Capitulo 14: Newén

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Mi cuerpo se movía con brusquedad, estaba acostado en la espada de un reptil, aún era de noche y aún me dolía mi brazo. ¿A dónde me llevan? –Me pregunté –pero si me hubiera querido muerto ya lo habrían hecho. Las bestias se detuvieron y uno de ellos me agarró como si fuera un juguete colocándome en el suelo con mucho cuidado.   

Estaba débil pero con fuerza suficiente para levantarme, cuando miré a mi alrededor, me di cuenta que estaba dentro de una cueva. Me moví con dificultad hacia un costado y me senté a relajar los músculos.

Una criatura se apareció de repente frente a mí. Era como un lobo pero humano a la vez, estaba en dos patas y dos veces más grande que una persona normal.

   -Así que has llegado –habló el monstruo. –no tenías que ser ayudado por tus demonios. –se dirigió a la bestia que me habían ayudado y uno de ellos agachó su mirada con temor, el otro retrocedió pero tan solo dos pasos. –baja la montaña y vuelves a subir sin ninguna ayuda.

   -¿Eres Newén, el sabio? –Pregunté, supe entonces que era un hombre lobo, pero diferente a los de cuatro patas.

   -Baja y vuelve a subir, pero esta vez sin ayuda. –repitió el monstruo.

   -No lo haré. Necesito hablar contigo.

   -No hablo con personas débiles.

   -¿Sabes quien soy?

   -No me interesa quien eres –Habló y luego se marchó a lo profundo de la cueva.

No tenía la fuerza para regresar y volver a subir, pero si era la única forma para poder formar una conversación con el tenía que hacerlo. Me levanté y caminé hacia la salida, las bestias me empezaron a seguir con cautela. Estaba molesto, furioso y frustrado.

   -¡Lárguense, no necesito de su ayuda! –Les grité a esos enormes reptiles, no sabía lo que eran, pero estaban ahí para ayudarme ¿Pero por que a ahora? He estado en peligro en muchas ocasiones y nunca se aparecieron. Los demonios se miraron entre sí y se desvanecieron dejando un humo negro y espeso.

Seguí mi camino y al final de la salida estaba Newén, esperé creyendo que me iba a decir algo, pero no mostró ninguna señal, así que caminé pasándolo por un lado, y hasta que estaba en una distancia más o menos largo, me hablo.    

   -Ráziel, sígueme –dijo el lobo.

Me voltee y lo seguí a lo profundo de la cueva, hasta llegar a un pequeño arroyo, que sobresalía de las paredes.

   -Bebe –me ordenó.

Esas palabras me incomodó mucho, obedecer ordenes no era lo mío, pero mi orgullo se fue al drenaje, realmente tenía sed.

   -Déjame ver tu brazo.

Ese miedo que sientes, cuando algo malo va a suceder, lo presencié en ese momento. Me negué, pero Newén se acercó con rabia y me estiró el brazo con brusquedad, haciendo que el dolor me retumbara.

   -Maldición, maldición ¿Porqué? –Me retorcía de dolor.

   -Si no te enderezo el brazo, no se te recuperará nunca. –dijo Newén sentándose a un lado de mí.

El dolor desaparecía siempre y cuando no emitiera ningún tipo de movimiento. Tirado en el suelo me apresuré hacer las preguntas.

Crónicas de Ráziel - El Secreto de un MestizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora