Lágrimas

38 12 0
                                    

La casa de Beatriz fue registrada por hombres de palabra, la habían visto cerca de la casa de Svein Krull cuando en menos de diez minutos se vio consumida a cenizas, lo extraño era que, sin embargo, Halldor no fue visto.Sus padres la abrazaban frente a todo aquel desfile de personas acusándola de haber hecho algo horrible, los tenían a los tres retenidos dentro de la cocina mientras buscaban pruebas, no encontraron ninguna pero si algo de mucho valor, algo que ningún pescador suele tener, un amuleto.El padre de Beatriz fue acusado y sentenciado esa misma mañana, el precio a pagar por tener bajo posesión un amuleto era la muerte, lo colgaron de un árbol, ante la mirada del pueblo, que desinformado creyó que el fue quien prendió fuego a la casa de Svein Krull con este dentro.Delia lloraba con Beatriz entre sus brazos, las dos tapadas junto a la chimenea, no sabían que sería de ellas ahora.Antes de llegar el mediodía, Delia salió de casa sin decir nada a su hija quien no se movió de allí, estaba destrozada.En la casa de Sevio, Delia aporreo su puerta con rabia y desesperación, Sevio finalmente abrió la puerta, Delia miro tras él, no estaba solo, habían varios hombres más, parecía una celebración.
—¿Así es como festejas la muerte de Nezo?—dijo Delia con despreció y cierta tristeza.
—Esto no es una celebración cualquiera, el gremio ha recuperado un valioso objeto que Nezo no debía tener y que te aconseje hace ya mucho tiempo que te deshicieras de él, siento mucho lo que ha ocurrido ante todo, tú eres mi hija y jamás me alegraría de ninguna de tus desgracias.
—Padre ante todas tus advertencias tampoco me diste una solución y ahora mira lo que ha ocurrido.
—No hay ninguna solución a tu problema, todos aquellos que poseen un amuleto de modos no de acuerdo a las leyes de los dioses sufren castigos, y me temo que con la muerte de Nezo esto no ha acabado, la maldición afecta también a los descendientes.
—Y me vas a decir que lo único que debo hacer es esperar a que mi hija muera, como tú hiciste con nuestra madre.Se que guardas una manera de acabar con esto, pero tú despreció hacia Nezo es tal que no eres capaz de ver que Beatriz es también tu nieta—aquellas duras declaraciones fueron lo único que hizo que Sevio derramara una lagrima delante de hija por primera vez.
Delia estaba asustada por la reacción de su padre, pero al mismo tiempo la furia que contenía la hacía muy segura de sí misma.Sevio le cerró la puerta en la narices a su hija y acto seguido volvió a abrirla con su abrigo puesto, dejando atrás la celebración en su casa y sin hablar caminó hacia el bosque y Delia lo siguio, llegaron a un lugar que ambos conocían, la tumba de la madre de Delia, padre e hija contemplaron la piedra maciza con el nombre de Yara escrito en ella.Delia no contuvo las lágrimas a pesar del frío, aquel día había perdido a su marido pero ahora volvió a revivir otra de las pérdidas más grandes que había sufrido.Intentaba evitar pensar en que la próxima podía ser su hija.
—Hay un modo de evitar que Beatriz se vea afectada por la maldición, pero debes de hacer un gran sacrificio para que ella esté a salvo.
—Haré todo aquello que sea necesario para no tener que volver a sentir el dolor que hoy estoy sintiendo.
—Hoy antes de anochecer por completo tráela a la vieja cabaña del bosque donde pasamos algunos veranos, ten cuidado de no ser vista, podrían seguirte.
—No lo entiendo,¿En que consiste tu plan?
—Delia nunca me prestaste atención cuando eras pequeña, de lo contrario sabrías que una maldición en Overg es solo una maldicion en Overg, para que Beatriz deje de estar bajo la misma debe de salir de este lugar, hacia lo que hay más allá del bosque.
—Nadie en su sano juicio saldría de aquí, cómo iba a hacerlo solo una niña—Delia creyó por unos momentos que su padre se había vuelto loco.
—Tú no comprendes Overg, es solo un lugar donde se dicen mentiras, Beatriz y cualquiera puede salir de aquí, el bosque no es tan grande como todos creemos, no hay bestias ni seres oscuros porque eso ya lo somos nosotros.
—No sabes lo que estás diciendo, ya nos veremos y con suerte tus delirios habrán pasado—acto seguido Delia se giró y comenzó a andar.
—Me pediste una solución para mi nieta, y ahora la rechazas, pero si cambias de opinión, recuerda, antes del anochecer en la cabaña—aquellas últimas palabras Sevio tuvo que gritarlas ya que Delia ya se había alejado bastante de él.

NeverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora