Alexis y Tomás (A)

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XVI.

8 meses antes del anuncio del compromiso.

Como ya era costumbre. Miguel llegó a la misma hora y espero tranquilamente a que el chico del turno anterior le entregara la caja, se hizo el corte y su líder junto con el chiquillo de 17 años se fueron a la pequeña oficina del encargado para hacer cuentas.

El turno de Miguel transcurrió tranquilo y sin novedades. Hasta que dieron las seis de la tarde y su cliente favorito llegó a la misma hora de siempre.

Solía venir muy seguido y a todas horas, pero ahora que se había conseguido un trabajo y dejo de estar de nini (ni estudia, ni trabaja) en su enorme casa pues las venidas ya no eran tan frecuentes.

Ser un niño rico era maravilloso o eso le parecía a Miguel.

-Hola Miguel- lo saludo el joven.

-Déjame decirte que estas de suerte. Tenemos promoción en las tecates. Y supongo que como es viernes vas a saber aprovecharla- le guiño un ojo.

Tom no hizo más que reírse, saco un billete de 200 de su cartera y se lo puso en el mostrador.

-Dame dos cajetillas de Delicados, por favor.

Miguel no dijo nada, se dio la vuelta tomo su pedido y se lo cobro. El cambio de su cliente favorito no pasó desapercibido para el joven de 22 años.

Desde que llevaba trabajando en ese 7 eleven que ya iba para tres años, era el mismo tiempo que llevaba conociendo a Tomás.

Ya fuera mañana, tarde o de madrugada el joven iba y compraba cerveza y otras veces botellas, y de las caras.

Siempre con la misma expresión de odio hacía el mundo, borracho, sobrio, malhumorado, crudo. Eran sus estados más frecuentes.

Al menos hasta la noche que apareció con una rubia linda y se quedaron platicando en las mesas de afuera de la tienda.

Miguel pensó que se trataba de esa novia de la que siempre estaba hablando, lo pensó por la forma en que miraba a la rubia. Hasta que semanas después llegará con su "verdadera" novia. Una chica chaparrita y morena. No era tan bonita como la anterior y él no la miraba como a la otra.

Con el paso del tiempo Miguel y Tomás se volvieron buenos amigos, a veces le compartía de las cervezas que compraba o le regalaba las botellas así, sin más.

Fue cuando le contó sobre la chica rubia. Su nombre era Alexis y era un familiar lejano que se estaba quedando en su casa por un tiempo. A pesar de que no se lo dijo así explícitamente, Miguel pudo llegar a notar que la chica le gustaba.

A la morena solo la vio esa vez, mientras que a los otros dos los veía con frecuencia. Siempre iban y compraban, se quedaban en las mesas y platicaban por horas.

Esa expresión molesta a veces se iba y otras volvía. Incluso llegó a notar cuando se peleaban; por una temporada corta, venía por las noches y se tomaba un seis él solo.

Pero entonces se consiguió un trabajo, de secretario del vicepresidente de la empresa de su padre, se le notaba feliz y más aún cuando por las noches volvía acompañado de la chica rubia.

Una de esas noches en que su turno había terminado, Miguel decidió ir a despedirse de su cliente favorito. Hasta que los vio, la chica lo tomo del cuello y le dio un beso largo.

Opto por no interrumpir y se fue de ahí. Bastante contento de que las cosas fueran diferentes ahora.

Pronto dejo los piyamas por trajes, incluso hasta se peinaba. Y así, de poco en poco también dejo de tomar.

Es un buen día para llorar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora