𝟎𝟒𝟒

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Isabella.

-Ya saben; Hayes, tú abres la puerta con cuidado; Jack catire, tú y yo entramos sin hacer ruido con las pistolas y Madison, Jack negro y Taylor entran luego con los baldes con bombas -expliqué cortamente lo que íbamos a hacer, y los Jacksitos entendían porque yo siempre les decía así. El malparido del Nash juraba que podía publicar esa vaina y listo, jaja todos felices jaja. Pues no. Que se aguante ahora. Por coño e madre.

La novia de nuestro objetivo nos estaba ayudando en nuestro plan diciendo que lo merecía. Jaja senda lacra la tipa. Me cae bien.

-Muy bien, ¿el objetivo? -repetí en un susurro, pero me di cuenta que no sabían, chamo, porque a juzgar por las caras...-. Coño -respiré hondo, tengo media hora explicando, qué peo-... Darle una lección a Nash por puto, ¿copiado?

-Sí.

-Bueno, vamos.

Con Isabella Ferreira González nadie se mete, nojoda. Puro malandreo.

No mentira.

Bueno, seguimos.

Hayes abrió la puerta con cuidado y sin hacer ruido, igual ayer escondida la eché aceite a las vainas esas de las puertas pa' que no sonaran, tu sabes. Una mente súper de pinga, pensando en todo.

Jack catire y yo entramos sin hacer bulla ni nada con bastante cuidado, con las pistolas de agua en las manos cuadradas tu sabes, tipo militar. Atrás venían los otros tres con los baldes mientras Hayes grababa todo. Un clásico, dígalo.

-Uno, dos... -susurré, y al final grité-: ¡Tres!

Y le empezamos a lanza to' esa mielda. Agua de las pistolas y bombas también con agua que todos le tiraban, no tardó en despertarse tratando de taparse con la sábana pero naguará, ya estaba más que mojao' por todas partes.

-¡¿Qué es esto?! ¡Déjenme! ¡Soy inocente, basta, soy inocenteee!

-Inocente, er coño de tu madre, tu no eres inocente nada.

No dejaba de tirarle agua hasta que se acabó y saqué otra pistola que tenía a un lado. Todos estaban cagados de las risas. Y yo, bueno, yo me iba a mear.

Esto te pasa Nashito por chalequear a todo el mundo, papito. Todo lo que sube, baja, ¿sí o qué?

-¡Taylor, ¿por qué me traicionas?!

-¡Yo no te estoy traicionando, bebé, yo te amo! -respondió ella sin dejar de lanzar las bombas con agua y sin dejar de reírse.

Terminamos con todo lo que teníamos y vergación, el desastre que había en ese cuarto que no sé quien lo iba a limpiar.

-¿Entendiste el mensaje, cuñadito? -juro que estaba aguantando las risas.

Y él con cara de perrito mojado asustado, literal, porque estaba empapado, dijo-: Qué salvaje eres.

Y todos soltaron las risas, tanto que me dolía el estómago. Misión completada, aunque igual hasta a él le dio risa después de secarse y todo eso, jiji.

venezuelan girl » hayes grierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora