🌼Chapter 2🌼

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-¡Ciel tengo sueño! - respiré lo más hondo que pude -

-Yo igual, Alois, pero tú dijiste que querías cooperar - suspiró

-Sí - aceptó y fue a sentarse enfrente de mi escritorio.

-Perfecto, buen chico - eso lo molestó, pero a las 10 de la mañana, tenía que molestar a alguien, es como una taza de té, o un chocolate en un día frío -

🗝️🍪☕ ☕🍪🎻

-¿Has entendido? -

-creo - infló sus mejillas -

-Bien, repite el plan -

-El niño de azul, o sea tú - rió - Ohh! tu código será ese, niño azul y yo seré...

-Alois, esto es serio, pasaremos al menos una semana entera en la mansión de la Reina -suspiré - ahora, repite el plan, rubia- se cruzó de brazos -

-Al llegar al recinto, entramos como si fuésemos sus invitados, platicamos y revisamos rincón por rincón - bufó - buscamos con la mirada a los guardias de ehhh, eso, de eso - movió las manos - y eso - se encogió de hombros - luego, ¡al ataque! - rió - llamo a Claude, él elimina a los monos de la izquierda- suspiro -

-Luego, yo llamo a Sebastian y él elimina a los de la derecha, muy bien Alois - respondí sarcástico por su respuesta

-Entonces, y solo entonces, subimos a buscar los papeles discriminatorios-

🗝️🍪☕☕🍪🎻

-Esto será divertido - Alois se frotó las manos -

-¡Mata a cada persona que veas en este sitio! ¡ES UNA ORDEN SEBASTIAN! - grité caminando rápidamente hacia aquella casa, nadie saldría vivo mientras yo esté en pie.

-Yes, my lord - lo vi arrodillarse en un reojo.

-Claude, mata a quien se cruce en tu camino, a cada humano asqueroso y repugnante, es una orden - Alois, lo sujetó de la camisa y le susurró algo, no importandome, dejé que Sebastian derrumbase la puerta mientras Claude mataba a las personas fuera.

Sebastian y Claude mataban a las personas a diestra y siniestra, veía sangre por todos lados, no podía hallar ninguna habitación en la que no se encontrase algún muerto desangrandose inmisericordiosamente.

Fui a las plantas superiores, allí debería de buscar alguna prueba de que, aquel señor, robaba, sin tocar de forma visible a la corona.

Y eso me tomaría un rato.

-¡Sebastian! ¡Abstente de quemar el lugar hasta que encuentre lo que necesito! -

-¡Yes, my Lord! - escuché a lo lejos.

¿Y Alois? Buff.

Narra Sebastian

Después de matar a la Señora Barrett y a una de sus hijas, fui a buscar a la última.

Una familia grande, el Señor Claude se encargaba de los hombres, como el Señor Clarke, y sus dos hijos, yo, me encargaba de la Señora Barrett y de sus dos hijas, cuatro hijos, todos de diferentes edades, y pensamientos.

Una incluso tenía una bazooca, la chica de 21 años, me apuntó, pero no pudo disparar. Tanta artillería y tan poco cerebro.

Lástima.

La madre, pues, ella solo gritó y llamó a los guardias, quienes ya yacían muertos y desangrandose.

Y todo esto, al mismo tiempo que, debíamos matar a cada guardia y/o criada.

Obviamente, mi orden favorita es, sin duda, no dejar a ningún humano vivo.


-¿Hola? - pregunté al entrar a una habitación, no encontraba a la pequeña Lauren de 10 años.

La menor de los Barrett.

Miré debajo de la cama, nada.

Detrás de las cortinas, en la cornisa.

Incluso en la chimenea.

Un sonido me distrajo, el reloj marcaba las 3 de la noche.

Suspiré, sabiendo que estaba allí.

-La encontré- dije, tal vez así escucharía su corazón latir fuertemente - ven aquí pequeña - pero no contestó, tampoco sentía los latidos.

Caminé de nuevo por el lugar, abrí y cerré las cortinas, no viendo que estuviese abierta, así que, no saltó, obviamente, ubiese muerto y seria una cosa menos.

Sentía un olor extraño, olor a demonio, sí, seguro debía de ser el Señor Claude que, según órdenes de aquel rubio, debía de estar matando a los guardias.

- Vamos nena, ven conmigo, nadie va a hacerle daño ni a usted ni a nadie-

Solo sería un pellizco, un corte en la garganta y todo acabaría.

La habitación era grande, incluso mucho más grande que la habitación del Señorito, era rosa pastel, con las sábanas del mismo color.

Peluches por todos lados. Grandes y pequeños.

Con flores de decoración en una de las esquinas, era bastante relajante ver como las cortinas violetas eran puestas cubriendo la noche, demostrando una habitación más que fría, de no ser por una vela que duraría muy poco. Ya sabía como terminar con la casa.

Obviamente, todo ordenado por mi Señor, y administrado, por lo que, la quemaría a su orden.
Estaba ancioso.

Pero, el problema es que, no la encontraba, hasta que, escuché un ruido en el closet. Reí, la había encontrado.

Abrí la puerta lentamente, pero lo que vi, no me causó ninguna gracia.

-No puedo creerlo - retrocedi un paso y cerré la puerta lo más rápido que pude, ella se quedó mirándome, parecía enojada y estaba llorando -

-¡Vete de aquí! ¡Te odio Sebastian! ¡No puedes hacerme nada, me oyes!-

Mi Pequeña DiablillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora