28: la masajista.

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28: la masajista.


—¿Cómo así?, explíquenme —pedía Leo, algo confundido.

    —Perdí  una apuesta —dije.

    —Perdió una apuesta —dijo Alberto.

     Un cocodrilo en tutu bailando ballet después...

     —A ver si entendimos...perdiste una apuesta con el amigo de Alberto, ¿cierto? —Me mira Víctor, como si estuviera analizando todo, yo asentí—. ¿Y es necesario que lo hagas también aquí?

     —Alberto no sabe mentir, así que no tengo otra opción.

     —Ya veo...¿pero el masaje es necesario? —Me mira haciéndole un masaje en los hombros a Alberto y él estaba algo incómodo, pero sé que le encanta mis masajes, soy buena en eso, me lo dijo un estilista de lo más gay, me agradó el sujeto.

     —Pos claro, necesito que sea de lo más realista...¿Alberto? —Lo miro.

     —¿Sí? —Estaba incómodo, lo noté.

    —¿Tú me quieres?

     —Bu-bueno —cuando se traba al hablar lo hace adorable, este tartamudo me cayó bien, no lo es, pero acostumbra a tartamudear a veces.

     —¡¿Por qué le preguntas semejante cosa a Alberto?! —preguntó Jake, asqueado.

     —¿Acaso dejaste tu cerebro en el colegio, Javier?, repito: tiene que ser creíble.

     —¿Me haces también un masaje?, al parecer Alberto lo está disfrutando y no es justo. 

     Mark está loco.

     —Tú no lo necesitas, el herido aquí soy yo.

     ¿Ahora Matilda?, esperen, ¿peleando por que yo les diera un masaje?, ok, estoy en Narnia y estos son ilusiones muy ilusionistas del mundo ilusión.

     —Yo estoy cansado por jugar béisbol. 

     ¿Ahora Noah?, esto es raro.

     —El que cocina para todos aquí soy yo. 

     ¿Y Andrea?, ¿en dónde quedaron los hermanos que me odian?

     Comenzaron a discutir para que yo les diera una sesión de masajes, excepto Víctor, Leo, Dorian y Jake; creo que Usui se encontraba durmiendo ya que amaneció para llevarnos y atendernos.

     —¡Cállense! —yo los tuve que interrumpir, Emilia había visto la escena sin comprender nada, oye, estas igual que yo, ambas estamos perdidas—. ¿Por qué discuten?

     —Cierto, ¿por qué discuten por Jan? —Emilia, no digas eso, lo van a malpensar.

     —No es por ella, es por el masaje —contesta Mark.

     —A ver, ¿y por qué no se lo piden a Emilia? 

     Ellos se rascaron la nuca algo apenados.

     —Sin ofender, Emili, pero no eres experta en dar masajes, al final terminamos arañados.

     Sabía que esas uñas postizas que usa son peligrosas.

     —¿Y por qué no se pagan una masajista? —les pregunté.

     —Nuestro padre no le gusta que llevemos masajistas a la residencia, además, nunca se sabe si van a terminar enojadas con Mark y Dorian. 

Rodeada de idiotas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora