Recordando...

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Las pequeñas gotas que salían de esa caliente ducha se mezclaban con mis lágrimas, dejando que mis problemas parecieran solo gotas que se desvanecían después de recorrer mis mejillas, mi cuello hasta que dejaban de ser claras. Se iban, tan solo se iban, como si fuera tan fácil. Nick, Melissa...desaparecieron, pero...¿Por qué? ¿Por qué debían irse? ¿Por qué debían meter su cabeza en eso? ¿Por qué me abandonaron en ese mundo en el que nadie escuchaba? Donde los corazones de las personas eran sordos. No podía expresar mis sentimientos ya que nadie los entendería, sentirme presa de la magia, sentirme encarcelada en mi propio cuerpo, no era algo que se le podría contar a todos. Adiós hospital, analgésicos, en ese entonces mi dolor solo se podía combatir con un solo suspiro de negación, mostrándome al mundo como solo una muchacha de 22 años sin rumbo que seguir...perdida en ella misma, sin salida de allí. 

Mi madre, sus mentiras. El saber que le seguía mintiendo a mi padre, me hacía sentir como si me hubiesen clavado un cuchillo por la espalda.

-¡Alex, Alex!-llamaba mi madre-¿Dónde estás?

Salí del baño con mi ropa ya puesta y, callada, me acerqué a ella.

-Cariño, pediremos algo para cenar, ¿Quieres?

Negué con la cabeza.

-No has comido en todo el día.-dijo algo preocupada.

-Lo sé.

-¿Por qué no comes algo?

-No quiero.

-Hija, solo un...

-¡Dije que no quiero!-el sonido dejó estupefacta a mi madre.

-Hija, ¿Podemos hablar de lo que sucedió el otro día?

-Ya dijimos todo lo que había por decir.

-¿Sigues sin entender? Yo...

-Vete de aquí.-exclamé.

-No quiero que tu padre...

-Hasta que no hables con él, mis puertas no estarán abiertas para que vengas a llorar aquí. Arregla tu maldito problema y después ven y decidiré si perdonarte o no.

-Debes estar bromeando. Si le digo o no a William no es de tu incumbencia, Alexandra. Eso es entre tu padre y yo.

-Después de que me dijiste "no le digas a tu padre" formé parte de esto. No le pienso mentir a mi propio padre, el cual no hizo nada malo. 

-No es tan simple. Si le debes decir algo a Nick, algo que sabes que lo hará sentir miserable, ¿Qué harías?

Miré al suelo, ya que no quería decir la verdad. Porque aunque me convenciera a mí misma lo contrario, sabía exactamente lo que haría, o hice, más bien.

-Esto no se trata de lo que yo haría, esto es acerca de lo que tú tienes que hacer. Ahora, vete. Quiero estar sola.

-No, dime, ¿Que harías tan heroicamente? 

-Por favor, solo vete.-dije apretando con fuerza mi puño.

-Alexandra, lamento tener que despertarte de tu sueño, pero todos cometemos errores, no existen héroes en este mundo. Ese fue el error que Melissa cometió, pensar que en verdad los había. Por eso terminó así.

Mi ira se manifestó en mi magia, lo cual hizo abrir la puerta del lugar con fuerza, e hizo que mis ventanas se abrieran a su vez. 

-Lo siento, no quise decir...

-¡Vete de aquí!-grité con la mayor de mis fuerzas, con una furia inexplicable, no podía poner en palabras lo que se sentía. Necesitaba gritar, golpear algo contra la pared...y ella se fue con pasos cortos y lentos.

Cuando cerró la puerta, aproveché para volver a apoyarme en ella y llorar...llorar y llorar hasta que alguien más tocase mi puerta para preguntarme si me sentía bien. Ahora entiendo lo que Peter quería decir, todos te miran con tristeza, te dicen que estarás bien, te acarician el hombro, te abrazan, lo cual es solo un recordatorio de lo que has perdido, y todo lo que quieres decir es que se alejen, que se callen por solo un segundo y que dejen que lloremos en paz. Nick lo era todo para mi...Melissa lo era todo, mi mayor confidente, mi mejor amiga...mi hermana, mi querida hermana. Entonces, ¿Por qué no nos dejan llorar? ¿Por qué no nos dejan gritar del miedo?

Tocaron la puerta, por supuesto. 

-Quiero estar sola.-dije.

-Soy Peter.

Abrí la puerta sin siquiera preocuparme por secar mis lágrimas. Me agarró y se aferró a mí para dejar que ahora sus lágrimas recorran su mejilla hasta llegar a su cuello. 

-Tranquila, estoy aquí.

Su chaqueta de cuero fue reemplazada por una camiseta que utilizaba todo el tiempo, sus anillos habían desaparecido junto a su carisma, y esos ojos verdosos que alguna vez vi, estaban cansados de resplandecer. 

Nos quedamos callados, hasta que la tenue luz de la luna nos iluminó y nos encandiló con sus fúnebres capas. Mientras que el callado océano nos miraba con atención y cantaba...

Nos sentamos en la mesa para estar a solas y hablar por solo un momento de nosotros, de nuestros recuerdos.

-¿Te puedo preguntar algo?-dije. Al verlo asentir, proseguí-¿Por qué me acompañas? ¿Por qué arriesgaste tu vida por mí?

Se quedó callado por unos momentos y miró hacía el frente. Pude ver como apretaba con fuerza sus dientes.

-Cuando teníamos veinte años, tu hermana y yo fuimos a buscarte a la escuela y te encontramos riendo con Adam en la salida. La vi sonreír. Pero, rápidamente, su sonrisa se transformó en una mueca de tristeza. Entonces me miró y me dijo: "Habrá un momento en el que todas sus paredes se romperán, y caerá...y en el final se encontrarán miradas curiosas juzgando su caída, rezando por su alma perdida, y otras tratando de salvarla. ¿Me puedes prometer que la salvarás? ¿Que estarás a su lado cuando yo no lo esté? ¿La salvarás?" La miré con curiosidad, y al ver que hablaba en serio, respondí: "Te prometo, que cuando el momento llegue, juzgaré su caída mientras caigo a su lado, y al llegar al fondo del precipicio, tomaré su mano y la llevaré a la montaña más alta para que vuelva a caer, y aprender cómo levantarse de la peor caída." Entonces, cuando te estabas por ir del departamento para mostrarme la carta, recordé el rostro de tu hermana preguntándome qué haría. Y me di cuenta de que el momento había llegado, de que yo te tenía que enseñar a volar. 

Sonreí y tomé su mano.

-Qué extraño, ella me preguntó lo mismo sobre ti unas noches antes de desaparecer. 

-¿Y qué respondiste?

El teléfono nos interrumpió, obligándome a alejarme de Peter.

-¿Hola?-pregunté, pero solo escuche un silencio profundo-¿Hola? ¿Hay alguien ahí?

-Si, lo siento, mi nombre es Eric. Eric Hall. Necesito tu ayuda Alex.

Guardé silencio para poder reconocer la voz de la persona del otro lado del teléfono. 

-¿Tú eres el padre de Olivia?

¿Dónde está Melissa? 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora