Tres apacibles meses pasó la Bella en el castillo.
Todas las tardes la Bestia la visitaba, y la
entretenía y observaba mientras comía, con su conversación llena de buen sentido, pero jamás de
aquello que en el mundo llaman ingenio.Cada día la Bella encontraba en el monstruo nuevas
bondades, y la costumbre de verlo la había habituado tanto a su fealdad, que lejos de temer el
momento de su visita, miraba con frecuencia el reloj para ver si eran las nueve, ya que la Bestia
jamás dejaba de presentarse a esa hora.Sólo había una cosa que la apenaba, y era que la Bestia,
cotidianamente antes de retirarse, le preguntaba cada noche si quería ser su esposa, y cuando ella
rehusaba parecía traspasado de dolor.
Un día le dijo:
-Mucha pena me das, Bestia. Bien querría complacerte, pero soy demasiado sincera para
permitirte creer que pudiese hacerlo nunca.Siempre he de ser tu amiga: trata de contentarte con esto.
-Forzoso me será -dijo la Bestia-.
Sé que en justicia soy horrible, pero mi amor es grande.
Entretanto, me siento feliz de que quieras permanecer aquí. Prométeme que no me abandonarás
nunca.
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La Bella Y La Bestia
FantasyLa Bella y la Bestia es un cuento de hadas tradicional europeo. Explicado en múltiples variantes cuyo origen podría ser una historia de Apuleyo, incluida en su libro "El Asno de Oro". La versión de Madame Leprince Beaumont, elegida para esta edición...