Nota 8

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Escrita con una lapicera azul. La dejó apretada con un libro sobre la reposera del balcón. 

Era una mañana hermosa, como la de todos los sábados hace ya dos meses. El mensaje de mi viejo me despabiló. Decía que necesitaba que vaya cuanto antes a su casa. Ese cuanto antes me alertó de algo malo. Él no es de pedir ayuda, le gusta el personaje estoico, el tipo que vive y se las arregla solo. Le quise llamar para saber si era urgente pero no me contestó. Me alisté rápido, olvidando de golpe la ensoñación de tenerte bajo mis piernas con tu lengua roja y hambrienta. En su lugar empecé a maquinar qué cosa le podía haber pasado. Recién cuando me saludó con una sonrisa y un abrazo salió algo bueno de mi cabeza.

Mi viejo se casa y de la noche a la mañana me entero de varias cosas. Primero que el taller de teatro ya rindió sus primeros frutos; se consiguió una novia. Pero no solo eso sino que la próxima semana van a probar convivir juntos. Y si todo marcha bien, ¿por qué no?, a fin de año se casan. Ella, Berenice, tiene un hijo dos años más chico que Gonzalito. ¿Es el tío menor de Gustavito? El chiquillo va dormir en la habitación que era mía. Por eso la urgencia para que me llegara a revisar si entre las cosas que quedan en el cuarto hay algo para rescatar. Les agradecí el gesto. Los vi tan enamorados que no dije nada sobre los planes ni las velocidades. Hacía años que no veía así de emocionado a mi padre. Salpicaba una felicidad generosa. Desde que era un niño y viajaba montado en sus hombros que no recordaba de lo que mi padre estaba hecho.

Sí, se conocen hace menos de dos meses. Sí, ella es un poco más joven, unos nueve años digamos. Sí, están enamorados a lo tonto como dos adolescentes. Sí, es una locura. Sí, todo se explica por la efervescencia y la ansiedad. ¿Y qué?

Aunque la ilusión dure solo una semana tiene sentido. Perfecto sentido. ¿Por qué motivo frenar? ¿Dudas, inseguridad, remordimiento, culpa, temor? Son todos nombres del miedo. Mejor apretar el acelerador y llegar al final sin dejar cartuchos por disparar.

Acá, en este punto, quiero introducir mi envidia y ganas de acelerar todo con vos y casarme el mes que viene.

Di un vistazo rápido a la habitación pero tengo que ir con más tiempo. Me voy a llegar en la semana, hay que abrir las ventanas, hacer correr el aire y disfrutar de la búsqueda. Quizá me quieras acompañar, así de paso yo te presento como mi próxima esposa. ¿Sería loco no? O te introduzco como mi fl-amante amante. Creo que después de esta noticia todo puede ocurrir.

Me tomé un receso de tantas noticias en el patio. Armé un cigarrillo y lo fumé debajo del olmo sentado en el borde de la pileta. Sumergí los pies descalzos en el agua fría. El gatito pardo del vecino se me acercó. Le di unos mimos y después siguió su camino hasta el asador donde se recostó a tomar sol. Estuve un rato con una sonrisa en todo el cuerpo, contagiado de la alegría ajena, la risa constante por todo, sin pensar. Por un segundo, como un chispazo de luz en la oscuridad, vi que en esta vida algunas cosas podían dar un giro tan repentino que valía la pena seguir por esa sola esperanza del azar. Pensé en vos, debías estar tomando sol en tu balcón, en una posición similar a la del gatito, esperando por tu ex compañero del taller de escritura. El buen azar de los talleres. Las excusas que nos salvan. Los amigos que pasan la línea una vez, y otra vez, y otra, hasta que la línea desaparece y son algo distinto que amigos. Y seguir buscando incluso cuando uno se queda solo y sin luz, eso viene en la sangre. Saqué los pies helados que se habían calentado con la idea de follarte en el balcón y decirte que nos casemos. ¿Para qué más detalles, si sabes con exactitud todo lo que te hice desde que me abriste la puerta?

Notas en el refrigeradorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora