Nota 14

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Escrita con lapicera a chorro de tinta en una hoja rayada gruesa. La dejó prolijamente doblada en mi bolso.

Ya decíamos que había algo adictivo en nuestra cepa. Una cosa media tóxica que cuando falta hace mal. Una dependencia física. Ese calorcito de la sangre al estar cerca del fuego. Cosas ancestrales, llamados de la bestia que llevamos dentro. 

Así que me enviaste un mensaje de espionaje: "cómo lo llevas? te extraño, demasiado, siento que te perdí" y yo te di el pase gol "Relajado y pensando, mi mujer se fue con los chicos a lo de su papá en Corrientes". Y sin decir nada apareciste. Por fin se te dio por venir a mi departamento. Con esas ligas eróticas como un presente, para decir; estamos en el horno y nos vamos a ir al infierno, pero lo vamos a hacer con un estilo único bebé.

Quiero confesarte que todo fue planeado. Hablo de esa nota que te deje el sábado pasado. Esa ficción de la despedida, en la caíste como una niñita adorable. Me gustó verte llorar. Lo admito, me dio placer besar esas lágrimas.

Creo que deberíamos pelear un poco más seguido. Cuando abrí la puerta me lleve tamaña sorpresa. Entraste al departamento con paso seguro desde esos altos tacones negros. Abrí los ojos como un depredador, en mi bragueta se dibujó una sonrisa y el pene despertó de golpe. A los segundos ya estaba golpeando contra el cierre para que le abrieran. No te demoraste, bajaste la mano y lo saludaste con esa bonita sonrisa. Yo me agarré con mis manos a tus pechos y te hice girar sobre los tacones para cerrar la puerta y que la vieja infeliz de la vecina no se enterara de un nuevo chisme. Aunque después tus gritos arruinaron el plan de anonimato, pero qué importa, seguro no escucha una mierda, y además ¿Quién soy yo para callarte? si yo también termino jadeando encima tuyo. Cuando gritas de esa manera quiero entrar más hondo en tu coño, hasta llegar al final y vivir ahí. Sí, lo sé. es algo extraño. Es ese placer el que a veces me deja tieso dentro tuyo. Pero mujer no me culpes, porque en esos momentos me ves como despistada, sin saber de qué se trata la cosa, y la cosa es sencilla: se trata de la ternura insoportable de tu coño húmedo. La próxima vez solo abraza.

Las lenguas húmedas se juntaron con violencia y precisión como si no se besaran hace una eternidad. Nos desparramamos por la casa, rompiste con tu cola un máscara voodoo, antes que dijeras alguna palabra estabas desvestida. Dios mío tu piel, le escribiría cien páginas a como me hace sentir pero ya lo debes saber por esas piruetas que hago para besarla.

Tu lengua se comportó como una serpiente angurrienta. Hizo algunas cosas que de ahora en más le voy a exigir. Sentí que hacía todo eso como pidiendo disculpas. Y te lo bebiste como un elixir; con el mismo gozoso principio que te vi recibir el viento en la cara cuando manejas. Tengo ganas de volver a ese momento donde tu cabeza estaba entre mis piernas.

Ya viste que mi casa es pequeña y sin demasiados lujos. ¿Pero quién necesita de los lujos cuando tiene una seguidilla de polvos feroces?

Veo como te vestís a mi lado. Ese vestido oscuro me pone fuerte, se saca rápido y te luce una curva impresionante, el escote repleto, el cabello colorado cubriendo el pecho. Sin dudas que tu pelo color rojo es una buena decisión. 

Notas en el refrigeradorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora