Ya habían pasado días desde aquel encuentro en la oscuridad con el semáforo como único testigo.Beatriz y Halldor se vieron cada día en el colegio, pero no intercambiaron ni una palabra, tenían miedo de ser descubiertos, tras ver aquel vehículo de grandes dimensiones de un color negro que misteriosamente se acercó a ellos, Beatriz entendió que corría un gran peligro, ya no eran solo advertencias de su amigo ahora existían pruebas, que ella misma había visto con sus propios ojos.Los fines de semana eran hasta ahora indistinguibles del resto de la semana para Beatriz, ahora se convirtieron en un espacio en blanco en el que nada ocurría. Magda la llevaba al parque dónde jugaban otros niños de su colegio pero lo cierto es que a Beatriz no le hacía mucha ilusión ir, no tenía amigos.Un día optó por alejarse de Magda mientras esta estaba distraída hablando con otros padres, el parque era bastante grande, había una zona apartada llena de árboles, decidió ir a dar un paseo por allí, mientras paseaba por aquella zona escucho unos pasos tras ella, se sintió asustada y cuando al acelerar su paso de dio cuenta de que los pasos que escuchaba tras ella también lo hicieron, empezó a correr, hasta que escuchó una voz, sin duda se dirigía a ella, era distinta a otras que provenían de dónde estaban los otros niños jugando, tras darse cuenta de que decía su nombre decidió parar, con aún miedo esperó a que alguien apareciera, por suerte era Halldor.No hubo tiempo para muchas explicaciones, simplemente le dijo que se debían ver de nuevo por la noche, no en el semáforo, en una plaza no muy lejos de su casa.Se sentía emocionada por aquel nuevo encuentro, no podía esperar, el resto del día pasó y finalmente llegó la noche. Silenciosamente salió de casa y caminó hasta la plaza, estaba oscura, era un lugar bastante concurrido por el día, pero no debía de serlo por la noche ya que no se habían molestado en instalar alumbrado, pensó en Overg, allí tampoco había alumbrado, ni siquiera electricidad, se había acostumbrado demasiado rápido a aquellas cosas.Tras esperar unos minutos apareció Halldor, le dijo que iban a un centro del SEID y Beatriz aceptó, lo cierto era que quería conocer de primera mano todo lo que sabía su amigo.Siguió a Halldor, aunque no sabía muy bien dónde la llevaba, si estaba lejos o cerca no era problema iría hasta donde hiciera falta, se dio cuenta de que iban por callejones, por partes de la ciudad donde seguramente no los buscarían, Halldor lo tenía todo bastante pensado.Finalmente se paró ante un edificio, de aspecto antiguo, la fachada estaba realmente deteriorada, las ventanas en su mayoría tenían los cristales rotos, su interior parecía totalmente abandonado, para acceder a la entrada había que bajar unas escaleras, costaba pensar que aquello fuera centro de una sociedad secreta.Su interior estaba totalmente oscuro, solo había una tenue luz sobre lo que parecía una recepción, como la de un hotel pero donde supuestamente deberían colgar las llaves de las habitaciones no había nada, quizás porque aquel lugar ya no era un hotel, ahora se usaba para otros fines.En el escritorio había una campaña, Halldor la tocó, el sonido hizo eco, aquel lugar parecía más pequeño de lo que realmente era ya que la campana resonó durante varios segundos, acto seguido una mujer salió de la nada, de la oscuridad, era de pequeña estatura, pero tras el mostrador debía haber una plataforma a la que se subió para observarnos, su rostro era el de una mujer mayor pero era delgado y su mirada decisiva y contundente, el pelo era negro y rizado, tenía una peca sobre una mejilla que apuntaba directamente hacia Beatriz, quien intentaba no mirarla.Tras obsérvalos, la mujer comenzó hablar, su voz era suave y cercana:
—Hola queridos, ¿en que puedo ayudaros, a estas horas?—terminó la pregunta con cierta ironía, insistiendo en que era tarde, quizás estaba durmiendo.
—La verdad es que no sabemos cómo funciona esto, recibimos una llamada vuestra, nos advertisteis de que estábamos siendo vigilados y me dieron esta dirección.
—Así ocurre siempre, no te preocupes, tu debes ser...¿Hallder?—dijo la recepcionista mientas intentaba acordarse de algo.
—Halldor.
—Es cierto, y esta preciosa chica debe ser...¿Quién eres?
—Me llamo Beatriz.
—Y yo Landerene y me temo que no has sido invitada a este lugar. ¿Cierto?
—Pero ella viene del mismo lugar que yo, también es especial y necesita ayuda—intervino Halldor.
—Yo solo te digo que por el momento, aunque está claro que eres especial, ya que has podido entrar a este lugar, pero la persona que decide quién entra y quién no, no me ha dado su nombre.
Beatriz no llegaba a entender aquella situación, ¿porque ella no podía acceder a aquel sitio como su amigo si ambos estaban en la misma situación?Finalmente se dirigió a Landerene:
—¿Y no es posible que hayas olvidado mi nombre?No te he visto consultar ningún papel.
La mirada de aquella mujer apuntó directa a Beatriz como una flecha y dejó entrever una sonrisa desafiante.
—Beatriz, llevó aquí, podría decir, desde que tengo memoria, pero no es así, te puedo decir con exactitud qué llevo en esta recepción y en muchas otras 63 años, porque mi memoria es lo más exacto que existe en este inexacto mundo, no he olvidado tu nombre, simplemente no reúnes los requisitos o tu caso no ha sido terminado de examinar, perdonad—Landerene hizo una pausa, se volvió hacia oscuridad y pareció dirigirse a alguien susurrando, y después volvió—noticias de última hora, y justamente sobre ti querida, me han dado tu nombre, ahora voy a encender la luz del ascensor, tenéis suerte, ayer no funcionaba, y os llevará al despacho de Hensel, él es quien lleva vuestro caso y quién os instruirá.
Tal y como dijo Landerene, una luz a la derecha de la recepción se encendió, era un anticuado ascensor pero en sus tiempos tuvo que ser de gran calidad, era muy espacioso en su interior, no habían botones, debía estar dirigido por Landerene , dentro de él no notaron nada, pero cuando sus puertas se abrieron estaban en un lugar extraño, no era oscuro como antes, era un pasillo bastante amplio, con una lujosa alfombra que dirigía hasta una puerta amplia y de color negro, con el pomo de color blanco, parecía un ojo, el pasillo estaba iluminado con hipnotizantes lámparas de araña que brillaban con mucha intensidad y que aportaban mucha luz, cuando por fin llegaron a la puerta, Beatriz y Halldor decidieron entre ambos tocarla antes de abrir, al solo acercar Halldor la mano, está de abrió, en su interior, oscuridad de nuevo, hasta que sin más se encendió una chimenea en un rincón de la habitación, tras fijarse un poco más, vieron un sillón junto a ella, en él un hombre mayor descansaba. Mientras Beatriz esperaba junto a la puerta Halldor se acercó a él y le puso la mano en el hombre para despertarlo, pero se dio cuenta de que aquel hombre que dormía en el sillón no era real, era una especie de muñeco, al girarse hacia Beatriz vio a alguien tras ella y asustado apuntó con su manos hacia él, el hombre cayó unos metros atrás en el pasillo, y Beatriz se sobresaltó del susto.
—Cierto es que sois tan especiales como me comunicaste por teléfono—dijo el hombre desde el suelo mientras se ponía sus gafas, las cuales se le habían caído.
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Never
FantastikEsta es la historia de Beatriz, una niña que vive en un poblado lleno de misterios que se oculta del resto del mundo en un bosque.Desgraciadamente su destino está marcado por una maldición y la huida de esta la llevará a abandonar su hogar. Pero inc...