Entregas

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Definitivamente la lluvia no tenía ganas de ceder, y en vista de que el clima no prometía mejoras, Yami se arriesgó a buscar un taxi a la salida del centro comercial, dejando a Yugi -aún cubierto por su chamarra- bajo el techado del gran edificio.

Finalmente lograron conseguir un transporte.

Yami dio solo la dirección de Yugi.

El pequeño tricolor, aun en su forma neko, temblaba levente por la poca lluvia que había alcanzado a empaparlo en lo que se subía al taxi, por lo que no tuvo control de sus actos hasta que se dio cuenta de que ya estaba acurrucado al costado de Yami, en busca del calor del oji-vino, aunque este estuviera más mojado que él mismo.

—Lo siento Yugi.

—Deja de decir eso o me molestaré contigo —regañó el gato negro, acurrucándose más en Yami.

El mayor sonrió al sentirlo y lo rodeó con un brazo — ¿aún no puedes con esto? —preguntó, acariciando entre medio de las orejas felinas, cubiertas por su chaqueta.

Otro rayo cayó en la lejanía, erizando el pelaje del neko y respondiéndole a Yami.

—Ugh —se quejó el hanyou.

—Tranquilo —le calmó, acercándose inintencionadamente a una de sus orejas donde sopló su tibio aliento —me quedaré contigo.

—No puedes —exclamó en seguida Yugi, consiguiendo una mirada entre confundida y dolida del oji-vino —la lluvia no parará en un largo rato, y no quiero que te sigas mojando más, no quiero que te enfermes —declaró, mirándolo a los ojos. Yami se sintió derretir en esas hermosas amatistas —tienes que ir a casa y darte un baño.

Yami no pudo oponerse a nada. Se perdió en el encanto de tan bellas gemas que Yugi tenía por ojos, y cuando se quiso dar cuenta, el taxi había parado frente a la casa del hanyou.

—Quédatela —logró decirle el oji-vino, re-acomodando por enésima vez su chamarra sobre Yugi.

—Nos vemos Yami... y gracias —el neko se atrevió a depositar un beso en la mejilla de su amigo antes de salir del taxi para correr hacia su puerta, abrirla y adentrarse en su casa, sin mirar atrás.

Yami soltó un suspiro, para luego darle su dirección al conductor.

Se relajó en el asiento trasero y cubrió sus ojos con un brazo, sintiendo la humedad de la lluvia en su piel... entonces estornudó.

A lo mejor Yugi tenía mucha razón. Debía darse un baño caliente apenas llegara a casa.

-o-

Esa mañana Malik despertó con el tentador aroma a tierra húmeda que quedaba luego de la lluvia y el canto de varias en los alrededores de la manzana.

Sus orejas se movieron al oír actividad dentro de su casa. Ishizu sin duda.
Como lo había supuesto, al momento de cenar su hermana le había pedido que la ayudase en el museo ese sábado y el menor no pudo decir que no.

Hablando del día de ayer, Malik recordó todo lo que había pasado con Marik ¡Estaban saliendo! ¡Marik le había pedido ser su novio!

¡Estaba tan feliz!

Malik empezó a dar vueltas sobre su cama como un cachorrillo que quiere jugar.

Se quedó quieto al oír a su hermana dirigirse a su cuarto y jaló las sabanas por sí necesitaba hacerse el dormido pero solo escuchó un par de golpes en la puerta —Malik, ves levantándote, iré a comprar el desayuno —avisó la mujer.

La Persona Que Es Para MíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora