James se encontraba en la oficina del club revisando las finanzas, ya faltaba poco para irse a descansar. Los alborotados clientes se habían marchado, los trabajadores habían abandonado sus puestos, y el personal de limpieza realizaba la última revisión para dejar todo impecable para la siguiente apertura.
Estaba complacido porque el negocio continuaba creciendo como planta en época de lluvia. Pero, aunque era feliz por eso y una ligera sonrisa asomaba a sus labios al ver los estados de cuenta en la pantalla de su laptop, estar peleado con su mejor amigo lo hacía perderse en pensamientos por instantes, y en ocasiones se veía distraído. No era fácil para él, en todos los años de amistad nunca tuvieron una discusión que los mantuviera sin hablar durante más de veinticuatro horas. En realidad, él estaba deseoso por saber cómo se encontraba Alexander y no tendría ningún inconveniente en hablarle, al contrario, esperaba que pronto volviera a dirigirle la palabra, ya fuera porque recordara a Anna o porque admitiera que necesitaba ayuda.
«Ojalá las fotos sirvan de algo», se decía con frecuencia.
James pensaba que tal vez se preocupaba demasiado y que solo debía darle algo más de tiempo, después de todo, sus otros compañeros y amigos que frecuentaban el club, luego de preguntar, durante una pequeña temporada, qué era lo que le sucedía a quien solía ser el alma de la fiesta, dejaron de preguntar por Alexander, y al parecer se volvió una costumbre para todos no verlo. Después, James cambiaba de opinión y pensaba que no eran muy buenos amigos, ya que solo él parecía vivir angustiado, no dejaba de preguntarse cuánto tiempo más tardaría este problema.
La única persona que no le había preguntado absolutamente nada de Alexander era Anna. En realidad, habían hablado muy poco, se podría decir que casi nada, pues, según le había contado, ella estaba dedicando el cien por ciento de su tiempo despierta al artículo, si no estaba escribiendo en la computadora, lo hacía en su mente. Sus planes eran redactarlo en una semana, corregirlo en unos tres días y tener el resto del tiempo libre para relajarse y divertirse antes de regresar al continente americano.
James no se atrevía a escribirle, no quería interrumpir su trabajo, así que esperaba paciente el día en que ella le escribiera o lo llamara.
Esa madrugada, James apagó la laptop después de revisar todo, y empezó a recoger las cosas para marcharse.
Al estar casi listo, su teléfono vibró y al revisarlo leyó con una sonrisa un mensaje que no era muy largo, tan solo una palabra, pero sería el inicio de una conversación que ni él hubiera podido imaginar cómo acabaría.
Anna_J:
Hola
James:
Por fin tienes algo de tiempo para mí.
Anna_J:
James, cuánto lo siento.
James:
Anna, vamos, estoy bromeando.
Anna_J:
Eso no importa, de verdad lo siento.
James:
Lo sé, no te preocupes por eso. Espero que pronto puedas apartar un rato para charlar, tengo mucho que preguntarte.
Anna_J:
Estaré feliz de contártelo todo, esto aquí es tan raro.
James:
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El ángel de su alma gemela © [DISPONIBLE EN FÍSICO]
RomanceA los veintinueve años, Alexander no es capaz de mantener una relación que sobrepase más de una noche; para él, la idea de comprometerse es absurda. Una mañana conoce a Anna, una hermosa pelirroja, y al instante desea saber todo sobre ella. Justo cu...