Epilogo 2

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El mexicano estaba completamente en pánico, sabia que en cualquier momento tendría que hacer esta decisión, mas no pensó que fuera tan rápido

- Yo no sé a quién de los dos elegir- susurro de manera pesada, sintiendo como su corazón comenzaba a llenarse de pesadez

-Pedro....- escucho en una voz cansada, Scott tomo su mano y la beso, dejando en claro que lo que sentía por el menor de los países era completamente puro, no por simple posesión, o egoísmo - no importa a quien escojas, solo importa tu felicidad, sigue a tu corazón... y si tu corazón esta con... el, yo no te detendré, porque a mi solo me importas tu- una sonrisa timida asomaba por la cara normalmente seria y malhumorada del pelirrojo, dejando al mexicano completamente en Shock, además de lloroso.

Alfred por su parte se limitaba a mirar la escena con ciertos celos, ya que a pesar de queres a Pedro, para el era solo un juguete que le gustaba tener a su disposición, además de como una buena buena anexion si jugaba bien sus cartas en un futuro. Tal vez... si tenia suerte, podría obtener al mexicano en base a una buena mentira, como siempre hacia, al final en eso se basaba toda su existencia "Era libre" "Era democratico" "Era pacifico" "Nunca atentaria en contra de nadie"  bajo la cabeza, más para evitar reírse que para otra cosa, suspiró y dejó que sus mentiras crearan una nueva, una mejor que la de él . Haría lo necesario para obtener la victoria.

Alzó la mirada, mostrando pasión en sus ojos, de alguna manera, su cuerpo le facilitaba la mentira.

Sin embargo, y aunque se tuviera que arrastrar por el sucio lodo, Scott jamás se rendirá. Porque si Pedro decidiera estar junto al estadounidense, estaría a su lado para que el último nombrado no le haga daño. Nunca en su vida dejaría que el egocéntrico de Alfred le tocara un solo mechón con el objetivo de lastimarlo.

—Yo igual puedo hacerte felíz, Pedro. Puedo darte todo lo que tú quieras, ser la pareja que siempre quisiste que fuera. Yo por ti haría todo ahora — habla esta vez el de cabellos rubios, llamando la atención del país otro país norteamericano y la de un inglés dolido. A veces suele ser el mejor cubriendo sus errores con parches removibles, algo que a su ex-novio le comenzaba a cansar. El hecho de que se mande una tremenda cagada para luego intentar de solucionarla con obsequios. —; daría lo que sea por ti, pero por favor, no me abandones. Me di cuenta que sin ti nada es lo mismo — más y más falacias salían de su boca, tal como si esta fuera creadora de engaños gratuitos. Siempre fue así, tampoco es como si fuera a cambiar.

El mexicano, a su vez, se encontraba aturdido entre el bullicio por parte de sus invitados junto a su reciente confusión. Su garganta se había quedado seca a la par que su mirada está perdida, fuera de sí. Mientras esto sucedía, Scott comenzó a caminar hacia la salida de la inglesia, llevando una mueca parecida en su boca a la de una sonrisa, una irónica. Ya daba por sentado de que esta vez no sería quien amanezca al lado de un hermoso castaño cada día, ni tampoco sería el causante de su felicidad, tan sólo sería un recuerdo. Con desgano, caminaba por la alfombra roja que terminaba en la capilla, ganándose algunas miradas de sus invitados por nueva cuenta.

¿Acaso dejaría atrás a ese escocés de finos whiskys y carisma especial?, ¿echaría todo por la borda por esa nación que cometió infidelidad con Inglaterra?, ¿ese que lo había dejado sin nada más que un corazón roto?, uno que fue reparado con suma paciencia y amor por Escocia. No, simplemente sabe que no podía estar con Alfred, no volvería a dejar todo por quien no da ni la mitad a cambio. Esta vez será consciente de que elegirá a ese que le saca miles de sonrisas, el que por verlo felíz daría hasta su vida.

En ese entonces, Pedro comprendió que su corazón ya no latía en el nombre del portador de gafas rojas.

—No. . .

—¿Qué? — pregunta la potencia mundial en cuestión, confundido al escuchar el susurro por parte de su contrario, quien se suelta de manera repentina de su agarre, mostrando enojo. Ya no volvería a caer en sus trampas baratas, a rebajarse para que Estados Unidos de América lo manipulara como quisiera, ya no.

—Yo no te amo a ti, Alfred — responde de manera fría el morocho antes de agarrar entre sus manos el vestido y salir corriendo tras quien había estado a su lado todo momento, deseando conquistar su corazón incluso aunque no tuviera oportunidad alguna. —¡Scott!

El dichoso se gira, observando curioso a la hermosa voz que lo llamaba. Pero al mirar, ya tenía a un Pedro alzado entre sus brazos, sosteniéndose gracias a que coloca sus piernas al rededor de su cintura y sus brazos a los lados de su cuello. Tal vez, el de ojos café sí que logra sorprenderlo.

—Yo quiero casarme contigo, bobo. Te amo sólo a ti — le sonríe divertido el portador de un encantador vestido de novia antes de juntar sus frentes. Sus miradas se encontraron, ambas emocionadas por tenerse mutuamente. —; ¿qué esperas?, ¿no vas a besarme? — desafía a su prometido, sabiendo que si lo hacía, lograría lo que anda buscando. Por suerte, no tuvo que esperar mucho, Scott estaba más que gustoso por cumplir su deseo, así que une ambos pares de labios con todo su gran amor por Pedro.

Arthur, alegre por ver la escena reciente entre su hermano y su cuñado, mira a su 'esposo', sonriendo victorioso al notar que Alfred esta vez no había podido ganar.

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Esta historia se acaba aqui, fue un honor que hayan leido, y acompañado esta historia, recuerden pasarse por la cuenta de 


ella sube contenido nuevo cada tanto :3

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