La disculpa de Tomás.

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VI.

Un día hermoso, estamos a mitad del verano y el clima parece consciente de eso. Si bien, los climas de Puebla no son enteramente cálidos; más bien son fresco y algunas veces con toques muy fríos. Hoy se siente un poco más caliente de lo habitual.

Es verano y el color verde que resplandece en el jardín enorme y hermoso de la mansión Gaméz hace que se sienta todavía más.

Por la posición del sol, son quizá las 11 de la mañana. Es domingo y Sheila esta contenta, de hecho, le parece un precioso día el que hace hoy.

Hace unas horas que se ha despertado, esta pendiente de cada movimiento y persona que baja las escaleras, la única razón por la que se levanto temprano aún no baja.

<<Parece que tuvieron una noche salvaje>> sonrió y rió por lo bajo.

Trato de no llamar tanto la atención de Hilda y Paulina, pero no aseguraba contenerse cuando viera bajar a la rubia; la abordaría con un montón de preguntas. No le dejaría ir viva y sin confesar su noche con Héctor.

Después de otros 20 minutos de espera, Alexis apareció. Para el desconcierto de la pelirroja no bajo, si no que venía de su habitación en el primer piso.

Saludo a todas, con despreocupación tomo una tostada de la mesa y le puso mermelada.

Sheila le miro con atención e incredibilidad. Algo no iba bien, según ella.

-Ah...- tocio- ¿Dormiste bien, Alexis?

La joven le dio una gran mordida al pan tostado, miro a la chica y asintió.

Sheila intento mantener una cara amigable.

-¿Y... tú, dormiste en tu cuarto?

Se limpió con una servilleta.

-¿Dónde más dormiría?

Una sirvienta irrumpió, tendiéndole el teléfono a Hilda, está salió de la estancia. Paulina hacía rato que había ido a tomar un baño al piso de arriba.

Las dos chicas se quedaron solas.

La rubia abandono su despreocupación y ocupo la misma postura que la noche anterior le mostró al hermano de Sheila.

-¡Ah! ¿Será qué esperabas que estuviera saliendo de la habitación de Héctor?

El rostro de la pelirroja le mostró esa expresión que un niño suele poner al ser descubierto. Después adoptó una postura incomoda.

-¿Por qué supondría eso?- bufó- No habría razón por la que tú...

-¿Verdad?- no fue una pregunta- Héctor no parece ser alguien que haga ese tipo de cosas, pero tú sí. Así que doy por hecho que fue tu plan desde un principio.

Su tono y la forma en que la miraba no le gustaba nada. Le recordaba a su hermano Tomás, siempre diciendo que tenía la razón. Siempre mirándola desde abajo.

-No me agrada lo que estas insinuando- se defendió- Y lo que sea que pienses, sacalo de tu cabeza. Yo no se nada.

Le regalo una sonrisa de medio lado. Mostrándose de nuevo despreocupada.

-Eso lo puedo notar. Es obvio que no sabes nada sobre mí. Mira que dar por hecho que me acostaría con tu hermano así, solo porque es atractivo- se rió- Te creí un poco más inteligente.

No quiso, ni dijo una palabra más. Tomo su tostada con mermelada y se retiro del comedor.

Una expresión muy desagradable se fue dibujando en el rostro de la bella Sheila, una que mostraba ira y rabia.

Es un buen día para llorar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora