13: el infierno regresa.

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13: El infierno regresa.


 —Demonios —murmuró—. Este dilema me va hacer perder la cabeza.

      —¿Necesitas ayuda, papá Víctor? —Le sonreí, parece no estar feliz de verme, lo normal.

     —¿Quién necesita tu ayuda? 

     Él y su orgullo.

    —A ver, todos necesitan de mi ayuda ¿no, hermano? 

    Que llame hermano a Usui parece molestarlo más, bueno, es cierto que Víctor no me ve como parte de la familia Huet.

     —Hmm, no estaría mal conocer cómo manejas la situación —me dice Usui un poco curioso por saber lo que voy hacer.

     —No necesito tu ayuda —volvió a repetir el necio—. Yo mismo lo puedo controlar.

.......

Espera ¿desde cuándo comenzaron a lanzarse ollas Matt y Andrés?, ¿qué pasó en lo de ''ser educados''?, parece que los modales se fueron por la poceta, Víctor con su "no necesito tu ayuda, yo mismo lo puedo controlar", créeme, Víctor, saldrás con canas rosadas.

     «¿Por qué rosadas?» me pregunté yo misma.

     ''Excelente pregunta, conciencia, ya está muy usada la palabra canas verdes después de que a mi maestro le salieron de verdad canas verdes, ya mató la ironía, además, así Víctor se vería más diva'', yo y mis pensamientos.

     «Ahh ya entiendo»

     Creo que tengo un problema mental cuando me invento una segunda persona en mi mente, creo que estar sola en este lugar me afectó bastante.

     —¡Maldito coño de tu madre, rompiste la sartén! —esta vez se insultó la madre fue Andrés.

     Me siento un poco culpable, ya que usé mucho esa frase para insultarlos, supongo que se le pegó a ellos.

     —¡¿Y qué pasó con que "tenemos la misma madre", Andrew?! —gritó enojado pero con algo de ironía mientras que comenzaban a usar las espátulas como espadas y las tapas de ollas como escudos, el único quien tenía una olla en la cabeza como casco era el inmaduro de Matt.

     —¿Todavía no quieres ayuda antes de que destruyan el lugar? —esta vez el que habló fue Usui a Víctor. 

     Tiene razón, con tan solo veinte segundos y ya tenían ollas regadas por el lugar, los demás solo miraban la discusión, Alberto se fue a su habitación y Víctor estaba que se arrancaba los pelos.

     —No te molestes, hermano, igual, si papá Víctor dice que no, para mí será un sí —dije mientras me miraron los dos mientras me acercaba hacía los dos destructores, voy a usar el truco que me enseñó Artemisia para que dejen de pelear—. ¡Ya cállense hijos de su madre! —Les sujeté fuerte por las orejas y ellos se quejaron.

     —Suéltame, maldita —se queja Matt.

     —Andrés, no le hagas caso al inmaduro de Matt —me dirigí con firmeza.

     —¡Que me llamo Andrew...! 

     —¡Cállate, Andrés! —Vi cómo él se me quedó callado, así se ve mejor—. Y tú, Mateo, no te quejes del postre porque a mí de bromas me sirven una papa así que no te quejes de tu postre.

     —No me llamo Mateo...

     —¡Yo te llamo como a mí se me dé la regalada gana, así que cállate! —Los dos se me quedan callados—. Dejarán de discutir ¿verdad? —Vi que los dos asintieron temerosos—. Esos son mis pequeños titanes. Vuelven a discutir y terminarán con un ojo morado —me dirigí a Víctor—. Impresionante ¿no?

Rodeada de idiotas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora