Despedida y Un Funeral.

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Desperté sobresaltado por la horrible pesadilla. Todas las que había tenido hasta ahora en una sola noche. Algo tenía que significar, seguro estaba más cerca en encontrar las respuestas. Vi a mí alrededor y Susan ya estaba despierta tomando agua con una taza de coco.

   -¿Dónde está la madre Elena? –Pregunté.

   -Dijo que se iría a dormir, seguro tiene un ataúd en algún lado del bosque.

   -¿Qué vamos a desayunar?

   -Yo ya comí –dijo Susan un poco inquieta. –Ráziel tenemos que habrá.

   -Que sucede?

   -Me temo que no te voy a poder seguir acompañándote. –Dijo Susan con cara de culpabilidad.

   -¿Pero, porque? –Estaba confuso.

   -No puedo seguir con todo esto. Yo tengo mis propios problemas.

   -Pensé que éramos amigos.

   -Quise ser tu amiga, pero no funcionó. Esto es más de lo que creí. La madre Elena me dijo que hay un camino al norte de este lugar. Me iré a la ciudad y llamaré a mi familia.

   -Eso es todo, te rindes así no más. –Exclamé –pensé que eras mucho más fuerte. Pensé que había tenido una amistad verdadero. ¿Todo fue mentira?

   -Ya basta, entiéndelo por favor. Esto no es lo que yo pensé.

   -¡No no lo entiendo! 

   -¡Solo te usé! Te seguí para saber más sobre el origen de la vida. Tu eres uno de los primero en caer en esta tierra, y creí que si tu memoria volvía podría descubrir el paradero de mi padre. Ya te lo dije ¿Estás feliz?

Me quedé atónico, no podía creerlo. Todo esté tiempo Susan me usaba. Era solo una herramienta. Ella empezaba a llorar, pero en ese momento la odiaba.  

   -Entonces vete. –dije.

   -Ráziel, de verdad perdóname.

   -No quiero tus disculpas, no quiero saber nada de ti. ¡Largo, vete y busca a tu padre, que de seguro está muerto!.         

En ese momento ella me bofetea, tan fuerte que me tira al suelo. Entonces me di cuenta que estaba bañada en lagrimas. Ella nunca quiso que esto pasara, pero yo tampoco.

   -Perdóname –dijo saliendo de la choza.  

Me quedé en el suelo pensando lo rápido que pasó todo, el porqué de las desgracias me caían encima. Agarré todo lo que podía y lo destruía, la mesa, las cortinas, los cocos, todos los tiraba contra la pared y sin darme cuenta estaba en medio de un desastre.  

Salí a tomar aire, vi que las llamas de la fogata aún ardían, me aproximé a tomar agua. Y me decidí a comer pez. Me quité la ropa y me lancé al agua. Al principio creí que atraparlos con las manos sería sencillo, pero no fue así. Busque una vara lo suficientemente largo, y una roca afilaba para sacarle punta. Traté de hacerlo a distancia para no espantarlos, pero al lanzar la lanza siempre fallaba. Luego traté de hacerlo de cerca, me quedaba quieto por varios minutos hasta que llegara un pez, pero se escapaba y tardaba mucho para que volviera otro. Qué ironía, soy un dios que tiene hambre. Me resigné y fui a buscar fruta, era imposible atrapar un pez o simplemente mi temperamento no me dejaba. Estaba molesto, de verdad estába molesto. 

Crónicas de Ráziel - El Secreto de un MestizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora