Media Noche

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Se quedó aún esperando un rato
largo, observaba hacia los otros recintos
para tratar de ubicar a algún habitante en
la mansión, pero cuando sonaron once
campanadas sin que se apareciese nadie,
no pudo ya resistir el hambre, y
apoderándose de un pollo se lo comió
con dos bocados a pesar de sus
temblores. Bebió también algunas copas
de vino, y ya con nueva audacia
abandonó la sala y recorrió varios
espaciosos aposentos, magníficamente
amueblados. En uno de ellos encontró
una cama dispuesta, y como era pasada
la medianoche, y se sentía rendido de
cansancio, entumecido y aturdido de la
aventura pasada hasta encontrar este
cobijo, decidió cerrar la puerta y
acostarse a dormir.

La Bella Y La BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora