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Lunes, diez de la mañana me levanto agotada, puesto que la casa fue inundada por gemidos toda la noche. Bajo con toda pereza a buscar comida, al entrar a la cocina me encuentro a Celeste cubierta por una camisa azul que le llega a los muslos, recargada en la barra con un vaso lleno de un líquido con un color verde muy oscuro.
—Tráeme una aspirina.-me quedo ahí sin decir nada.-Están en mi habitación, apúrate.-vuelve a recargar la cabeza en la barra. Doy media vuelta y comienzo a subir las escaleras. Si Celeste está en ese estado... ¿cómo encontraría a Keneti?
Me dirijo hacia la habitación de Celeste, donde es más probable que se encuentre.
Abro con delicadeza la puerta, que inmediatamente da a la cama, donde James se encuentra acostado boca abajo con las sábanas cubriéndole de la cintura para abajo, puedo ver su espalda un poco roja, para todo el griterío que dieron anoche debió haber sido algo bueno.
Dejando mis pensamientos de lado, me dirijo al tocador esperando encontrar las aspirinas. Me siento en la mesita y comienzo a buscar entre tantas alhajeras, estuches, y cajitas con maquillaje.
—¡Maldición!-masculló al picarme con un arete y llevo mi dedo a la boca.
—¿Celeste?-me sobresalto y volteo, él se encuentra sentando en la cama, sosteniéndose con sus grandes brazos, trago saliva, me sonrojo al verlo, su cabello está revuelto, su mirada está adormilada, su voz es ronca, como siempre. Es malditamente caliente, Celeste tiene toda la suerte del mundo.
—Celeste me dijo que le buscará una aspirina, pero no sé dónde están.-me encojo de hombros, tímida.-suspira y pasa sus manos por su cara.
—Dame un momento.-comienza a levantarse y me volteo sonrojada, puesto que no lleva nada debajo de las sábanas. Se mete al baño, para finalmente salir en unos jeans claros. Me extiende la mano.-Toma.-Pone la caja de aspirinas en mi mano y sale de la habitación. ¿Por qué es tan condenadamente frío y distante?
Salgo de la habitación y bajo para encontrarme de nuevo con Celeste.
—Tardas demasiado.-me gruñe mientras me arrebata la caja de la mano.
—Oh, gracias Cassandra, por traer las aspirinas que te pedí sin siquiera decirte que estaban en el baño y que hice que buscaras por tu cuenta.-digo cínica y tomó una manzana del tazón con frutas, antes de salir de la cocina me toma por la muñeca y me ve con rabia.
—Soy tu madre, no tienes por qué hablarme así, que tu padre fuera un blandito contigo no quiere decir que yo lo seré, no te malcriaré como él lo hi...-mi mano se estampa en su mejilla.
—Tu no sabes nada de mi padre, no juzgues como me crió, lo sabrías si no hubieras sido una cobarde y preferido acostarte con chicos a los que les doblas la edad a quedarte con nosotros.-gruño. Sus uñas comienzan a clavarse en mi brazo, dejó escapar un jadeo por el dolor.—Suéltame.-chillo. Siento como un poco de sangre comienza a brotar en una de las marcas.
—Celeste, por el amor de Dios, suéltala.-interviene Keneti, finalmente, Celeste suelta su agarre. Solo la veo con furia, y me echo a correr escaleras arriba, me tiro en la cama–no sin antes cerrar la puerta con seguro– y lloro, veo mi brazo marcado por las uñas de Celeste y lo sobo.
—¡Yo no la quería aquí, en primer lugar! Pero al padre se le ocurre tener un accidente de automóvil y listo, me hacen cargo de ella cuando yo no tengo ninguna responsabilidad sobre ella.-puedo escuchar sus gritos, muerdo mi labio para ya no llorar más, al cabo de un rato me duermo.
[...]
Unos golpecitos en mi puerta me despiertan, me incorporo y tallo mis ojos.
—¿Quién?
—James, ¿puedo pasar?-me estremezco, Keneti, en mi habitación, simplemente no. Pero la tentación me gana y me levanto para abrirle.
—Supongo tienes hambre, te has perdido la cena, deja te llevo a comer.-me sonrojo, ¿llevarme a comer?- prometo que Celeste no estará.-sonríe, se ve lindo sonriendo, debería sonreír más a menudo.
—Está bien.-cojo mi celular para salir de la habitación pero él me detiene.
—¿Vas a ir en ropa interior?-arquea su ceja, me analiza, de pies a cabeza. Me miro, solo traigo mis panties rositas y una playera ajustada, olvidé cambiarme en todo el día. Siento el calor en mis mejillas.
—Tienes razón.-cierro la puerta en sus narices y me recargo en la puerta avergonzada.

«you're screwed up and brilliant and look like a million dollar men.»

Odié este capítulo :'v

be my daddy // kj apaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora