Nota 19

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Escrita con lapicera en un recetario médico. Se la dejó a la enfermera y ella me la leyó cuando desperté.

Tengo miedo de perderte. Veo tu cuerpo durmiendo a lo largo en esa cama blanca y fría, y como otras veces pienso que sos hermosa. Tus ojos cerrados como dos pimpollos me recuerdan cuando te miraba durmiendo. Paseaba mi dedo por tu ombligo, alguna vez te molestaba con un fino cabello la nariz.

Le repito a los miedos que no hay motivo para preocuparse. Los médicos me dan la razón. Y entonces tengo más temor que antes.

Verte quieta por tanto tiempo es extraño. Me paraliza las ideas. No sé qué pensar. Salvo que yo era quien era gracias a tu movimiento, a tus preguntas, a tus charlas introductorias, a tus pequeñas síntesis, a tus infinitos cables a tierra.

Cuando llegué al departamento me abrió la puerta tu marido. Su cara estaba húmeda y fatigada, tuve la sensación de que era distinto al de las fotos en las repisas y muebles. Me sorprendí ante la mirada mutua de familiaridad, como si ya nos conocieramos. Estuve congelado en el pasillo un instante hasta que Oscar con la voz quebrada me pidió que pasara. Sin odio, sin énfasis, en un tono triste y gris, que yo también adopté luego, dijo algunas palabras, habló como pudo. En secreto, lo sabía todo, aunque tu intuición debió descubrirlo. Alcanza con que uno no lo supiera para que la ficción de amantes siguiera su rumbo. Dijo que lo vio primero en tus cambios de humor los sábados, y después encontró las notas. Con nostalgia descubrió que había una geometría equilibrada de infidelidades los sábados, y guardó silencio. Porque vos también lo habías descubierto a él.

Permanecí en rígido silencio, atento a su voz que sonaba distante, como sacada de una narrativa de las que uno se inventa en el insomnio del amor. Terminó de hablar del accidente del colectivo y me miró a los ojos, esperando algo indescifrable. Anotó en un papel la dirección del hospital y la habitación donde estabas.

Le di un abrazo y me marché con este insoportable miedo a perderte.  

Notas en el refrigeradorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora