Campesinos

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La Bella —pues así era como la
conocían y llamaban todos a la menor—
agradecía muy cortésmente el interés de
cuantos querían tomarla por esposa, y
los atendía con suma amabilidad y
delicadeza; pero les alegaba que aún era
muy joven y que deseaba pasar algunos
años más en compañía de su padre.
De un solo golpe perdió el mercader
todos sus bienes, y no le quedó más que
una pequeña casa de campo a buena
distancia de la ciudad. Totalmente
destrozado, lleno de pena su corazón,
llorando hizo saber a sus hijos que era
forzoso trasladarse a esta casa, donde
para ganarse la vida tendrían que
trabajar como campesinos.

La Bella Y La BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora