Cuando Éramos Tú Y Yo

Capítulo XXXVI

Brianda consoló a su pequeña hija, prometiéndole comprar un vestido nuevo mejor que aquel que fue destruido misteriosamente.

No podía explicar por qué, pero tenía la corazonada de que había sido Shara quien lo había roto mientras todos dormían, destrozando así la ilusión de su hija. Y esto la molestaba aún más, pues para ella su hija era intocable.

Oliver también estaba pensativo. Al igual que su esposa, no hizo ningún comentario frente a la niña, pero también tenía el pensamiento de que Shara era la responsable de aquel momento tan horrible para su pequeña.

Por si fuera poco, la ama de llaves no perdía tiempo en desprestigiarle frente a su mujer, su hija, su cuñado y el resto de empleados.

Si bien Brianda lo defendía, la situación comenzaba a molestarle seriamente.

-Llama a Rosi -la voz de Brianda le sacó de sus pensamientos.

-¿Qué?, ¿Se te olvida todo lo que pasaste con ella? -Oliver no daba crédito a las palabras de su esposa.

-No, créeme que no. Pero ahora mismo necesito alguien que me ayude a defenderte y protegerte frente a Shara y no se me ocurre nadie mejor que Rosi. -Admitió la mujer.

Oliver asintió, entendiendo las razones de su mujer y prometió llamar a Rosi tan pronto terminara de vestirse.

Brianda suspiró algo más tranquila tras oír esto. 

Sabía que, por ahora, despedir a Shara no era una opción, primero debía estar segura de sus sospechas y no podía conseguir nada si ella se iba de la casa.

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Una hora más tarde, toda la familia estaba reunida en la mesa mientras desayunaban animadamente.

Shara observaba la escena con disgusto. Esto no era lo que ella esperaba conseguir.

Milena, una de las sirvientas, no pudo cruzar la mirada con Brianda y Oliver.

Shara le dio una buena cantidad de dinero por destrozar el vestido de la niña. En un inicio ella, tal vez, ni siquiera lo debía haber sabido, pero descubrió a Shara con las tijeras en la mano y el vestido, a punto de destrozarlo.

Cuando Milena quiso correr a decírselo a sus jefes, Shara le ofreció diez mil dólares por hacerlo ella misma. Dado que Milena vivía y criaba sola a sus siete hijos, el dinero era necesario para ella y aceptó sin hacer preguntas. Ahora sabía el mal que había causado sin querer.

Avergonzada, le pidió a Dhalia, otra de las sirvientas, que la supliera mientras ella iba al baño.

Shara se percató de esto y una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios. Sabía que, para esa hora, Milena ya debía saber que eran cómplices. Y eso le convenía a Shara, pues se aseguraba así de que nadie interfiriera en sus planes.

De pronto el timbre sonó y Dhalia corrió a abrir la puerta de la entrada, quedando sorprendida al ver a Rosi.

Ésta, entró y caminó arrastrando su maleta hasta el salón.

Shara palideció al instante. Esto era lo que le faltaba, ya que detestaba a la mujer.

Si bien antes se habían unido para separar a Brianda y a Oliver, Rosi desconocía que todo esto tenía que ver con Daniel y Rafael. El propio Daniel desconocía que su padre había ofrecido dinero a Shara.

Soltando un suspiro de exasperación, Shara mostró una fingida sonrisa y se forzó a saludar a Rosi con educación.

Dhalia acompañó a Rosi a su habitación, dejándole ver la placa dorada con su nombre en la puerta.

Rosi sonrió, satisfecha.

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En la sala de la casa, Shara estaba en cólera, recriminando a sus jefes que hubieran traído a Rosi.

-Shara, es mi casa y mi mujer, las decisiones corresponden a nosotros, no tenemos nada que comentar con el servicio. -dijo Oliver mientras se masajeaba la frente con la yema de los dedos de su mano derecha.

-No hablo con usted, don diablo. Hablo con mi niña, ella es la que debe darme una explicación. -la mujer no estaba dispuesta a aceptar las palabras de Oliver, a quien consideraba un problema en sus planes.

-Shara, ¿Qué es lo que no has entendido?, mi esposo ha sido muy claro contigo, las decisiones nos corresponden a nosotros y sólo con él es que tengo que ponerme deacuerdo con respecto al servicio. Ofrécele una disculpa a tu "señor" por tu ofensa o te vas inmediatamente de mi casa. Te lo dije no más faltas de respeto. -Brianda habló claramente.

Shara agachó la cabeza y apretó fuerte sus dientes.

-Mis disculpas al señor... Pero no quiero a esta mujer aquí -espetó, levantando la cabeza con suficiencia.

-¿Nadie te enseñó a respetar a los patrones, Shara? -la voz tranquila de Rosi resonó tras Shara.

-¡Tú te callas, entrometida!. -Shara gritó, furiosa.

¡PLAST! 

Una fuerte bofetada se escuchó en la sala de repente y todos los presentes se quedaron atónitos.

Rosi había abofeteado a Shara sin vacilación.

-Si no tienes educación y modales, yo te los daré, si los señores me lo permiten. -Rosi lucía tranquila a pesar de la bofetada que acababa de propinarle a Shara.

-Por supuesto, Rosi, desde hoy eres la nueva ama de llaves de la casa. -Aclaró Brianda.

Shara palideció, sintiendo como su sangre se congelaba y sus manos empezaban a temblar...