Capitulo 2: Una Chica Extraña

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  -Porque quieres trabajar como pescador? –Me preguntó el capitán.

Había escuchado que estaban contratando nuevos reclutas, para el trabajo como pescador, así que me dirigí al lugar. Creí que iba hacer fácil, pero no fue así.

   -   La pesca es una de las primeras actividades del hombre, encaminada a satisfacer sus necesidades alimenticias –Respondí – En pocas palabras, necesito el dinero para vivir. No tengo familia.

El capitán era un viejo obeso con muchas cicatrices en el rostro; me extrañaba que no tuviera un parche en el ojo. El señor se me quedó mirando frunciendo el ceño.

   -¿Ve esos pilares de barriles? Quiero que los subas al barco en una hora si no logras hacerlo en una hora no tendrás el trabajo. ¿¡Me has entendido!?   

   -Sí, señor!

No perdí más tiempo y me propuse a mover todos los barriles; por suerte no estaban llenos, me imaginé que sería para colocar los peces. Por una parte estaba aliviado, pero por otra al saber que tengo que colocarlas todas en el barco en una hora era demasiado difícil. Traté de llevarlas rodando de tres en tres, todo iba bien hasta que los marineros me pateaban los barriles o simplemente pasaban por mi lado colocando el pies para que tropezara. Todos se reían de mí diciendo que no lo iba a lograr; quería golpearlos pero ahí estaba el capitán observando la situación. No era la primera vez que me pasaba, cuando tenía siete años, trataba de hacer amigos, por desgracia nadie quiso serlo y por lo tanto me golpeaban, sino estaba cerca me lanzaban piedras y todos me llamaban monstruo… no los culpaba.    

No podía rendirme en algo que no era nada comparado con mi infancia. Me levanté y seguí llevando más barriles.

 Había terminado una hora y diez minutos, y el capitán me dio el empleo. Se suponía que en una hora zarparían, pero por culpa de un turista que ya había pagado por el viaje, se retrasó, y gracias a eso es que tengo el empleo.   

El capitán ya se estaba cansando de esperar, justo cuando iba a dar el aviso de zarpar llegó una chica corriendo.

   -Disculpa el retraso, de verdad lo lamento –dijo la chica tratando respirar – le suplico que zarpemos de una vez.

   -Todos en sus puestos! Leven el ancla! Nos vamos de aquí! –grito el capitán.

Nos habíamos alejado lo suficiente del muelle, aún así pude ver un grupo de patrulla de policías llegar gritando que nos detuviéramos. Me giré a ver al capitán y vi como la chica le daba más dinero, me imagine que el problema era a causa de ella, pero ese no era problema mío.

Ese día me toco limpiar todo el barco, pasar coleto, limpiar platos, lavar la ropa y en más de una ocasión me topaba con la chica frente a frente, pero no nos decíamos nada, solo seguíamos nuestro camino.

Ya había anochecido y me habían dado mi descanso. Como cena tenía avena y pensé en la oportunidad de comer con los demás, pero luego recapacité y decidí comer afuera. Me senté debajo de las escaleras y justo cuando iba a comer escuché el chillido de la puerta al abrir. La chica había salido del comedor y cuando bajaba las escaleras se tropieza dejando caer su plato a la borda. Yo reaccioné y rápidamente la ayudé a levantarse.

   -Estas bien? –Pregunté.

   -Yo estoy bien, gracias, pero mi comida desapareció.

   -Porque no entras y buscas más?

   -Ya se acabó, fui la ultima en servirme –dijo desanimada.

Yo había desayunado una par de manzanas robadas, desde entonces no había comido nada. El plato que llevaba en mi mano era un tesoro para mí, pero por otro lado tenía la impresión de darle mi comida a ella.

   -Toma de mi avena, yo ya no tengo hambre – dije sin pensarlo más. Tenía la esperanza de que dijera: no te preocupes yo voy a estar bien, pero….

   -Gracias, de verdad te lo agradezco. No había comido en todo el día. –dijo llevándose a la boca una cucharada de avena.

¿No ha comido en todo el día? Qué clase de chica tiene dinero para pagar un viaje y sobornar al capitán y no tiene para comer en todo el día. De pronto lo pensé bien y –creo que se robó el banco, por eso la seguía los policías- me sorprendí. Pero que se le podía hacer. Era difícil de creer pero así concreta las evidencias.     

   -De verdad, gracias por la comida –dijo dándome el tazón vacío. –bueno tengo que irme, tengo mucho trabajo que hacer. Por cierto me llamo Susan, Susan Nowlly.

   -Ráziel, mi nombre es Ráziel.

   -Ráziel qué?

   -Solo Ráziel, yo no tengo apellido.

   -Qué extraño, seguramente tienes un paso interesante. –dijo dando una sonrisa    -Bueno amiguito me voy. Hasta mañana.       

   -Hasta mañana.

Ella entro y yo me quedé afuera pensando si en verdad se había robado el banco; no aparentaba más de 16 años, como podría haberlo hecho. A la final concluí que sería un enigma sin resolver o eso era lo que pensaba en ese entonces.

   -Toma hijo, tienes que comer. Mañana el trabajo es mucho más duro. –dijo el capitán que llegó de sorpresa. –Vi que le diste tu avena a esa chica. Que caballeroso.

   -Porque eres amable? –Pregunté. El viejo desde que lo vi, me había dado una impresión de ser una mala persona.  

   -No lo soy! No quiero que mañana te desmayes por falta de alimentación. Así que come y ve a dormir. –dijo y se fue.

Me comí mi avena como si fuera la última comida que tendría; despacio y calmado. Luego de terminar me fui a dormir y tuve la misma pesadilla otra vez. 

Crónicas de Ráziel - El Secreto de un MestizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora