Capitulo 17

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Fernando Santos

Se le vino a la mente la canción del grupo Passenger "Let her Go", debía dejarla ir... pero le dolió tanto ese beso que se dio con Amaro, que sintió un mareo. Deseaba golpear al doctor, pero se dio cuenta que dar muestras de celos, era confesar que sentía cosas por ella. Algo que no podía hacer, admitir sus sentimientos era lo peor que podía hacer.

Se sentiría desnudo si lo hacía, era su defensa personal guardarse todo. Desde pequeño había aprendido a ser tolerable al dolor, a soportar cualquier tipo de malestar, odiaba decir lo que sentía. Por eso toda su vida se había dedicado a proteger a su hermano, sus manos apretaron fuertemente el mueble que tenía a lado, él había aprendido a protegerlo de todos los que les hacían daño. Como Daniel, su mirada se oscureció, y su mandíbula se tensó. Su madre los había dejado hacía ya mucho tiempo, habían ocasiones que los visitaba, pero eran periodos cortos, ella vivía en un mundo diferente. Casi no hablaba la última vez que habló con ella, estaba sumida en las drogas. Pero jamás había sentido odio hacia ella, de hecho siempre que podía ayudarla lo hacía. Sentía que ella le ocultaba algo importante, pero se retenía. Eloísa seguía casada con su padre, pero no tenía ni su protección, ni su ayuda económica. Sintió deseos de vomitar, al recordar todas las cosas que tenía en su mente. Creía que podía olvidar, pero había cosas que podían marcar el resto de su vida. Y Daniel era una de sus peores pesadillas.

Escuchó la puerta de entrada, y miró por la ventana alejarse el auto del doctor. Si tenían algo entre ellos mejor que fuera lejos de él, podía ser intolerable al "amor", no lo soportaría.

-Disculpa la demora.- dijo Paulina detrás de él.

- No hay problema, no se ha quemado nada por el momento.- le dijo sonriendo, podía creerle que estaba todo bien, o no. Sentía una pudrición dentro de su cuerpo, algo que avanzaba, haber recordado a Daniel, fue lo peor de esa noche. Creía que todo iba a estar bien y tranquilo con ella, pero los demonios del pasado luchaban con aparecer en su vida.

Su celular comenzó a sonar. "Antonella". No esperó el segundo tono y contestó, había quedado preocupada por ella.

-Anto, ¿todo bien?- dejó lo que hacía y miró a Paulina que tenía el ceño fruncido. "Cómete esa, Paulina. Para que veas lo que se siente."

- Fer... no sé con qué cara te miraré desde ahora en adelante. Pero estoy furiosa contigo.- le causó tanta gracia lo que le decía que se puso a reír.

- Tú te lo buscaste, no debiste ir a mi departamento...- sintió la tensión de Paulina al escuchar su conversación.- Supieras todo lo que podríamos haber hecho si hubiera tenido tiempo.

- ¡Estúpido! ¡Te odio! Gruñón cuidándome...- Se sintió feliz por su amiga, eso quería decir que al menos se preocupaba de ella.

- No me odias... me amas...- le dijo, lo que produjo una risa nerviosa de Antonella.

- Gruñón llegando con comida, tengo que cortarte.- le dijo eso y cortó.

Se volvió a mirar a Paulina, y ella evitó su mirada.

-Esta noche promete.- dijo Fernando, para terminar con el silencio.

Pero de pronto sintieron un ruido desde la sala. Los dos se miraron y corrieron al producto de los bullicios. Vicente los miró con esos grandes ojos azules, y les sonrió. Estiró los brazos a Paulina y luego se quedó mirando a su tío.

-No sabe con quién quedarse...- dijo Paulina, algo se movió en su interior. Él fue más rápido y se acercó para tomarlo, era tan pequeño entre sus grandes brazos, se volvió instintivamente a mirar a la única mujer con ellos y le sonrió.

Una Última Oportunidad (COMPLETA)©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora