Diez

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Todos a mí alrededor están tristes o al menos eso quieren aparentar. Los veo acercarse al ataúd mientras murmuran por lo bajo comentando que ya lo veían venir. El cielo está despejado, hace un día hermoso, pero por dentro todo se siente tan lluvioso. Carter está molesto, supongo que tampoco soporta ver tanta hipocresía. Papá es el único que no expresa ninguna emoción, se mantiene a mi lado abrazándome, alejándome de las palabras hirientes que se atreven a decir de mi madre ya muerta, encerrada en ese cajón y pronto en las paredes de la tierra de Phoenix.

¿Alguna vez has sentido que en ese momento todo iba a hacer mucho peor? ¿Qué ibas a tener que ser fuerte por el tiempo que no lo fuiste? Pues siento que ya he fracasado, todo en un instante me abruma, sé que los comentarios ignorantes serán dirigidos a mi pronto, cuando se confirme lo inevitable, porque la gente se entera e inventa lo que quieren cuando su vida se vuelve aburrida.

Recuerdo que en ese instante cerré mis ojos y ore a Dios, recuerdo que le dije que por favor me diera fuerzas para poder aguantar, que por mis propias fuerzas yo no iba a poder soportar. La realidad que me enfrentaría podía doblegarme. Mientras decía aquellas palabras aun no sabía cuánto iba a necesitar esas fuerzas realmente, poco después me enteré de que padecía de insomnio familiar fatal.

Al igual que mi madre.

El timbre suena indicándome el cambio de clases, no estaba segura de que había escrito durante las dos horas de biología, pero sí sé que pasaba por mi cabeza como un donut extra. Estaba preocupada por Zack y la pequeña ¿Shamary? No me acuerdo bien como era, solo sé que estábamos escondidos debajo del piso de su casa, que nos buscaban por igual y como la cobarde que soy solo desaparecí. No era mi intención, pero siempre todo tiene fecha de caducidad, incluso la vida.

Camino casi arrastrando mis pies sobre la cerámica. Debo recordar tomar esas patillas para dormir algo hoy en la noche o en la tarde, eso depende cuanto aguante. Me dirijo a mi casillero por más extraño que sea eso en mí, inserto la clave sin problemas, ingreso mi libro de biología y sacó mi campera por el próximo aguacero que parece venir.

Escucho un par de amigas inseparables acercarse al casillero continuo al mío, las dos son bonitas y seguras de sí, Amery y Franciny. Suelen saludarme en el pasillo, pero de ahí nada más.

—Yo escuché que salió del aula de literatura —comenta la pelirroja de Amery.
— ¿Y eso qué? ¡Tú lo haces! —protesta sin entender Franciny.
— ¡Déjame terminar! — responde exasperada Amery. — Salió de allí y se quedó parada en el pasillo ¡no se movía de ahí! Mikeyla, su amiga, la llamaba, pero no reaccionaba.

¿Cómo? Eso no fue lo que Mikeyla me dijo.

— ¿A qué te refieres? —musita Mikeyla sin prestarme mucha atención.

—Cuando yo me fui ¿Te distes cuenta? —pregunto queriendo saber en qué momento desconecte.

Me mira raro, como si mí pregunta no tuviera lógica.

Realidades Difusas [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora