Nota 22

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Escrita en una hoja A4 que deslizó por la puerta del departamento.

A mi reina que se despertó:

Dicen que vivir de memoria es un crimen, y querer de memoria un crimen mucho mayor. Bien, que ellos me condenen, porque yo no les creo, porque yo no te olvido.

Abriste los ojos el domingo. La enfermera me lo dijo en secreto: fue cuando te leía la nota, en la parte que te escribía Gustavito. Cuando recibí la noticia quise ir, era lo único que quería, verte despertar. Pero después me llamó Oscar y me pidió que no fuera. Tenía razón. Me detuve en la puerta y me estampé contra el sillón, como si viniera tomando altura hacía meses. Era Oscar al que le correspondía el momento. Y no solo ese momento, sino los que vinieran después también. Entendí eso y algo se movió definitivamente dentro mío: empecé a llorar, un llanto guardado desde que nos conocimos y supimos que éramos amantes. No me importó que me vieran echado en el sillón llorando. Ester me preguntó con la voz seca, ¿Falleció?. No, despertó.

Y ahora yo también despertaba, de esa ilusión de amantes donde nos pertenecíamos.

Para que existamos como amantes hacía falta del secreto. Eso que ya no existe más. Ahora nos quedaría ser pareja pero lo sabemos, eso, es imposible. Por eso entenderás que me alejé.

Desde ese día que sueño con vos. De distintas maneras, con la pasión de siempre mientras sueño, pero con una decepción profunda, una crisis interna inabordable. Me desparramo por la cama, Ester sabe de qué se trata de vos pero no dice nada. Espera que mejore. Yo también lo espero.

Han pasado dos semana de la última vez que te vi y cada día es una odisea. Te dedico la mañana entera, mientras tomo mates y escribo algún trabajo apareces en mi cabeza, me pregunto qué estarás haciendo, cómo te sentirás. Y si te acordas de mí. Quiero creer que al menos los sábados te acordas.

Hoy es viernes. Me escapé del trabajo sin avisar, igual no estaba haciendo nada. No podía pensar en nada. Salvo en que mañana es sábado. Salí a caminar por el parque de las Naciones. Miré que los pájaros empezaban a poblar un algarrobo, me quedé sentado en el pasto, viendo que ellos sabían algo mejor que yo: cantar sin razón alguna. Entonces quise escribirte. Una última vez, para volver a decirte algo que ya sabes. Pero es bueno recordar.

Mañana es sábado, y tengo una certeza en el corazón: te amo, y aunque duela, no pienso olvidarte.



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PD: queridas lectoras;

¿Será este el final? Al parecer lo es. 

¿Habrá algo más que decir? 

¿Ella sería capaz de escribirle algo? 

Quiero leer sus comentarios. 

¿Es este el final de la historia? 

Tal vez lo sea, mi razón apunta a que es este. 

Mi corazón sabe que la razón miente.

Les agradezco, hasta acá, su compañía,

sus mensajes, su amor, su locura. 

Son el sol. 

Y gracias a la difusión, 

que significa, seguir motivando a quien escribe.

Notas en el refrigeradorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora