Arthur:
Arthur se sentía ajeno a todo lo que le rodeaba, era como si fuera un desconocido por sus alrededores. Era el inútil perdedor de un juego estúpido llamado amor.
Volvió a marcar el número de su esposo, pero sólo saltaba la casilla de correo, algo que lo desesperaba a niveles extremos. Supo que con quien convivía ya no era el mismo, al menos no con él. Los besos, con suerte, eran en las mejillas, las palabras de amor se esfumaron e incluso los apodos que le encantaba escuchar no existían más. Los brazos del poseedor de ojos zafiros no eran acogedores como en un principio lo fueron, ni si quiera sus manos lo eran; esas cosas era las que extrañaba.
Era un extraño para Alfred, y eso lo sabía.
—Maldito América —deplorable, así se describía. Llorando por alguien que no lo amaba, alguien que no daría lo mismo que el mismo haría. Mas no se separaría del estadounidense, su corazón aún latía por dicho hombre desde hace siglos, este no sería le excepción.
A Inglaterra le gusta sentir ese amor tóxico, a pesar de que lo lastima cada vez más. No le importaba el hecho de que su pareja no le corresponderá jamás. Egoísta, pero no le da atención a esa palabra, él sólo puede pensar en su adorado marido.
El francés rodó los ojos cansado de la misma situación de siempre, si fuera por él, todos ya estarían embriagados y diciéndose la verdad que ocultan. Odiaba cuando hacían parecer el amor tan complicado.
—Deberías divorciarte, mon ami — dijo en un susurro, tenía temor de lo que se avecinaba por parte del británico.
—No, no lo haré — sus brazos se cruzaron mientras le daba la espalda al rubio de cabellos largos. —Lo amo — declaró mirando a la ventana que daba a la calle, dándose cuenta de las pocas casas que había en la zona.
—Pero él ni daría su vida por ti.—
—No me importa —si bien esas duras palabras que decía su mejor amigo eran ciertas, no podía aceptar tan rápido la cruda realidad que debía ver. No estaba listo para tal cosa aún.
Francis dio unos pasos por la sala, frustrado por estos problemas que siempre tenía el menor. —¿Y qué piensas hacer? — interrogó de manera suave, ya había sido muy rudo en lo anterior dicho.
—Recuperaré su amor — susurra en voz baja el inglés ingenuo por esta vez.
El buen cocinero se sorprendió al escuchar esa barbaridad. —Algo que nunca tuviste — no quería ser malvado con ese hombre el cual había ayudado a criarse en varios aspectos, mas no podía dejar que este mismo se hunda en mentiras.
—Para ti es muy fácil decirlo, ¿no?. Total, tú tienes a ese prusiano creído — genial, otra riña entre ambos por el mismo tema de siempre.
—¿Sabes qué?, adiós — agarró sus cosas con enojo, no iba a quedarse para escuchar insultos hacía su novio, ni para alguien más.
—Cobarde — le dijo el de baja estatura con semejantes humores.
El parisino paró en seco con ello, en serio que Inglaterra era terco. —No te confundas, ese eres tú — y luego de terminar la frase se fue para disfrutar de su amado Gilbert, quien de seguro lo esperaba con cariños que serían aceptados.
Arthur notó que se quedaba solo, de nuevo. Así debió ser desde un principio, porque él es una nación insegura de los demás.
Maldito el día en el que conoció a ese niño en tierras desconocidas, pero más el día en el que se fijó en esa hermosa sonrisa.
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La última vez
FanfictionHistoria UsaMex con un toque de ScotMex y UsUk Pedro lleva un año intentando olvidar a Alfred, pero, realmente lo logró? Portada y capítulos de Scott: @AnniFiction
