Al mediodía halló la mesa servida, y mientras comía escuchó un exquisito concierto, aunque
no vio a persona alguna. Esa tarde, cuando iba a sentarse a la mesa, oyó el estruendo que hacía la
Bestia al acercarse, y no pudo evitar un estremecimiento.-Bella -le dijo el monstruo-, ¿permitirías que te mirase mientras comes?
-Tú eres el dueño de esta casa -respondió la Bella, temblando.
-No -dijo la Bestia-, no hay aquí otra dueña que tú. Si te molestara no tendrías más que
pedirme que me fuese, y me marcharía enseguida. Pero dime: ¿no es cierto que me encuentras muy
feo?-Así es -dijo la Bella-, pues no sé mentir; pero en cambio creo que eres muy bueno.
-Tienes razón -dijo el monstruo-, aun cuando yo no pueda juzgar mi fealdad, pues no soy más
que una bestia.-No se es una bestia -respondió la Bella- cuando uno admite que es incapaz de juzgar sobre
algo. Los necios no lo admitirían.
-Come, pues -le dijo el monstruo-, y trata de pasarlo bien en tu casa, que todo cuanto hay aquí
te pertenece, y me apenaría mucho que no estuvieses contenta.-Eres muy bondadoso -respondió la Bella-. Te aseguro que tu buen corazón me hace feliz.
Cuando pienso en ello no me pareces tan feo.
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La Bella Y La Bestia
FantasíaLa Bella y la Bestia es un cuento de hadas tradicional europeo. Explicado en múltiples variantes cuyo origen podría ser una historia de Apuleyo, incluida en su libro "El Asno de Oro". La versión de Madame Leprince Beaumont, elegida para esta edición...