Vista Encantada

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Eran las diez de la mañana cuando
se levantó al día siguiente, y no fue
pequeña su sorpresa al encontrarse un
traje como hecho a su medida en vez de
sus viejas y gastadas ropas. «Sin duda»,
se dijo, «o no he despertado, o este
palacio pertenece a un hada buena que
se ha apiadado de mí». Miró por la
ventana y no vio el menor rastro de
nieve, sino de un jardín cuyas bellas
flores encantaban la vista. Entró luego
en la estancia donde cenara la víspera, y
halló que sobre una mesita lo aguardaba
una taza de chocolate.

La Bella Y La BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora