Huida

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Al entrar Delia a la casa busco a su hija con la mirada, estaba envuelta en lana blanca cerca del fuego, dormía pero aún podía ver la tristeza en su rostro, era un ángel al que habían acusado de ser caído, no tenía ningún sentido.Era un misterio que una casa ardiera de pronto, después de que su hija entrara en ella y que todos hubieran llegado a la conclusión de que había sido ella.Era demasiado para ser real.¿Y si su padre tuviera razón y estaba en un lugar lleno de mentiras?La posibilidad de que su hija sobreviviera aquel lugar en el que siempre había creido existía pero no podía aceptar las condiciones y el precio que pagaría por ello, pensó en su infancia, lo feliz que había sido siempre y le resultaba imposible aceptar la idea de perder a su hija.Beatriz se despertó, por un momento olvidó todo lo que había pasado aquel día pero al ver a su madre todo el dolor volvió.Las últimas palabras de su padre le recorrían los sentidos y salieron por sus ojos en forma de lágrimas, nunca había llorado tanto, la respiración se aceleraba cada vez más y cada vez tenía menos fuerzas y finalmente cayó dormida de nuevo.Su madre no la despertó, esperó a que se acercara el anochecer ya que aún era pronto.Cuando llegó el momento estuvo apunto de echarse marcha atrás pero por una vez había decidido confiar en ciegamente en su padre.Llevar a Beatriz en brazos fue una idea que finalmente descartó así que la despertó y le dijo que tenían que irse, la niña no pidió explicaciones, confiaba en su madre.Llegaron a aquella cabaña en poco tiempo ya que tampoco estaba muy lejos, el aire era frío como de costumbre pero aquella noche no nevó.La cabaña era bastante pequeña y era completamente de madera, Delia tocó a la puerta, su padre tardó en contestar pero finalmente les abrió, dentro había una chimenea que desprendía un gran calor, era agradable para Delia estar allí, recordó a su madre, creyó poder olerla incluso allí.Sevio les ofreció un té pero Delia solo quería saber que iba pasar allí aquella noche.Finalmente se sentaron los tres en la mesa.
—Me alegro mucho de que hayas decidido venir, hija—Sevio parecía realmente contento y aliviado.
—Lo hago solo por ella—miró a Beatriz y está sin comprender lo que estaba ocurriendo, permaneció en silencio.
—Beatriz, querida mía, siento profundamente lo de tu padre, pero hay algo que tienes que saber...
—¡Padre, es solo una niña!Dime a mí primero que es lo que pretendes y luego ya hablaremos con ella—interrumpió Delia.
—Me temo que no hay tiempo para ese tipo de cosas, pero si no me dejas otra opción...—se acercó a la oreja de Delia y le susurró—El plan es muy sencillo hay que llevarla a un lugar no muy lejos de aquí, una vez allí debes despedirte de ella y ella al fin podrá salir de este maldito poblado y encontrará un lugar mejor lejos de aquí, no hagas preguntas ya que con tus propios ojos verás como tu hija está a salvo fuera de Overg.
Y así, sin hacer preguntas los tres salieron de aquella vieja cabaña en dirección contraria a Overg, adentrándose en el bosque.Tardarían aproximadamente una hora en llegar a un lugar en el que Beatriz a pesar de la oscuridad de la noche y la única luz de una antorcha que llevaba su padre y la Luna presintió ya haber estado, y esto se vio confirmado cuando vio una gran estatua de bronce de una mujer, era la de sueño, aquel que tuvo el día que Beatriz nació, con los mismos ojos brillantes.Se pararon allí.
—Este es el lugar que me describiste el día que viniste a mí en busca de consejo.Yo ya conocía este lugar en aquel entonces, pero aún no sabía que significaba, entonces comencé a investigarlo.Resulta que cuando el poblado fue fundado, para delimitar su extensión, se colocaron varias estatuas de bronce en varios puntos del bosque, el bronce por supuesto no es verdadero sino una referencia a los amuletos divinos, por eso no está oxidado.Los ojos si que son verdaderas piedras preciosas, ya que nunca temieron que nadie fuese a venir a robarlas a un lugar tan adentrado en el bosque.El caso es que al tocar la estatua, abres una puerta a un lugar lejos de Overg, y eso es precisamente lo que Beatriz debe hacer, creo que es momento de que os despidáis.
Beatriz estaba muy asustada y Delia casi llorando, pero no quería entristecer a su hija así que se contuvo.
—Beatriz, se que no entiendes por completo porque debes de hacer lo que te está pidiendo el abuelo, pero resulta que estás en peligro aquí y debes marcharte a un lugar mejor.
—Mamá y, ¿Porque no vienes conmigo?—la voz de Beatriz era temblorosa.
—No funciona así, debes de ser una chica fuerte.Siempre estaré contigo, en tus oscuros cabellos como lo son los míos me podrás siempre encontrar.
Se dieron un pausado abrazo y Beatriz de acercó a la inmensa estatua, casi no alcanzaba a tocarla pero finalmente lo hizo.Luces inmensas aparecieron por encima de los árboles sobre el cielo de colores verde y rosa, se movían fluidamente y dejaban una sensación de auntentico alivio a quienes lo contemplaran.Sevio abrazó a su hija y vieron la figura de Beatriz elevarse del suelo y al mismo tiempo desvacerse, bajo aquel espectáculo visual en el firmamento.A continuación, se despertaron, Delia no recordaba nada, estaba junto a Nezo, no tenían ninguna hija o no lo recordaban, vivían en casa de Sevio, como una familia tradicional.Nezo trabajaba para Sevio y este mantenía una buena relación con su hija y su yerno.

Pero Beatriz se despertó tumbada en un terrero extraño y con un olor repugnante, era negro, y no muy lejos de ella había una raya blanca, y más lejos precia haber árboles, no conseguía ver bien más allá de aquel suelo, escuchó un fuerte sonido, se acercaba a ella, se preguntaba que clase de bestia sería, desprendía luz, quizás era un dios, quizás estaba muerta, pero aquello a lo que no se atrevió a mirar se paró ante ella, escucho un ruido metálico y luego pasos, alguien se acercaba a ella.Le habló, era la voz de una mujer, no la entendía.
—¡Por dios, Mike! Es una niña, quién la habrá abandonado aquí, en mitad de la carretera, tenemos que llamar una ambulancia.

NeverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora